Mohamed bin Zayed, el jeque que mueve todos los hilos en la península arábiga
MBZ
El príncipe heredero es el mentor del saudí Mohamed bin Salman
A sus 58 años, no es un príncipe de cuento, pero su fortuna es de fábula. Pocos en el mundo manejan tanto dinero como él, porque el fondo soberano de Emiratos Árabes Unidos (EAU) es el más rico del mundo. Pero lo verdaderamente fabuloso es su ambición política, que está marcando el paso en la región.
El jeque Mohamed bin Zayed, alias MBZ, no reina, pero manda. El emir de Abu Dabi es su hermano Jalifa, pero desde que éste tuvo un infarto cerebral en el 2014, es él quien lleva las riendas y eventualmente le sucederá como presidente de Emiratos. Su otra seña es la discreción. Bin Zayed se mueve bien en las sombras y le trae sin cuidado que sea otro jeque eminente, el de Dubái, el que salga en las revistas, ahora por la huida de su sexta esposa.
Ambición política
El heredero de Abu Dabi tiene Oriente en sus manos porque bajo sus pies está el 6% de las reservas de crudo
En realidad, pocos han oído hablar de Mohamed bin Zayed, mientras que todo el mundo ha oído hablar de su protegido saudí, Mohamed bin Salman, más conocido como MBS. Sin embargo, entre estos dos príncipes herederos de las Arabias, quien mueve –o enreda– los hilos es Bin Zayed.
MBZ son las siglas de la sala de máquinas de Oriente Medio. Bin Zayed es el promotor y mentor –que no el padre, pese a la diferencia de edad, puesto que le basta con sus nueve vástagos– de Bin Salman. Para deleite de los mercaderes de armas, ambos fueron ministros de Defensa de sus respectivos países siendo veinteañeros.
Hijo beduino
El aguafiestas de las primaveras árabes no se conforma con que Abu Dabi sea la diadema del golfo Pérsico
Luego el jovencito Bin Salman –el hombre que perdió al periodista Khashoggi– ha abrazado como propias todas las causas de su padre espiritual: desde el odio a la República Islámica de Irán y sus secuaces, hasta la aversión al islamismo político de los Hermanos Musulmanes. En realidad, a cualquier movimiento de masas, porque, a pesar de los juegos de luces, la democracia no entra en los planes de ninguno de los dos príncipes, ni en los Emiratos rutilantes de todos los excesos, donde corre el champagne, ni en la Arabia donde muchos viernes todavía ruedan cabezas en la plaza.
Bin Zayed fue el aguafiestas de todas las primaveras árabes y no se conforma con que Abu Dabi o Dubái sean la diadema del golfo Pérsico. Mohamed bin Zayed al Nahyan (su nombre completo) es el hijo del beduino que fundara en la Costa de los Piratas –y con el permiso de la reina de Inglaterra– los Emiratos Árabes Unidos, a principios de los años setenta.
También es hermano del ministro de Exteriores. Aunque Dubái –que el año que viene celebra su Exposición Universal– sea el emirato más conocido y poblado de los siete, Abu Dabi es tan extenso como todos los demás juntos y esconde casi todo el petróleo, el 6% de las reservas mundiales. Por eso Abu Dabi cubre casi todo el presupuesto de EAU y, con ello, dicta también su política exterior. Además de una lista de la compra de armamento que es la cuarta más abultada del globo.
Los Emiratos son un cliente tan de fiar que están exentos del espionaje de EE.UU. Sería tentador pensar que EAU es un Estado vasallo, si no fuera porque el potente lobby de Abu Dabi en Washington da idea de quién compra y quién es comprado. Muchos exoficiales hallan en “la pequeña Esparta” su retiro dorado.
Secesiones
El emiratí compró tierras tan extensas como media Catalunya en Sudán del Sur, antes de su independencia
La ambición de Bin Zayed parece no conocer límites geográficos. El bloqueo de Qatar, e indirectamente, la erosión de Turquía, es el castigo por su apoyo a los Hermanos Musulmanes.
Abu Dabi también invierte en secesiones. Uno de sus holdings compró tierras tan extensas como media Catalunya en Sudán del Sur, dos años antes de su independencia. En Siria, contribuye a pagar los salarios de la Rojava kurda y sus milicias.
Separatismo
MBZ tiene una idea para la guerra del Yemen: un Yemen de Sur nuevamente independiente, bajo tutela emiratí
En la guerra del Yemen, donde Abu Dabi es accionista principal junto a Riad, ya no hay dudas de que Bin Zayed tiene una idea mucho mejor que apoyar al presidente Hadi, huésped de Bin Salman. Por ejemplo, un Yemen del Sur nuevamente independiente, bajo tutela emiratí. Esta misma semana, el ejército yemení y los milicianos pro saudíes se enfrentaban con los separatistas apoyados por Bin Zayed por el control de Adén. Su aviación lo resolvía a bombazos. Pero sus ambiciones marítimas van más allá. Está levantando bases navales en otros pseudoestados, como Somaliland o Puntland, después de haber tenido que abandonar Somalia, y Yibuti. Mientras, en Sudán, ha tumbado a Omar al Bashir después de que prometiera una base naval a los qataríes, además de a los turcos. Su objetivo es controlar todo lo que media entre el mar Rojo y el estrecho de Ormuz.
Aunque Bin Zayed no tolera la disidencia, ha creado un ministerio de la Tolerancia. Y este año ha recibido al papa Francisco. Todos beben de la mano del jeque, empezando por los franceses, a quienes encargó una sucursal del Louvre y la Sorbona, como antes aviones de combate. Estos tienen en EAU su única base militar más allá de África, que se suma a la de Estados Unidos. Macron, Trump, Putin o Xi Jinping, todos tienen tiempo para el amo de Abu Dabi.