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Diez mil jóvenes apedrean a la policía en Cachemira

Una olla a presión

Las escuelas reabren hoy en la mitad hindú del ex estado

Un soldado observa el entrenamiento de un equipo de fútbol cachemir

Reuters

Cachemira vuelve a ser una olla a presión y la única pregunta es cuánto tardará en entrar en ebullición y hacer saltar la tapa, ahora sujeta por decenas de miles de refuerzos, en un valle donde ya hay medio millón de soldados. De momento, diez mil jóvenes protestaron tras la oración del viernes, en Srinagar. Muchos lo hicieron a pedradas y varios de ellos terminaron en el hospital por los perdigonazos en la cara con que acostumbran a replicar los antidisturbios en Cachemira.

Protestan porque, entre el lunes y el martes, Nueva Delhi le retiró a traición a Jammu y Cachemira la condición de estado, mientras amordazaba las comunicaciones con un rigor nunca visto. El estado de excepción no declarado se relajó durante la mañana de ayer, apenas para permitir la asistencia al rezo en la mezquita más cercana, mientras la gran mezquita de Srinagar permanecía cerrada.

Incomunicación

Las líneas telefónicas siguen cortadas en Cachemira desde el domingo por la noche

Narendra Modi ya ha dicho que pasado mañana podrán celebrar la fiesta musulmana del Cordero. Pero en Jammu, donde dos tercios son hindúes o sijs, hoy mismo se levantará el toque de queda y reabrirán las escuelas. En el valle de Cachemira, la “integración nacional” prometida se concreta de momento en calles desiertas y policías y alambradas cada pocos metros. El apagón informativo es casi total.

De los ciento setenta periódicos, desde el lunes sólo aparecen tres, con apenas cuatro páginas y distribución reducida. La restricción de movimiento todavía es más estricta para los periodistas y las ediciones digitales no se actualizan desde hace cinco días.

De la censura no se libra ni el jefe de la oposición en el Senado, Ghulam Nabi Azad, al que anteayer se devolvió a Delhi nada más aterrizar en Srinagar. Lo mismo se hizo ayer con el secretario general del Partido Comunista.

Populismo

Modi organizó en 1992 la caravana del BJP para izar la bandera india en Srinagar

Modi además ha desarticulado a la sociedad civil con la detención de más de quinientos profesores universitarios y políticos.

Este golpe de mano constata que India ha desaprovechado sus años de crecimiento para seducir a los cachemires. En su primer mandato, de hecho, Modi endureció posiciones y el Tribunal Superior de Cachemira aprovechó para rescatar una ley de los años treinta que condena el consumo de ternera con penas de cárcel.

La intifada cachemir se ha recrudecido, con una nueva generación de insurgentes nativos, más jóvenes, más preparados y más conectados. Mientras, la participación en los distritos del valle en las últimas elecciones indias osciló entre el 3% y el 13%.

Para compensarlo, Modi anunció anteayer en televisión que aquellos nacidos fuera de Cachemira y que sólo podían votar en las elecciones indias, también podrán votar para la Asamblea cachemir –cuando vuelva a haberla–. Más que eso, los cachemires temen el cambio demográfico que pueda propiciar el levantamiento del veto a la adquisición de vivienda por parte de indios de otros estados. Una salvaguarda que se aplica en media docena de estados indios. Los barqueros del lago Dal bromeaban hasta ahora que el día que India mande a un millón de faquires a orinar a Srinagar tendrán que salir remando.

Pakistán

Islamabad ha tenido que proteger a la embajada de India con dos mil policías

Pese al paisaje, es dudoso que muchos indios quieran vivir con tales controles policiales. Aunque en Jammu –el lastre con el que India quiere mantener amarrada a Cachemira y donde ya viven muchos brahmanes expulsados del valle– sea más factible.

Mientras, ayer en Islamabad, dos mil policías debían proteger a la embajada de India de manifestantes islamistas.

Cabe decir que un golpe de mano en Cachemira era la fantasía del nacionalismo hindú desde hacía tres décadas. Y el plan estaba en el cajón del premier Narendra Modi desde el primer día, a la espera de la ocasión propicia. Ese momento ha sido precipitado por la posición de fuerza en la que se encontrará Pakistán tan pronto como EE.UU. necesite evacuar a todas sus tropas de Afganistán.

Modi, de hecho, le debe a Cachemira su ascenso en las filas del BJP, cuando era un predicador más con voto de castidad, como tantos en el RSS, la matriz. Para salir de la oscuridad, el BJP ideó a principios de los noventa dos romerías provocadoras. Una desembocó en la sangrienta demolición de la mezquita de Ayodhya. Otra, la de la Unidad, tenía como organizador a Modi y su objetivo era llevar la bandera india en procesión desde Kanyakumari, en el sur, hasta ser izada en la plaza roja de Srinagar. en el día de la República. La policía cachemir –los estados en India tienen su propia policía, no así los territorios– desbarató el intento.

Narendra Modi podría ahora sacarse la espina y volver a Cachemira rodeado de soldados y de cámaras para desplegar la bandera india en el día de la Independencia. De momento ha ilegalizado la de Cachemira.

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