Dos alcaldes con sello extranjero para el este de Alemania
Quién
En las elecciones municipales, dos ciudades de länder del este han optado por burgomaestres no oriundos de Alemania: el danés Madsen gobernará Rostock, y el alemán de origen rumano Ursu venció a la ultraderecha en Görlitz
El este de Alemania carga con la reputación política y mediática de ser pasto de la ultraderecha, y aunque es cierto que el partido ultra Alternativa para Alemania (AfD) goza de fuerte implantación en los länder de la antigua RDA comunista, el conjunto del paisaje incluye muchas coloraturas. El pasado domingo, en la segunda vuelta de las elecciones municipales en diez länder, dos ciudades del este eligieron alcaldes a candidatos con sello extranjero: el danés Claus Ruhe Madsen se hizo con el Ayuntamiento de Rostock (land de Mecklemburgo-Antepomerania), y el alemán de origen rumano Octavian Ursu con el de Görlitz (land de Sajonia).
El democristiano Ursu, además, conquistó Görlitz gracias a que los candidatos ecologista e izquierdista se retiraron y llamaron a concentrar en él los votos para evitar la victoria del aspirante ultraderechista, Sebastian Wippel, el más votado en la primera vuelta. En Rostock, el independiente Madsen, que concurría apoyado por la democristiana CDU –el partido de la canciller, Angela Merkel– y por los liberales del FDP, batió al candidato izquierdista, Steffen Bockhahn, en un duelo que discurría por otros derroteros.
Los triunfos de Madsen y Ursu podrían analizarse como casos aislados, casualidades fruto de la coyuntura de cada ciudad. Sin embargo, sus victorias ponen el foco en ese sector de la ciudadanía del este de Alemania que persevera en sus esfuerzos por evitar que la sociedad sea engullida por el populismo antiinmigración, y que ha valorado los méritos de dos candidatos no oriundos y el significado que eso tiene.
El danés Claus Ruhe Madsen, de 46 años, vive en Alemania desde 1992 y hace veintiún años se instaló en Rostock, ciudad de 210.000 habitantes a orillas del Báltico que tiene a Dinamarca prácticamente enfrente. El barbudo Madsen, nativo de Copenhague, cosechó el 57,1% de los votos con una campaña preñada de pragmatismo y de ecología. Así, prometió reducir el uso de plástico desechable en eventos de la ciudad, y aumentar la electrificación del transporte público. Madsen presidió la cámara de comercio, y al presentarse a los comicios dijo que, de ser elegido, transferiría a su esposa –que es finlandesa– la gestión de sus cinco tiendas de muebles. El matrimonio tiene una hija.
“Soy europeo y soy de Rostock”, reivindica Madsen; y Ursu señala que prometió sociedad abierta y europeísmo
En su campaña, Madsen aireó su respaldo a la comunidad musulmana de la ciudad, un dato a tener también presente. Rostock resuena aún en la memoria europea por los violentos incidentes xenófobos del verano de 1992 en torno a un albergue de refugiados del distrito de Lichtenhagen, al que simpatizantes de extrema derecha y vecinos arrojaron piedras, botellas y cócteles molotov. En el edificio vivían sobre todo vietnamitas llegados durante la época comunista, y fuera acampaban gitanos rumanos a los que no se permitía entrar por falta de espacio. Neonazis de toda Alemania se sumaron en Rostock a una violencia racista que la policía tardó días en doblegar.
Desde entonces, esta ciudad hanseática cultiva el debate sobre aquella vergüenza como parte de su memoria histórica; y en el 2017 erigió memoriales para conmemorar el 25 aniversario. El 91% de sus habitantes son nacidos en Alemania, una pauta similar a la de otras ciudades del este, y ahora han elegido alcalde a un vecino que no tiene pasaporte alemán. Los electores han sido, además, pioneros: Madsen es el primer alcalde extranjero de una gran ciudad de Alemania. En una entrevista con al Ostsee-Zeitung, Madsen relató su identidad múltiple. “Soy europeo y soy de Rostock”, dijo mientras blandía su pasaporte danés.
El caso de Octavian Ursu, elegido alcalde de Görlitz, posee otro ingrediente. Ursu, de 51 años, nacido en Bucarest y llegado de Rumania en 1990, es trompetista clásico y tocaba en la orquesta sinfónica local. Casado desde hace 25 años con una alemana, tienen dos hijas. Desde que entró en política hace diez años con la CDU, este cristiano ortodoxo ha estado implicado en proyectos culturales, y en principio no tenía las de ganar frente al ultraderechista Sebastian Wippel, un excomisario de policía de 36 años, vencedor en la primera vuelta. Pero la movilización para evitar un burgomaestre de la AfD se saldó en segunda vuelta con el 55,1% de votos para Ursu. “En la campaña electoral hemos defendido temas sobre los que la AfD no ofrece nada: apertura, sociedad abierta, ser una ciudad europea; esa fue la estrategia correcta”, declaró Ursu tras su victoria.
La pugna por Görlitz, localidad de 56.000 habitantes junto a la frontera polaca, en la que la AfD logró una victoria de distrito en las elecciones generales del 2017, se anunciaba simbólica para quien resultara ganador. Hubo incluso un llamamiento de cineastas y actores –entre ellos el hispanoalemán Daniel Brühl– pidiendo a los ciudadanos de Görlitz que apostaran “por la paz y la libertad” y no “por el odio y la hostilidad”. El bello centro histórico barroco de la villa no sufrió daños por bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial, así que recibe turistas, y ha albergado rodajes de películas como El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson, o Malditos bastardos, de Quentin Tarantino. Al final, sus ciudadanos han apostado por un músico de origen rumano para la alcaldía.