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El Estado Islámico escenifica su reconversión en califato digital

Cambio radical

Las claves de la reaparición pública de Abu Bakr al Bagdadi en un vídeo

Al Bagdadi recibe en el vídeo carpetas correspondientes a provincias del califato de manos de un individuo de presencia destacada

Otras fuentes

Sentado entre cojines, Abu Bakr al Bagdadi dio cuenta al mundo del estado del califato en su aparición en un vídeo, la primera en cinco años, el pasado 29 de abril. El mensaje, de 18 minutos, estaba dirigido tanto a sus seguidores como a sus enemigos por el mundo y ha provocado análisis y conjeturas. Había mucho de teatro, pero también claves para iniciados.

La escenografía cambiaba radicalmente respecto al 4 de julio del 2014, en que se presentó solemne como “califa Ibrahim” en la mezquita de Al Nuri, en Mosul, hoy destruida. Esta vez es un líder militar, con un chaleco de bolsillos y un fusil kaláshnikov tras él. Casi igual que Osama bin Laden hace veinte años.

Contra los ‘cruzados’

Al Bagdadi afirma que será una guerra larga en la que no hay una victoria clara

“Más carismático que Bin Laden no lo hay. Y Al Bagdadi no me parece especialmente carismático, ni siquiera en la mezquita –comenta Moussa Bourekba, investigador del Cidob–. Pero salir felicitando a los autores de los ataques de Sri Lanka es un mensaje claro, un buen ejercicio de comunicación. Hacia sus enemigos: no me habéis matado. Y hacia sus seguidores: aquí estamos, hemos vuelto a la clandestinidad y la lucha sigue”.

Al Bagdadi comienza hablando de la batalla de Baguz (Siria), donde se perdió el último territorio habitado por miles de personas bajo control del Estado Islámico (EI), pero se limita a decir que esa batalla acabó, y hace un largo elogio del sacrificio de hasta trece miembros del EI, entre ellos cuatro saudíes, dos hermanos franceses y un belga. Enseguida afirma que para vengar a “los hermanos de Siria” se han llevado a cabo 92 operaciones en ocho países. Y dice que la guerra contra los cruzados será larga. Fuentes salafistas consultadas, que ayudan a entender cómo se expresa Al Bagdadi, apuntan que, por el ritmo de su voz, “se le nota cansado, da la impresión de que está agotado”. “Lo que él dice –aclaran– es que lo que está haciendo es eficaz porque esta es una guerra larga en la que no hay una victoria clara, pero al enemigo se le puede causar mucho daño. Emplea un término que significa que ‘la sangre mana sin control’”.

La dimensión actual de Estado Islámico

Baguz, considerado el último reducto de EI, para Al Bagdadi es simplemente parte de una uilaya, una provincia. Es como si nada se hubiera perdido. Entonces, ¿sigue existiendo el califato ? Si es que no,¿puede haber un califa sin territorio? “Eso no puede ser, según el islam –dicen las fuentes consultadas–. Pero él está en un territorio, por pequeño que sea. Hay bas­tantes pueblos en Irak –se cree que puede estar allí– que no están ­controlados por el ejército. Y esta es una circunstancia especial”.

Esa es la dimensión actual del Estado Islámico, más allá del dominio territorial. Al Bagdadi elogia a los miembros del EI que resisten en Libia y a continuación acoge el juramento de lealtad de “nuestros hermanos” en Burkina Faso y Mali, mientras que deplora la movilización popular contra “los tiranos de Argelia y Sudán”. Esta es una de las partes interesantes de su discurso. La gente de Argelia y Sudán, según él, no entiende que van a sustituir un tirano por otro, y que el único camino posible es la yihad.

El reconocimiento que hace Al Bagdadi de un grupúsculo en Burkina Faso del que no se sabía nada hace un mes, de otro difuso grupo en Congo y de un yihadista como Abu Ualid al Sahraui muestran cómo el EI estaría rebajando sus exigencias de admisión. Al Sahraui, antiguo miembro del Frente Polisario y de Al Qaeda en el Magreb Islámico, juró lealtad al califa en el 2016 pero no le fue reconocida entonces.

En la puesta en escena del vídeo, Abu Bakr al Bagdadi simula dirigirse (en realidad, lo hace al espectador del vídeo) a tres hombres, cuyos rostros aparecen cubiertos o difuminados. Uno de ellos, el que tiene más cerca, le entrega al final nueve carpetas, correspondientes a las provincias del califato, que viene a ser simplemente allí donde la organización tiene seguidores. La cámara se detiene en la que pone “Turquía”, una uilaya aún no declarada por el EI. Se trata de una amenaza, por tanto.

Es una escena artificial, en la que el protagonista es ese hombre cuyas ropas le delatan como alguien procedente del Golfo y que hasta el momento de entregarle los portafolios permanecía sentado de manera poco respetuosa hacia el califa, demasiado a sus anchas. Analistas como Aymenn el Tamimi y el servicio BBC Monitoring han dado cuenta de un duro debate ideológico entre reformistas y extremistas en el seno del EI que, meses antes de la batalla de Baguz, derivó en un enfrentamiento armado, ajustes de cuentas, ejecuciones y, según The Guardian, la huida del propio Al Bagdadi hacia un lugar más seguro.

No sabemos qué papel juega ese hombre del Golfo y si representa un nuevo poder, pero al vídeo le han seguido declaraciones de lealtad hacia el califa a través de Telegram, en lo que parece una campaña organizada, según la BBC.

“No se hasta qué punto se trata de decir ‘el líder soy yo’, pero al final lo que acabas teniendo es un movimiento abierto”, señala Moussa Bourekba. Así, el teatro de las carpetas “tendría que ver con el fin del proyecto territorial” del EI en términos físicos. “Hace dos años –añade– se decía que se transformaría en una organización clandestina. Eso es erróneo, porque ya lo fue antes, durante años. Retrospectivamente, la aventura territorial sólo ha sido un paréntesis en la historia del grupo. Hemos puesto fin a su proyecto territorial, pero ¿también a las causas que lo hicieron posible?”.

Como dijo a La Vanguardia (11/VII/2018) Omar Mohamed, quien con el nombre de Mosul Eye informaba de lo que ocurría en la ciudad iraquí ocupada por el EI, “esta es la era del califato digital, que ha demostrado ser más efectivo (...) Por eso ahora es más peligroso”.