“Nadie firma la paz apara acabar en una cárcel”
Entrevista
Victoria Sandino, excomandante de las FARC y senadora de Colombia
Victoria Sandino, ex comandante de las FARC, fue la única mujer en el equipo negociador de la guerrilla para el acuerdo de paz, de cuya firma en La Habana se cumplen dos años en noviembre. Es una figura controvertida: su lucha feminista en el seno de las FARC contrasta con las acusaciones de connivencia con abortos forzados y violaciones que le han lanzado exguerrilleras críticas.
Sandino es hoy senadora –uno de los 10 cargos en el Congreso por cuota– y se sienta en la misma comisión que el expresidente Álvaro Uribe, bestia negra de las FARC. Cuenta que la llama “senadora Victoria” aunque se dirijan poco la palabra, si bien destaca que él se muestra menos agresivo que sus compañeros de partido. Sandino visitó Barcelona hace unas semanas invitada por la Taula Catalana per la Pau i els Drets Humans a Colòmbia.
¿Peligra el proceso de paz en Colombia?
Atraviesa un momento de crisis de mucha dificultad, por los incumplimientos sistemáticos no sólo por el Gobierno actual sino especialmente por el presidente Santos, que tuvo voluntad para lograr el acuerdo pero no para implementarlo. En Colombia se ha parado la confrontación armada pero no ha ocurrido lo mismo con el asesinato de líderes y lideresas sociales. Desde la firma del acuerdo, más de 300 líderes han sido asesinados, así como 90 ex guerrilleros de las FARC, incluidos 20 familiares. Y tenemos seis desparecidos. Son cifras que prenden las alarmas.
¿Si continúan esas matanzas, las FARC podrían plantearse volver a las armas?
Después de más de 60 años de confrontación armada, por primera vez tuvimos la esperanza de alcanzar la paz con un acuerdo que plantea puntos de carácter estructural. El peligro es que la esperanza fracase. Ahora bien, que volvamos a las armas como colectivo FARC, eso no. Hay un compromiso muy fuerte de la militancia en construir la paz. Lo que sucede es que, como el Gobierno no cumple los puntos del acuerdo, especialmente en reincorporación, mucha gente nuestra se ha ido a otros lugares del territorio. Hay información de los órganos de seguridad del Estado de que supuestamente muchos se han ido a las disidencias, cosa de la cual nosotros no tenemos la certeza. Lo que sí sabemos es que como el Gobierno no ha dado tierra, la gente ha tenido que trasladarse para buscar trabajo.
Uno de los que está en paradero desconocido es Iván Márquez, número 2. ¿Está en Venezuela?
Ninguno de los ex integrantes de las FARC tenemos restricción de movilidad en el territorio ni para salir del país. Algunos se han ido de los espacios donde se encontraban, pero creo que todos están en Colombia. La decisión que han tomado es producto de la persecución y la inseguridad jurídica que sufrimos. No sólo 300 de nuestros compañeros siguen en la cárcel sino que han venido apresando a muchos, como a Jesús Santrich, uno de los principales arquitectos del acuerdo de paz. En esa misma dirección va el caso con Iván. A pesar de que el fiscal general ha dicho que no tiene proceso con Iván, no confiamos en él. Es una persona que ha atacado sin cesar el proceso de paz y no ha esclarecido el asesinato de líderes sociales y nuestro personal, hay 100% de impunidad.
¿Ha hablado con Márquez?
No, como dirección del partido no hemos vuelto a tener comunicación con él. Pero lo importante es que él ha enviado una comunicación a la Comisión de Paz del Congreso donde mantiene su voluntad de paz y su compromiso con el acuerdo. Eso nos da la certeza de que no está en disidencia. Creo que está esperando tener la garantía de que no va a ser capturado ni extraditado a EE.UU., porque nadie firma un tratado de paz para terminar en una cárcel.
Santrich está acusado de narcotráfico. ¿Si se confirma, no debería ser juzgado?
Tenemos la certeza de que Santrich no es responsable. Porque confiamos en su palabra pero también por todo lo que ha ocurrido en Colombia. El fiscal hizo todo un montaje para la captura de Santrich. Él es invidente y estaba en una casa pagada por el Gobierno, con vigilancia policial todo el rato. No se entiende que para una persona que está vigilada las 24 h necesiten un operativo tan enorme para capturarlo. Fue un montaje, un show mediático. Han pasado ya seis meses de su detención y exigimos la libertad inmediata porque es un juicio político. Fíjese que el escándalo ha venido bajando. El fiscal no ha presentado ninguna prueba, porque no las tiene, y por eso han bajado el perfil.
Las FARC tuvieron un pésimo resultado en las elecciones y ganó Iván Duque, azote del acuerdo. ¿Qué autocrítica hacen?
Colombia está dirigida desde hace años por la derecha más conservadora y militarista. Duque no es nada distinto. Santos ya fue ministro de Uribe. Pero gracias al acuerdo, Colombia transita una opción distinta. Ganó Uribe a través de Duque pero por primera vez la izquierda estuvo cerca de lograr la presidencia. De Petro, un candidato demócrata, no oficialista, sacó mas de 8,5 millones de votos: eso nunca lo había sacado la izquierda. Sobre los pocos votos que obtuvimos nosotros, por eso pactamos la cuota de 10 representantes en el Congreso por dos periodos. Hace mucho que este es un país polarizado. Se nos ha satanizado, durante mucho tiempo se mostró que somos los malos, los asesinos, los terroristas, y mucho de eso está en el imaginario de la gente. Además tuvimos muchas dificultades para participar en la campaña, se nos restringió la financiación, y no nos pudimos mover en los territorios ni hablar con la gente. No podíamos esperar mejores resultados.
Ex guerrilleras han denunciado abortos forzados en las FARC, violaciones y hasta esclavitud sexual. Algunas la han acusado a usted de encubrirlo. ¿Qué hay de cierto?
El cuerpo de la mujer ha sido utilizado como arma de guerra. Cuando el paramilitarismo hacía masacres, las mujeres no sólo eran asesinadas sino también violadas, victimizadas, expuestas al escarnio, para dominar al contrario o sembrar miedo. Muchas compañeras nuestras cuando fueron capturadas por la fuerza pública fueron violadas. Imagínese qué absurdo decir que yo, que me considero una feminista, haya apoyado este tipo de prácticas. Por el contrario, parte de mi labor estuvo encaminada a la formación política, al impulso de nuestros derechos, a promover nuestra participación efectiva en la organización. Dentro de las FARC había unas normas muy rigurosas para proteger los derechos de las mujeres. Primero, hombres y mujeres éramos iguales en la organización. Segundo, la violencia sexual y particularmente la violación era castigada con la pena máxima. ¿Si ocurrió? Pues si existía la norma será porque podía presentarse alguna situación de este tipo. Pero el castigo era severo.
¿Y los abortos eran habituales?
Defendimos una conquista, que es una lucha de muchas mujeres en el mundo: los derechos sexuales y reproductivos. En nuestro caso, la maternidad no era compatible con la guerra. Hay muchas historias que nunca se han contado: mujeres embarazadas de cinco, seis o siete meses, hubo bombardeos en el campamento y murieron, no porque quisiésemos que estuviesen ahí sino porque no se dieron condiciones para que salieran. La mujer embarazada debía salir de la organización para tener su hijo o podía elegir una interrupción voluntaria del embarazo. Era una conquista, nuestro derecho a decidir si teníamos o no hijos. Yo decidí no tenerlos. Un dato que demuestra que era una elección es que de las 2.647 mujeres de las FARC, la mayoría tuvo hijos en medio del conflicto. Muchas luchan hoy por recuperar a sus hijos, que dejaron con familiares o amigos para reincorporarse a las filas. A otras se los arrebató la fuerza pública o en el hospital. La fiscalía las acusa hoy de abandono.
¿Por qué la acusan de encubrirlo?
Detrás de esto hay una organización llamada fundación Rosa Blanca, creada por un personaje llamado Herbin Hoyos, un periodista que usó los medios de comunicación durante muchos años para hacer la guerra. Hay un grupo de mujeres, que tenemos entendido que algunas sí son ex combatientes que desertaron en una época en que había mucha propaganda y la fuerza militar ofrecía plata para desertar. Ellas se acogieron a esos programas y ahora salen diciendo que fueron violadas, que fueron víctimas, que sufrieron no sé qué cosas. A mi no me acusan de violadora, pero sí de que permití este tipo de situaciones. Yo respeto a todas las mujeres y no voy a decir nada malo de ellas. Lo que les pido es que, más que hacer propaganda y permitan que su palabra sea usada como arma de guerra, lleven estos casos a la JEP (Justicia Especial para la Paz) y demuestren ante el tribunal si sus acusaciones son verdaderas o no. Yo no digo que algún jefe no haya podido obligar a una mujer a abortar, pero esa no era la política de las FARC. Estuve 24 años en las FARC y sé que no es cierto. Y mucho menos que las mujeres nos hayamos prestado a eso.
¿Entonces está a favor de que haya una investigación a fondo en las FARC?
Absolutamente sí. Y ojalá no sólo a las FARC, sino a todos los que participaron en el conflicto y que también provocaron daños a las mujeres y sus cuerpos. Mi posición es que quien haya cometido esos delitos debe responder de manera individual. Porque fueron cometidos de manera individual. Yo estoy segura de que no serán muchos.