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La heroica refugiada siria que espera su suerte en una cárcel griega por salvar a compatriotas

Isla de Lesbos

Sara Mardini cruzó a nado el Egeo junto a su hermana, la nadadora olímpica Yusra Mardini, y arrastrando durante horas una embarcación con 18 solicitantes de asilo a bordo

Sara (izquierda) y Yusra Mardini, con un premio Bambi, los principales galardones que otorgan los medios alemanes, en noviembre de 2016

Axel Schmidt / AFP

De refugiada heroica a presa en una cárcel griega. La situación de Sara Mardini no podría ser más desconcertante. La joven siria, que se hizo célebre en 2015 junto a su hermana y nadadora olímpica, Yusra, por cruzar el Egeo a nado y arrastrando una embarcación con 18 personas a bordo, está acusada de tráfico de personas, espionaje y pertenencia a una organización delictiva. Estos son los delitos que la policía helena dice que cometió como cooperante con la ONG griega ERCI (Emergency Response Centre International), que se encarga de ayudar a los refugiados que, como ella hace tres años, llegan a la isla de Lesbos desde Turquía.

Ya de muy pequeñas, Sara y Yusra, de 23 y 20 años, respectivamente, aprendieron a nadar en Damasco, su ciudad natal. Su padre, entrenador profesional, les enseño a competir. En Siria llegaron a ser miembros del equipo nacional de natación. Pero la guerra lo truncó todo.

Estaba oscureciendo y hacía frío, el viento soplaba y me estaba congelando”

Sara MardiniRefugiada siria y cooperante de ERCI

Huyendo de las bombas y dejando atrás a su madre y a su hermana de siete años, las dos hermanas partieron de la costa turca con otros 18 refugiados con un bote con capacidad para 8 personas . El motor falló, había exceso de peso... debían lanzarse al mar y empezar a nadar. “Cuando entré por primera vez en el agua todo mi cuerpo estaba temblando como lo hace justo antes de competir”, recordaba Yusra en declaraciones a los medios hace dos años.

Cuando llevaban dos horas en el agua, Sara empezó a temer quedarse dormida y ahogarse: “Estaba oscureciendo y hacía frío, el viento soplaba y me estaba congelando. No podía abrir los ojos porque estaban llenos de agua salada”, rememoraba en una entrevista de 2016. Una hora y media más tarde alcanzaron la costa de Lesbos en medio de la noche.

Imagen de archivo de una embarcación de solicitantes de asilo llegando a la isla de Lesbos en noviembre de 2015

Alkis Konstantinidis / Reuters

Veinticinco días después, llegaron a Alemania. Ya en Berlín las hermanas Mardini acabaron obteniendo asilo político en el país centroeuropeo, donde más tarde consiguieron reunir a su familia. Allí han alcanzado casi un estatus de celebridad y su historia sirvió como inspiración para una película del director de Billy Elliot, Stephen Daldry.

Sara fue invitada por el entonces presidente de EE.UU, Barack Obama, a hablar ante la Asamblea General de la ONU sobre la crisis de refugiados, mientras que Yusra participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro , se convirtió en la embajadora de buena voluntad más joven de la ONU, ha protagonizado varios anuncios de marcas de deportes y acaba de publicar un libro (Butterfly) donde relata su trayectoria: de refugiada a nadadora olímpica.

Su hermana no pudo seguir el mismo camino. Una antigua lesión en el hombro que se complicó la noche del naufragio en el Mediterráneo le obligó a dejar la natación de competición. A Sara le esperaba otro cometido. En 2016 la llamaron de la ONG ERCI para que participara en las tareas de rescate de refugiados que lleva a cabo la organización en Lesbos.

Pocas semanas después de esa llamada, Sara estaba trabajando en el equipo de rescate de la mencionada organización junto a otra veintena de voluntarios de todo el mundo. Si bien la decisión de partir hacia Grecia había sido instantánea, volver a la isla que ha atestiguado (y lo sigue haciendo hoy) la llegada de centenares de miles de refugiados, no fue fácil para ella. “¿Por qué los sirios terminamos así?”, se preguntaba en su primer día como voluntaria, según relató a la Agencia de la ONU para los Refugiados en 2016. “Fue muy doloroso para mí ver a mi gente así”, aseguraba Sara.

Tras el primer voluntariado, la joven cooperante volvió a unirse a las filas de la ONG en diciembre del año pasado. Pero este verano debía ser el último. Hace unos días anunció en su cuenta de Instagram que el 27 de agosto cerraba un “capítulo de su vida” y regresaba a Alemania, donde le esperaba una beca de estudios en la universidad de artes liberales Bard College de Berlín.

Pero mientras Mardini esperaba en el aeropuerto de Mytilini para subirse a un avión rumbo a su hogar alemán fue arrestada. Poco después, la policía también arrestó al director del campamento de ERCI, Nassos Karakitsos, y a un voluntario alemán, Sean Binder. Los tres exigen su libertad e insisten en su inocencia.

La Policía les acusa de haber facilitado la entrada a Grecia de centenares de migrantes desde agosto de 2016 hasta enero de 2018; de espionaje, por haber seguido sistemáticamente las comunicaciones de los guardacostas griegos y de los europeos de Frontex, y de lavado de dinero a través de las cuentas bancarias de la ONG.

El abogado defensor de Mardini y de Binder, Jaris Pétsikos, asegura a la agencia Efe que “se trata de una acusación absurda, un fiasco similar al de los tres bomberos de Proem- AID”, a quienes también defendió. Tres españoles y dos daneses fueron acusados a principios de año de tráfico de personas por su trabajo en Lesbos con esta organización española, pero fueron liberados en mayo.

Se trata de una acusación absurda, un fiasco similar al de los tres bomberos de Proem- AID”

Pétsikos sostiene a Efe que las acusaciones contra Mardini y Binder caen por su propio peso, pues en la mayoría de los casos se refieren a rescates en los que no pudieron participar ya que no se encontraban en Grecia.

Sin embargo, ambos sí se encontraban en un coche que en febrero pasado fue interceptado por la Policía en la griega de Lesbos con placas falsas del ejército ocultadas bajo las matrículas. El abogado sostiene que sus clientes ignoraban la existencia de las placas falsas. “Además era imposible para un coche que llevaba los símbolos de la ONG pintados en todas partes circular con matrículas del ejército”, recalca Pétsikos. Explica, además, que ERCI había comprado el coche a una empresa de vehículos de segunda mano.

Con todo, la “acusación más absurda”, dice el letrado, es la de espionaje porque “les acusan de haber seguido las comunicaciones de los guardacostas a través de una frecuencia que es libre y que todos los barcos están obligados a seguir para poder recibir instrucciones de los guardacostas si es necesario”.

Las detenciones se producen en un momento que se está registrando un aumento de la represión sobre el sector humanitario en Europa. Italia también detuvo este año a miembros de la ONG catalana Proactiva Open Arms. Los trabajadores de derechos humanos son el blanco de lo que los activistas denuncian como un intento cada vez más descarado de silenciar a la sociedad civil y de impedirles hacer un trabajo que, consideran, debería estar haciendo la Unión Europea, como es el de rescatar vidas en el mar o de dar condiciones mínimas a los refugiados que malviven en campamentos.

Más de 10.000 exiliados permanecen en Lesbos en condiciones denunciadas como indignas por las organizaciones humanitarias

En el caso de Lesbos, más de 10.000 exiliados permanecen en condiciones denunciadas como indignas por las organizaciones humanitarias. La mayoría del éxodo de Oriente Medio a Europa por la vía del Egeo se registró entre 2015 y 2016. Las llegadas continúan ­– 26.000 personas llegaron a Grecia entre enero y julio de este año– , pero la cifra sigue siendo menor a la de entonces. Eso es debido al Pacto de Migración UE-Turquía que prevé el retorno de los migrantes y refugiados al país fronterizo con Siria y su retención en el tiempo en las islas.

El abogado de Mardini ahora prevé conocer la decisión del tribunal sobre su solicitud de libertad a finales de la próxima semana.

Entre tanto, la joven siria, cuya insistencia llevó a las dos hermanas a emprender el peligroso viaje hacia Europa, deberá esperar su suerte en la prisión de máxima seguridad de Korydallos.

Refugiados y simpatizantes piden la liberación de los socorristas detenidos, Sarah Mardini y Sean Binder, en el centro de Atenas

Orestis Panagiotou / EFE