Una izquierda por las fronteras
El futuro de Alemania
El nuevo movimiento Aufstehen busca a los descontentos con la migración
El voto del descontento en Alemania ha adquirido en los últimos años un inequívoco aroma antiinmigración, que el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha sabido captar. Ese aroma se percibe, aunque atenuado, en el nuevo movimiento de izquierdas Aufstehen (traducible por En Pie o por Levantarse), que presentó ayer en Berlín la colíder parlamentaria del partido izquierdista Die Linke (La Izquierda), Sahra Wagenknecht.
“Asistimos a una crisis tangible de la democracia en Alemania”, afirmó Wagenknecht, aludiendo a que hay mucha gente que “ya no se siente representada” por los partidos establecidos. Un ejemplo claro, según la líder izquierdista, son las marchas xenófobas de la semana pasada en la ciudad de Chemnitz, en las que además de ultraderechistas y neonazis, participaron “ciudadanos indignados que se sienten dejados de lado” por la política oficial.
“Estoy cansada de dejar la calle en manos de Pegida y de la extrema derecha”, dijo esta economista de 49 años en referencia al movimiento islamófobo Pegida y a la AfD. Aufstehen pretende incidir en la justicia social, y entrar en el debate migratorio en términos que pueden acabar resultando espinosos. Con todo, Wagenknecht trató de atajar la polémica asegurando que la migración no será un asunto central.
El rostro más visible del partido Die Linke, Sahra Wagenknecht, impulsa la iniciativa
Aufstehen aspira a atraer a ciudadanos decepcionados con los partidos del espectro izquierdista (Die Linke, los Verdes y el socialdemócrata SPD), y recuperar a aquellos que, angustiados por la cuestión migratoria, se han pasado a la AfD. Lo secundan unos 80 políticos, intelectuales y artistas, y según Wagenknecht, desde que a primeros de agosto se creó la página web del movimiento, se han inscrito más de cien mil simpatizantes. Pero por lo pronto no ha logrado el apoyo ni de la mayoría de dirigentes de su partido ni de nombres prominentes de las otras dos formaciones. Aufstehen “no me quita el sueño”, dijo la presidenta del SPD, Andrea Nahles.
Wagenknecht es también persona de opiniones heterodoxas en el seno de su propio partido. En febrero del 2017 criticó la “apertura incontrolada de fronteras” a migrantes decretada por la canciller Angela Merkel –casualmente, ayer se cumplían tres años exactos de su decisión de abrir las fronteras–, y la austeridad presupuestaria, que habría mermado los recursos de la policía. También ha reivindicado la memoria de la antigua RDA comunista, y en ocasiones ha defendido la Rusia de Vladímir Putin. Ella nació en Jena (land de Turingia), y se crió y estudió en el este.
Die Linke se fundó en el 2007, pero parte de sus orígenes se hallan en el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED, por sus siglas en alemán), el partido único comunista de la Alemania germanooriental. Tras la reunificación de 1990, los herederos del viejo SED fundaron el Partido del Socialismo Democrático (PDS), que en el 2007 se fusionó con un grupo de disidentes socialdemócratas encabezados por Oskar Lafontaine, y así nació Die Linke.
“Estoy cansada de dejar la calle en manos de Pegida y de la extrema derecha”
Sahra Wagenknecht
Si bien los impulsores de Aufstehen insisten en que no hay planes de convertirlo en un partido político, la iniciativa parece apuntar sobre todo a los länder del este del país, donde Die Linke ha obtenido históricamente sus mejores resultados, pero donde en las elecciones del 2017 perdió fuelle. En el 2019 están previstos comicios en tres de esos länder: Sajonia, Turingia y Brandemburgo, y es probable un nuevo impulso para la ultraderecha.
Parte del escepticismo de Die Linke hacia Aufstehen radica en que la iniciativa es percibida como una operación de ampliación de poder de Wagenknecht y Lafontaine, con quien la líder se casó en el 2014. Lafontaine cumplirá este mes 75 años. También hay temor a que el nuevo movimiento contribuya a fragmentar más a la izquierda. “En una época en la que una multitud parda puede volver a practicar una cacería del hombre, la izquierda social debe evitar cualquier cosa que se parezca a una división o una retirada”, alertó Bernd Riexinger, rival de Wagenknecht en Die Linke.
En la rueda de prensa de ayer participaron, en busca de transmitir transversalidad: Ludger Volmer, de Alianza 90/Los Verdes (ese es el nombre completo del partido ecologista) que años atrás presidió el partido; la socialdemócrata Simone Lange, alcaldesa de Flensburg, ciudad de 85.000 habitantes del land de Schleswig-Holstein; y el dramaturgo Bernd Stegemann. “Queremos poner en marcha un gran debate social con miles de participantes; la izquierda ha fracasado como interlocutora, mucha gente no se siente escuchada”, afirmó Volmer.
En las elecciones generales del 2017, los tres partidos de izquierda y socialdemocracia sumaron el 38,6% de los votos (Die Linke tuvo el 9,2%), mientras que la familia conservadora (la CDU de Merkel y la CSU bávara) resistió con un ajustado 33%, y la AfD logró entrar en el Bundestag con el 12,6%.