La policía española, entre la dictadura y la democracia

Entre libros

Pablo Alcántara, con 'La DGS. El palacio del terror franquista', y David Ballester, con 'Una historia de la policía española', aportan nuevos estudios historiográficos sobre un tema desatendido

La policía armada en Barcelona, en 1976

La policía armada en Barcelona, en 1976

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En España, los órganos policiales no han recibido demasiada atención por parte de la literatura científica. Por suerte, ese vacío está empezando a corregirse. Pablo Alcántara publicó en 2022 La Secreta de Franco (Espasa), un estudio sobre la Brigada Político-Social. Ahora, con La DGS. El palacio del terror franquista, presenta una investigación sobre la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol de Madrid. El edificio alberga hoy la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Bajo el franquismo, sus dependencias las ocupó la Dirección General de Seguridad, un organismo con una historia negra por su contribución a la represión de la dictadura franquista.

Fachada de la Real Casa de Correos, a 2 de julio de 2023, en Madrid (España). Construída a finales de la segunda mitad del siglo XVIII y situada en la parte meridional de la Puerta del Sol, la Real Casa de Correos es actualmente la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid.

La Real Casa de Correos (a la izqda.) fue sede de la Dirección General de Seguridad durante la dictadura franquista

Jesús Hellín - Europa Press / Europa Press

Alcántara, con fuentes archivísticas, no se ha limitado a trazar la historia de una construcción. También ha querido mostrarnos quiénes eran los policías que trabajaron allí o los presos que sufrieron sus abusos. Para los antifranquistas, la DGS era el “Belsen español”, denominación que aludía a un conocido campo de concentración nazi. Más tarde, con el tardofranquismo, la dureza policial persistió. 

Según el autor, es falsa la idea de que el régimen, con el paso del tiempo, se volviera más “blando”. Por entonces, muchos funcionarios explicaban a sus torturados que, si se producía un cambio político, ellos continuarían en la policía. No se veían a sí mismos como opresores: se consideraban profesionales dispuestos a servir con cualquier gobierno.

De aquellos polvos...

Con la democracia, muchos esperaban grandes cambios que no se materializaron. Alcántara critica la ausencia de una depuración en las fuerzas del orden. En esto coincide con David Ballester, autor de Una historia de la policía española, en el que muestra cómo violadores de los derechos humanos pudieron continuar con sus carreras a la muerte de Franco. No solo no se los depuró: se los promocionó y recibieron condecoraciones. Para llegar a este punto, el libro comienza con lo sucedido a partir de 1939. Eso implica centrarse en cuerpos como los grises, así denominados por el color de su uniforme.

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El comisario Antonio González Pacheco, “Billy el Niño”, conocido por torturar a numerosos opositores políticos durante el franquismo, aquí en 1981. EFE/jgb

EFE

Durante la dictadura, nos encontramos con unas fuerzas de seguridad extremadamente ideologizadas y mandadas de un modo deficiente. Franco se sirvió de ellas sin escrúpulos para mantenerse en el poder. Tanto Ballester como Alcántara han colocado la base de futuros estudios que han de contribuir a profundizar en un ámbito esencial de nuestra historia reciente. Ninguna visión del pasado está completa si ignoramos cómo el Estado ejerce su monopolio de la violencia.

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