El crepúsculo de Billy Wilder
Entre libros
Jonathan Coe realiza en 'El señor Wilder y yo' un melancólico retrato del cineasta a través de la recreación del rodaje de 'Fedora' y sus recuerdos del nazismo
En 1977, Billy Wilder estaba considerado un director anticuado. Tras encadenar varios fracasos en taquilla, Hollywood le dio la espalda. Para el rodaje de su nueva película, Fedora (1978), el director buscó financiación fuera de Estados Unidos. La encontró en Alemania, el país del que tuvo que huir en 1933 por su origen judío y donde los nazis asesinaron a su madre, deportada al campo de exterminio de Auschwitz.
“Con esta película, en realidad, no puedo salir perdiendo”, comentó el director con su legendaria mordacidad. “Si tiene mucho éxito, será mi venganza contra Hollywood. Y si es un fracaso, será mi venganza por lo que pasó en Auschwitz”.
La novela El señor Wilder y yo está articulada a través de estos dos ejes temáticos. Por un lado, describe el ocaso de la carrera de Wilder –quien solo filmaría una película más, la mediocre comedia Aquí, un amigo (1981)– y de una forma de hacer cine. Estamos en pleno relevo generacional, cuando está irrumpiendo la “panda de la barba”, como llama Wilder a los padres del nuevo Hollywood: Spielberg, Scorsese, Coppola...
Por otro lado, la novela evoca, a través de un ingenioso flashback escrito en forma de guion cinematográfico, la angustiosa peripecia vital de Wilder desde que escapó de Alemania hasta que, terminada la contienda, es contratado por el Departamento de Guerra de Estados Unidos para realizar Death Mills (1945), un documental sobre los campos de concentración.
El director estuvo buscando a su madre entre los cadáveres que aparecían en las grabaciones que tuvo que visionar
Es uno de los episodios más impactantes del libro: el relato de cómo el director estuvo buscando a su madre entre los cadáveres que aparecían en las crudísimas grabaciones que tuvo que visionar para elaborar el documental (abajo, una parte de Death Mills; advertimos de la dureza de varios pasajes).
El nuevo Hollywood
La novela está narrada en primera persona por Calista Frangopoulou, una joven griega que actúa como intérprete de Wilder durante el rodaje de Fedora en Corfú. A través de ese personaje imaginario, el británico Jonathan Coe describe la forma de trabajar y la cautivadora personalidad del genial director, la complicidad con su pareja artística, el no menos talentoso guionista I. A. L. Diamond, y los profundos cambios que se estaban produciendo en la industria del cine durante esos años.
Unos cambios ejemplificados por el fracaso de Fedora y el extraordinario éxito de Tiburón (1975), que impidieron a Wilder rodar uno de sus proyectos más personales: la adaptación de La lista de Schindler. Una película que, ironías del destino, acabaría realizando el “barbudo” Steven Spielberg.
El señor Wilder y yo
Jonathan Coe
Barcelona: Anagrama, 2022. 280 pp. 19,90 €