Frida Kahlo, una mexicana en París

Entre libros

El especialista en arte Jaime Moreno Villarreal rastrea en la propia biblioteca de la pintora para presentarnos 'Frida en París, 1939', un delicado relato de su viaje

Frida Kahlo*gelatin silver print*Oct. 16 / 1932

Frida Kahlo, retrato de Guillermo Kahlo, 16 de octubre de 1932, impresión en gelatina de plata 

Dominio público

No descubrimos nada si decimos que París ha sido la meca de la cultura europea, el lugar donde había que estar para ser alguien. Así lo creyó también la pintora Frida Kahlo, que en 1939 se desplazó a la capital francesa en un intento de promocionar su obra. 

Jaime Moreno Villarreal, uno de los principales escritores de México sobre temas artísticos, reconstruye este viaje en Frida en París, 1939, un libro tan documentado y bien escrito como lleno de sensibilidad.

Khalo rechazó pertenecer al Surrealismo: "Nunca pinté sueños. Pinté mi propia realidad"

El autor ha sabido buscar fuentes históricas donde otros no habrían prestado atención. A partir de una atenta investigación, ha obtenido numerosos datos reveladores de los viejos libros de la biblioteca de Kahlo, hoy conservados en el museo que ocupa su antigua residencia en México D. F. No en vano, un volumen gastado por el uso revela el interés de su propietario, y una dedicatoria autógrafa puede colocarnos en la pista de una relación humana. 

En este caso, también podemos profundizar en el conocimiento que la artista del país azteca poseía del movimiento surrealista. Ella, en cierta ocasión, rechazó su pertenencia a esta corriente: “Nunca pinté sueños. Pinté mi propia realidad”.

Frida y Diego Rivera hacia 1945.

Frida y Diego Rivera hacia 1945.

Getty

El lector encontrará las grandes claves de la vida de la protagonista, como su matrimonio poco convencional con el también pintor Diego Rivera. Él la amaba, pero no estaba dispuesto a guardarle fidelidad, porque pensaba que eso era un prejuicio burgués. Así las cosas, ella se vio empujada hacia otros hombres. El divorcio, de todas formas, le resultó traumático. 

Por otra parte, Moreno nos descubre los vínculos de Kahlo con André Breton, que fue quien la invitó a París para que expusiera sus cuadros. Su amistad concluiría con un distanciamiento total, palpable en el hecho de que la mexicana no se dignara, ni siquiera, a hojear uno de los libros de Breton que se conserva en su biblioteca.

Atento a los detalles

Llegada de Trotsky a México con su mujer, Natalia.

Llegada de Trotski a México con su mujer, Natalia.

Dominio público

El viaje tuvo lugar en un contexto muy turbulento: la Guerra Civil española, el camino hacia la Segunda Guerra Mundial y la pugna entre trotskismo y estalinismo. Trotski fue una figura muy próxima a la pintora y su esposo. Contamos, en este sentido, con el autógrafo, en apariencia muy convencional, con que el político les dedicó un libro: “A mis amigos Frida y Diego Rivera, con gratitud y mis mejores deseos”. 

Como bien indica el autor, el hecho de que estas palabras ocupen toda la página expresa satisfacción. La buena historia se hace así: sacando todo el partido a las fuentes, aunque nos parezcan poco importantes.

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