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5 arqueólogos que dejaron huella

Algunos dieron con hallazgos sensacionales. Otros contribuyeron a que la arqueología abandonara su talante meramente aventurero.

Paredes pintadas de la tumba de Tutankhamon que descubrió Howard Carter. Foto: Vía Wikimedia Commons.

5 Arqueólogos Famosos Tumba Tutankhamon

En la arqueología moderna se emplean una gran variedad de técnicas científicas y aparatos de última tecnología que han mejorado mucho la capacidad de los equipos de extraer, analizar e interpretar la información de un yacimiento arqueológico.

Las primeras excavaciones del siglo XIX apenas contaban con instrumentos ni conocimientos sobre cómo debían realizarse las investigaciones. Al terminar el siglo, empezaría una época de grandísimos descubrimientos que revolucionarían esta disciplina. Algunos arqueólogos, bien sea por sus hallazgos, bien por sus contribuciones al estudio de esta rama de la ciencia histórica, han dejado su huella. Estos son los cinco más importantes:

Howard Carter

TERCEROS

Lord Carnarvon, un británico amante de la ar­queología y dispuesto a invertir su fortuna en una excitante aventura, consiguió una concesión para excavar en el Valle de los Reyes y contrató los servicios de Howard Carter para las tareas arqueológicas. Durante años no encontró nada y Lord Carnarvon estaba harto. Comunicó a Howard Carter que 1922 iba a ser la última tem­porada que iba a financiar la búsqueda de la tumba de un faraón del cual sólo co­nocía el nombre, menciona­do en diversas inscripcio­nes.

Sin embargo, el 4 de noviembre de ese año Carter desempolvaba los escalo­nes que conducían a una tumba. Unos días más tarde contemplaba el mayor des­cubrimiento arqueológico del siglo XX, o al menos el más mediatizado. El ente­rramiento de Tutankhamón (c 1334 –1325 a. C.), el más intacto de los hallados en el Valle de los Reyes, la necró­polis de Tebas.

Heinrich Schliemann

TERCEROS

Heinrich Schliemann, multimillona­rio alemán metido a ar­queólogo, estaba obsesionado con demostrar la ba­se histórica de la Ilíada de Homero. En 1871 logró desenterrar, en la colina turca de Hissarlik, una ciudad de la Edad de Bronce. Sus increíbles hallazgos, entre los que destacan el del Te­soro de Príamo, con más de 8.000 piezas, dejaron boquiabierta a la comuni­dad científica, sobre todo a quienes le habían acusado de loco y aficionado.

Sus excavaciones en His­sarlik sacaron a la luz nue­ve ciudades superpuestas. La segunda de ellas, que él identificó con la Troya de Homero, resultó no ser la que buscaba. Sin embargo, años después de su muerte, su ayudante Wil­helm Dörpfeld demostra­ría que la Troya mítica po­dría ser la ciudad que habían encontrado en los niveles sexto y séptimo.

El valor del descubrimiento de Schliemann y su acierto en documentar por primera vez los hallaz­gos mediante fotografías le han convertido, en cier­ta manera, en un pionero para la arqueología.

William Flinders Petrie

TERCEROS

William Flinders Petrie es uno de los padres de la arqueología moderna. Petrie fue el primero en re­lacionar cada estrato de un yacimiento con una época determinada a partir de los restos encontrados en él, principalmente vasijas y otros utensilios cotidianos. Marcaba cada fragmento de terracota, dibujaba su forma y anotaba cuidadosamente dónde había aparecido y qué otras piezas lo circunda­ban. Comparándolos entre sí establecía su antigüedad: ideó así el método de fechas cruzadas, aún vigente.

Este rigor inaudito para su época no quedó sin recom­pensa. Petrie fue quien des­cubrió la era Predinástica egipcia y, a pesar de sus ro­ces con otros arqueólogos no tan escrupulosos, fue ob­jeto de una gran admiración. Murió al pie del cañón, dirigiendo una excava­ción en Gaza a sus casi noven­ta años.

Henri Breuil

TERCEROS

Aunque las pinturas de Al­tamira se conocían desde 1879, la comunidad científi­ca desconfiaba de su au­tenticidad. Fue Breuil quien demostró la veracidad de un arte paleolítico, al descubrir pintu­ras similares en dos grutas francesas: Combarelles y Font-de-Gaume. Desde en­tonces viajó por Francia, Es­paña, Namibia o China, compaginando la arqueo­logía con sus actividades religiosas (era sacerdote) y docentes.

Profesor en el Instituto de Paleontología, catedrático universitario y miembro del Institute de France, adquirió tal prestigio que sus colegas le consultaban ante cual­quier descubrimiento. Su veredicto se consideraba in­falible. A él se deben las primeras interpretaciones rigurosas del significado de las figuras rupestres, así como una clasificación general del Paleo­lítico Superior que aún se considera válida. Foto: Vía Wikimedia Commons.

Kathleen Kenyon

TERCEROS

Fue la primera mujer que se hizo un nombre como arqueóloga. Aprendió el método de excavación estratigráfica de Sir Mortimer Wheeler. Una técnica que, aunque le re­sultó inadecuada en yaci­mientos extensos, fue la cla­ve del éxito de sus trabajos en Jericó.

El yacimiento de Tell-al Sul­tan, la colina bajo la que aguardaban los restos de la antigua Jericó, se reveló como el si­tio perfecto para la técnica que Kenyon había ido perfeccionando durante veinte años. Su aplica­ción permitió establecer por primera vez el marco históri­co de una de las primeras ciudades de la Antigüedad, con más de 3.800 años de existencia.

Kenyon alcanza­ba así la celebridad en el mundo académico, que aceptó e incluso adoptó su técnica. De hecho, hasta bien entrados los años se­senta, muchos arqueólogos en Tierra Santa siguieron inspirándose en ella para sus trabajos en la zona. El trabajo de toda una vida, sus libros y sus descu­brimientos se vieron recom­pensados con numerosos honores internacionales. Foto: Vía Wikimedia Commons.

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