La Universidad de Salamanca , que cumplió en 2018 su octavo centenario, tiene a sus espaldas una trayectoria académica más que prestigiosa. Sin duda, uno de sus momentos de mayor importancia e influencia tuvo lugar bajo la España de los Austrias.
El mundo de Carlos V y Felipe II fue el de la Inquisición , pero también el escenario de un gran esplendor intelectual. La denominada Escuela de Salamanca reunió a algunos de los pensadores más notables del momento. Buena parte de su trabajo se consagró a la reflexión sobre problemas acuciantes en un mundo en transformación.
América se había descubierto en 1492 y el capitalismo experimentaba un considerable desarrollo . Todo eso suscitaba nuevas preguntas. Entre los encargados de ofrecer respuestas se encontraron importantes teólogos, como los dominicos Francisco de Vitoria (c. 1483-1546) y Domingo de Soto (1494-1560) o el jesuita Francisco Suárez (1548-1617).
Estos son algunos de los aspectos más innovadores de una corriente que estuvo en la vanguardia del pensamiento filosófico europeo.
El préstamo con intereses
El economista austríaco Joseph Schumpeter (1883-1950) elogió en el siglo XX la aportación salmantina a la disciplina económica. Sus pensadores trataron cuestiones como la legitimidad del préstamo a interés. ¿Era sinónimo de usura, como sostenía tradicionalmente la Iglesia, o podía justificarse en determinados supuestos?
La Escuela de Salamanca entiende el dinero como una mercancía que puede producir un beneficio, el interés. También valora el coste de oportunidad. Como el prestamista pierde la ocasión de utilizar su capital en cualquier otra, merece una compensación por ello.
La soberanía popular
Para los autores de la Escuela de Salamanca, la soberanía reside en el pueblo , y este la transfiere al monarca. El rey no disfruta de un poder absoluto. En opinión de Francisco Suárez, es justo deponer a un rey tiránico, puesto que los hombres nacen libres, y no siervos .
El derecho internacional
Según Francisco de Vitoria, no basta con que un estado se rija por leyes justas. Las relaciones entre distintos países deben basarse en el derecho, y no en la fuerza. El bien general está por encima del bien de cada una de las naciones .
¿Precursores de la Convención de Ginebra?
La guerra, para estos intelectuales, es una catástrofe. Por eso ponen condiciones restrictivas para declararla. Solo debería pensarse en ella como último recurso. Por ejemplo, en caso de defensa propia . Y aun así, solo se debe acudir a las armas cuando existan posibilidades de éxito, para evitar un derramamiento de sangre inútil.
Una vez declaradas las hostilidades, debe emplearse una violencia proporcional y con límites. No vale todo. Matar prisioneros, por ejemplo, sería inmoral.
La conquista de América
Para Francisco de Vitoria, los españoles no tenían derecho a imponer su modo de vida a los indígenas: “Los príncipes cristianos ni aun con la autoridad del Papa pueden apartar por la fuerza a los bárbaros de los pecados contra la ley natural, ni por causa de ellos castigarlos”.
Imponer el catolicismo tampoco justificaba la violencia. Por este camino solo se conseguiría que los nativos fingieran creer en lo que no creían. Impedir los sacrificios humanos tampoco era motivo suficiente para el intervencionismo. ¿No mostraba la Biblia que los reyes paganos no perdían su soberanía por sus pecados? El mismo principio podía aplicarse a los monarcas indios.
No obstante, Vitoria no cuestionaba la legitimidad del dominio español sobre América , siempre que este se ejerciera en beneficio de los “bárbaros”. En ese punto, además, ya constituía una situación de facto . Una vez que se habían convertido tantas personas al cristianismo, no era lícito que los reyes abandonaran aquellos territorios.