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Churchill y el peligro ruso: lecciones para Europa en tiempos de guerra y desunión transatlántica

Historia

La invasión de Ucrania y el resurgir de la amenaza rusa recuerdan las advertencias de Churchill, con la diferencia de que Europa enfrenta ahora desafío sin el apoyo de Trump, ahora aliado de Putin

Winston S. Churchill (1874-1965) en su despacho

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En marzo de 1946, Winston Churchill pronunció uno de los discursos más emblemáticos de la posguerra en Fulton, Missouri. Conocido como el discurso del “Telón de Acero”, Churchill advirtió al mundo sobre la expansión soviética y el peligro que representaba para la libertad y la estabilidad de Europa. Hoy, en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, sus palabras resuenan con una inquietante actualidad. Así lo ha entendido Emmanuel Macron, quien ha alertado de que Rusia tal vez no quiera detenerse solo en la invasión de Ucrania. 

Este artículo explora las intuiciones de Churchill sobre el peligro ruso y cómo su legado puede ayudarnos a comprender los desafíos actuales que enfrenta Europa, especialmente en un momento en que Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, ya no es el aliado inquebrantable que fue tras la II Guerra Mundial. Además, la invasión de Ucrania ha despertado temores en países como Polonia y las repúblicas bálticas, que ven en la agresión rusa una amenaza directa a su propia seguridad.

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Churchill no fue el primero en reconocer la amenaza soviética (los hubo, como el general George Patton, que, literalmente, proponían invadir la URSS), pero su elocuencia y visión estratégica le permitieron articular con claridad los riesgos que representaba la Unión Soviética para Europa. En su discurso, describió cómo el continente había sido dividido en dos esferas de influencia, con un “telón de acero” descendiendo desde el Báltico hasta el Adriático. Detrás de ese telón, advirtió, las naciones estaban siendo sometidas a un control autoritario y a la supresión de las libertades individuales. 

Churchill no fue el primero en reconocer la amenaza soviética, pero su elocuencia y visión estratégica le permitieron articular con claridad los riesgos que representaba

Churchill intuía que la Unión Soviética no se contentaría con controlar solo a los países de Europa del Este, sino que buscaría expandir su influencia hacia el oeste, amenazando la estabilidad y las democracias liberales en toda Europa. Su llamada a la unidad entre las naciones libres y a la contención del expansionismo soviético sentó las bases para la política de Occidente durante la guerra fría. La creación de la OTAN en 1949 fue, en gran medida, una respuesta a las advertencias de Churchill, y durante décadas, Estados Unidos fue el pilar de la defensa de Europa frente a la amenaza soviética.

Sin embargo, el mundo ha cambiado drásticamente desde entonces. La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 ha demostrado que las intuiciones de Churchill sobre el peligro ruso siguen siendo relevantes. Vladímir Putin, al igual que los líderes soviéticos del pasado, ha mostrado una clara disposición a usar la fuerza para imponer su voluntad sobre los países vecinos y desafiar el orden internacional (con un modelo de guerra, por cierto, del siglo XX). 

La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 ha demostrado que las intuiciones de Churchill sobre el peligro ruso siguen siendo relevantes

Ucrania, como nación soberana que aspira a integrarse en las estructuras democráticas de Europa, se ha convertido en el campo de batalla de una lucha más amplia entre la autocracia y la democracia. Pero a diferencia de la guerra fría, cuando Estados Unidos era el aliado inquebrantable de Europa, hoy la situación es más compleja. La presidencia de Donald Trump ha marcado un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas. Trump ha cuestionado repetidamente el valor de la OTAN, llegando a sugerir que Estados Unidos podría no defender a sus aliados europeos si no aumentaban sus gastos en defensa. Esta postura ha creado una sensación de incertidumbre y vulnerabilidad en Europa, que ya no puede dar por sentado el apoyo incondicional de Washington.

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Esta incertidumbre se ha visto exacerbada por la retórica de Trump y sus seguidores, que han expresado admiración por Putin y han minimizado la amenaza rusa. Durante su primera presidencia, Trump llegó a sugerir que Crimea, anexionada por Rusia en 2014, era legítimamente rusa debido a su población de habla rusa. Estas declaraciones no solo socavaron la posición de Ucrania, sino que también enviaron un mensaje preocupante a otros países de Europa del Este que temen ser los próximos objetivos de la expansión rusa. 

Polonia y las repúblicas bálticas—Estonia, Letonia y Lituania—han seguido de cerca la invasión de Ucrania, conscientes de que su propia seguridad podría estar en juego (Churchill también lo advirtió en el pasado). Estos países, que tienen importantes minorías rusófonas y comparten fronteras con Rusia o su aliado Bielorrusia, ven en la agresión de Putin una amenaza existencial. El miedo a una posible invasión o a una escalada de la presión militar rusa es palpable, y ha llevado a estos países a aumentar sus gastos en defensa y a buscar una mayor presencia de la OTAN en sus territorios.

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La invasión de Ucrania no es solo un conflicto regional; es una prueba para la capacidad de Europa de defender sus principios y su soberanía frente a un poder revisionista como Rusia. Si Europa no responde con unidad y decisión, el peligro de que Rusia extienda su influencia o incluso su agresión a otros países es real. Polonia, por ejemplo, ha sido uno de los países más firmes en su apoyo a Ucrania, consciente de que su propia seguridad está ligada a la de su vecino (el pasado de relaciones entre Rusia y Polonia a sido siempre traumático). Las repúblicas bálticas, por su parte, han aumentado su cooperación militar y han pedido una mayor presencia de la OTAN en la región. Pero estos esfuerzos no serán suficientes si Europa no actúa de manera coordinada y decisiva.

Aunque a finales de la Segunda Guerra Mundial pensó en un hipotético choque con la URSS, en sus memorias Churchill no abogaba por una confrontación directa, sino por una combinación de firmeza militar y diplomacia inteligente. ¿Puede seguir hoy Europa ese enfoque con Trump alentando la fractura europea? La OTAN y la Unión Europea han demostrado una notable cohesión en su respuesta a la invasión de Ucrania, imponiendo sanciones económicas severas y proporcionando apoyo militar y humanitario. Sin embargo, el desafío a largo plazo será mantener esta unidad y evitar la fatiga geopolítica. Además, Europa debe invertir en su defensa y reducir su dependencia energética de Rusia, algo que Churchill habría visto como una medida estratégica esencial. La transición hacia fuentes de energía alternativas y la diversificación de proveedores son pasos cruciales para debilitar la influencia rusa en el continente.

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Las intuiciones de Winston Churchill sobre el peligro ruso para Europa fueron proféticas en su época y siguen siendo relevantes en el siglo XXI. La invasión de Ucrania es un recordatorio de que la lucha por la libertad y la soberanía nunca termina. Europa debe aprender de las lecciones del pasado, mantener su unidad y actuar con determinación para defender sus valores y su seguridad. Como dijo Churchill, “el precio de la grandeza es la responsabilidad”, y hoy esa responsabilidad recae sobre todos los europeos. En un mundo donde Estados Unidos ya no es el aliado inquebrantable de antaño, Europa debe estar preparada para asumir un papel más activo en su propia defensa. La seguridad de Polonia, las repúblicas bálticas y el resto del continente depende de ello.