“¡Viva la República Democrática Federal!” Así acababa el Pacto federal de Tortosa hecho público el 18 de mayo de 1869, apenas ocho meses después de la Revolución de Septiembre de 1868, que supuso el exilio de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático. Lo firmaban un grupo de representantes republicanos federalistas de las provincias de Aragón, Catalunya, Valencia y Baleares, los territorios de la antigua Corona de Aragón, aunque en ausencia de los representantes de Alicante y Girona. La elección de Tortosa no fue casual, ya que los impulsores del texto, que ofrecemos íntegro, eligieron un simbólico centro geográfico que expresase la igualdad de todos los territorios representados.
El manifiesto formalizaba por primera vez una propuesta de organización federal de España, siguiendo en buena medida las tesis de uno de los firmantes, Valentí Almirall, uno de los representantes de Barcelona. De hecho, tras el triunfo de la Gloriosa había publicado sus Bases para la constitución del Estado de Cataluña. Le seguirían rápidamente, uno tras otro, los pactos de Córdoba para los reinos de Andalucía, constituida en región tras la reforma territorial de 1833; de Valladolid para las dos Castillas; de Santiago de Compostela para Galicia y Asturias, y de Eibar para las provincias vascas y navarra. El 30 de julio de 1869 el movimiento confluía en el Pacto Nacional Federal de Madrid.
Los diferentes sectores republicanos que se habían agrupado en Partido Republicano Demócrata Federal, fundado ex profeso a partir del Partido Demócrata, no perdieron el tiempo y aprovecharon la oportunidad que suponía la constitución de Cortes Constituyentes ese mismo enero. Sus resultados fueron buenos, especialmente en esas demarcaciones de la antigua Corona de Aragón, aunque insuficientes para imponer su modelo político, ya que las fuerzas que habían abogado por la restauración monárquica eran mayoritarias. De ahí que manifestasen explícitamente en el texto que rechazaban recurrir a la cualquier tipo de fuerza si regresaba la Monarquía. Aunque ello no impedía, sostenían, la implantación de un modelo territorial federal.
Pero el gobierno provisional que presidía el general Francisco Serrano, quien había liderado la insurrección armada contra la reina junto al también general Joan Prim y el almirante Juan Bautista Topete, apostaba firmemente por la restauración. El 16 de noviembre de 1870, las Cortes Constituyentes designaron a Amadeo de Saboya como en nuevo rey de España entre conatos de revueltas de diversos sectores republicanos. El suyo fue un reinado tan convulso como breve. El asesinato de Prim mes y medio después de su proclamación, la insurrección en Cuba, el estallido de una nueva guerra carlista, un atentado y su descrédito ante las Cortes le obligaron a abdicar en febrero de 1873, cuando el Congreso y el Senado, ahora constituidos como Asamblea Nacional, proclamaron finalmente la República.
La presidencia Francesc Pi i Margall de la República y su firme impulso a la Constitución Federal de 1873 fue el momento en el que el modelo federal propugnado en Tortosa cinco años antes estuvo más cerca de hacerse realidad. Aunque las Cortes no llegaron a votar la nueva Carta Magna y las insurrecciones carlistas y cantonales llevaron al régimen a una crisis que culminó con el asalto al Parlamento del general Manuel Pavía el 3 de enero de 1874. Un golpe de Estado que significó la restauración borbónica y puso punto y final al federalismo.
El manifiesto
“Los representantes de los comités republicanos-democráticos-federales de Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares a sus correligionarios.
”Pendiente del fallo de las Constituyentes la resolución de los gravísimos problemas que planteó en España la Revolución de Septiembre, excitado el sentimiento moral del país por la incertidumbre de si será o no fecundo en resultados aquel gran movimiento de la opinión, destinado a operar en nuestra patria una transformación radical necesaria para que España viva la vida de los pueblos libres, deber es y deber imperioso para cuantos nos sentimos impulsados a contribuir con nuestros esfuerzos a la grande obra de nuestra regeneración política y social, trabajar para que en lo posible se realicen nuestros deseos y se cumpla nuestra aspiración patriótica y salvadora.
”Debemos y queremos hacer que el esfuerzo de Septiembre sea una revolución, no un pronunciamiento. Queremos acabar con las inconscientes agitaciones que tan sólo dan por resultado esa política personal mezquina que ha viciado nuestro carácter, que ha debilitado nuestra voluntad para toda resolución elevada, y ha hecho que nuestra pobre patria, vegetando a la sombra del doctrinarismo, juguete de cuatro pretorianos ambiciosos, incapaz de crear nada estable y duradero, oscilase continuamente entre revoluciones estériles y reacciones insensatas.
”La Revolución de Septiembre, hecho material, resultado de otra revolución verificada en el orden de los sentimientos y de las ideas, significaba dos cosas: el odio a una dinastía ingrata y corrompida, y la necesidad de dar a todos una legalidad común, imposible de realizar con la Monarquía y el predominio de los partidos medios, porque esa legalidad sólo puede asentarse sobre las sólidas bases de los derechos individuales, que son y deben ser el nervio de todas las constituciones políticas destinadas a armonizar los encontrados intereses de las sociedades modernas.
Debemos y queremos hacer que el esfuerzo de Septiembre sea una revolución, no un pronunciamiento
”Como ha interpretado el gobierno las aspiraciones del país, después de la Revolución, y como las ha realizado no tenemos necesidad de decirlo; escrito está en la conciencia de todos. A nuestro propósito, a nuestro deber de republicanos, cumple tan sólo decir que es necesario vigilar constante y cuidadosamente para que la Revolución no se bastardee, para que una vez más no se vea el pueblo burlado en sus esperanzas, engañado en su confianza, y una nueva decepción esterilice sus sacrificios y su abnegación generosa.
”Sí; la libertad, tan trabajosamente conquistada, peligra en nuestra patria. La Revolución no ha llevado, no puede llevar nunca, a la inteligencia y a la voluntad de ciertos hombres, el amor a las grandes reformas que cambian la faz de un pueblo y le salvan en las crisis supremas, así como tampoco la virtud de la constancia en un propósito desinteresado y digno. Partidos sin ideal político, entidades sin cohesión ni fuerza de ninguna clase, por una fatalidad ineludible, quizás por una debilidad censurable de la Revolución, se han apoderado del gobernalle de la nave del Estado, a la que vemos desmantelada y rota, expuesta a estrellarse en los escollos de la reacción.
”Debemos, pues, salvar a nuestra patria de un grave peligro y de una gran vergüenza. Debemos demostrar al mundo que cincuenta años de desgracias en nuestros esfuerzos revolucionarios han aleccionado al pueblo español. Desprestigiados los antiguos partidos, desacreditadas todas las soluciones eclécticas, derribado un trono secular, y en la patente imposibilidad de levantarlo de nuevo, el país entero fija su vista y tiende ansioso los brazos al ideal del porvenir, a las soluciones radicales de la democracia moderna.
Aragón, Cataluña y Valencia nos hemos unido para llamar al resto de España a la reconquista de sus derechos y libertades
”El Partido Republicano español está llamado a una gran misión, y debe cumplirla. Para él ha pasado el período de la propaganda y ha llegado ya el de la realización práctica de sus doctrinas. Es un hecho de convencimiento universal en España que para constituir definitiva y sólidamente el país, para dar la expansión necesaria a todos los encontrados intereses, no hay más solución que la República, ni medio más eficaz que nuestros principios regeneradores.
”Para continuar la obra de la Revolución y solidarla, para salvar la libertad de los pérfidos amaños que contra ella preparan sus enemigos declarados y sus falsos amigos: para cumplir con un deber de patriotismo que nuestra conciencia y el interés de nuestro partido reclaman de nosotros, para ahorrar a España nuevas agitaciones estériles y días de luto y desolación, nos hemos reunido, asociado y concertado los representantes del pueblo republicano de Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares, animados de la resolución firmísima, inquebrantable, de oponer una valla poderosa a la marcha de la reacción, venga de donde viniere y sea quien fuere el que la aliente en sus funestos propósitos y la guíe en su desastroso camino.
”Pueden venir días de crisis suprema para la causa de la libertad, días en que sean necesarios grandes esfuerzos de carácter, de varonil decisión, de desinteresado amor al sacrificio por la salvación de la patria. Aragón, Cataluña y Valencia, unidas en un mismo pensamiento, animadas por igual deseo, invencibles contra la reunión de sus grandes recursos, serán el baluarte donde se refugiará la Revolución después de un día de desgracia, para desde aquí llamar al resto de España a la reconquista de sus derechos y libertades.
La Monarquía siempre se ha encontrado aquí con las protestas de los pueblos libres que se resisten a la opresión
”Consideraciones elevadas aconsejan como buena esta forma de federación. Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares, unidas por su situación topográfica, solidarias en sus más preciados intereses, confundidas por sus recuerdos históricos, semejantes si no iguales en carácter y costumbres, émulas dignas en su pasión por la libertad, están llamadas, por su naturaleza, a marchar unidas, a vivir aliadas y a cumplir juntas los altos destinos providenciales de nuestra raza.
”Es preciso perfeccionar la actual organización de nuestro partido, buscando en nuestras condiciones geográficas e históricas, la base de esa organización. El fraccionamiento y división territorial establecida en nuestra geografía política y administrativa, ha venido creando poderosos medios a la tiranía para mantener en perpetua divergencia las fuerzas vivas del país, dificultando o haciendo impotente la acción de los partidos y disminuyendo su fuerza de cohesión en su estado de relaciones con sus propios elementos. El Partido Republicano Democrático Federal, sin intentar la imposible unidad de esos dispersos miembros, que es contraria a su forma constituyente, debe no obstante como medio de organización procurar la cohesión, creando grandes ocupaciones que le hagan fuerte y respetado.
”Nos unimos para resistir a la tiranía y a fuer de aragoneses, catalanes, valencianos y baleares, evocando en nuestro favor honrosos antecedentes históricos, tenemos derecho a esperar que merecerá la importancia debida nuestra firmísima resolución. El déspota que quiera esclavizarnos no lo logrará sin vencer las dificultades inmensas que sabrán oponerle nuestro carácter varonil e independiente, la tenacidad en nuestros propósitos, nuestro amor inmenso a la libertad. Siempre que la Monarquía ha intentado consumar alguno de sus atentados contra las libertades populares se ha encontrado aquí con una de esas terribles protestas con que los pueblos libres resisten a la opresión.
Creemos que la República democrática sólo es posible en España bajo una organización federal; y la federación no es la separación
”Valencia y Baleares, con las guerras democráticas de las Germanias, humillaron el orgullo de Carlos V; Aragón, en defensa de sus sagrados fueros, desafió heroicamente el omnímodo poder de Felipe II; Cataluña supo luchar contra los dos últimos reyes de la casa de Austria, y al entronizarse en España los Borbones realizó con su resistencia la brillante epopeya de la guerra de sucesión, que la inmortalizó en la historia. Y lo decimos a la faz del mundo: sabremos continuar nuestras gloriosas tradiciones liberales.
”¡Que no se interprete mal el pensamiento que ha presidido a la confederación de los republicanos de estas provincias! No se nos oculta que nuestra resolución ha de despertar recelos, reales o fingidos, de futuros proyectos de separación o segregación de estas provincias del resto de España. Protestamos desde luego de tal acusación. Sabemos bien lo que queremos y adónde vamos, y no tenemos para que ocultar nuestros propósitos. Somos republicanos, creemos que la República democrática sólo es posible en España bajo una organización federal; pero como nadie ignora, la federación no es la separación.
”Cuando estas provincias confederadas protesten contra la tiranía y la resistan, protestarán y resistirán en nombre de toda España, y no cejarán en sus propósitos, y redoblarán sus esfuerzos, seguras de que las secundarán las demás provincias hermanas, y lucharán hasta que nuestra patria se constituya sobre la base de una organización federal y descentralizadora, la más apropiada a un pueblo de las condiciones especiales del nuestro, regido por instituciones democráticas.
Una organización federal y descentralizadora es la más apropiada a un pueblo de las condiciones especiales del nuestro
”Las consecuencias que de este pacto de unión pueden resultar para la conducta del Partido Republicano de las provincias que lo forman, serán asimismo objeto de equivocados comentarios. Acerca de esto tan sólo nos resta declarar que a fuer de republicanos, amamos la paz y la fraternidad entre todos los hombres y sentimos natural repulsión hacia toda solución de fuerza. Confiamos en la poderosa virtud de nuestras ideas; nuestros principios han conquistado ya todas las inteligencias, no tardarán en dirigir las voluntades o se implantarán por la misma fuerza de las circunstancias que vence siempre los más decididos propósitos y la más arraigada tenacidad.
”Nos confederamos para defendernos, para resistir; no para ofender, no para provocar; porque hoy por hoy el amor a nuestra patria, la conciencia de nuestro deber, el interés de nuestro partido, no a otra cosa nos obligan.
”La anarquía, sea cualquiera el disfraz con que se presente, tiene en el pacto federal de Tortosa un enemigo tan decidido como lo tiene la reacción. Creemos firmísimamente que el orden sólo es posible con la libertad, y porque queremos el primero, defendemos con todas nuestras fuerzas la segunda. Deseamos el establecimiento de la República Democrática Federal, quizás tanto porque sólo con ella es posible la libertad y la justicia, como porque es la única forma de gobierno que en el estado actual de España puede salvarnos de gravísimos trastornos políticos y sociales, de una guerra civil, que con la restauración de la Monarquía vendrían indefectiblemente.
Nos confederamos para defendernos, para resistir; no para ofender, no para provocar
”Por lo demás, inútil es manifestar aquí que los representantes de las provincias, al confederarnos para salvar la Revolución de los peligros que la amenazan, no tratamos de quebrantar en lo más mínimo la maravillosa unidad de nuestro gran partido, ni mucho menos apartarnos del afectuoso cariño hacia los republicanos de las demás provincias de España, hermanos y correligionarios nuestros.
”Conformes, pues, a estas consideraciones generales, los representantes de los comités republicanos reunidos en Tortosa se constituyen en asamblea confederada y presentan a la aprobación de sus representados y a la consideración de los republicanos de toda España las siguientes bases:
”1. Los ciudadanos aquí reunidos convienen en que las tres antiguas provincias de Aragón, Cataluña y Valencia, inclusas las islas Baleares, estén aliadas y estén unidas para todo lo que se refiera a la conducta del Partido Republicano, y a la causa de la Revolución sin que en manera alguna se entienda por esto que pretenden separarse del resto de España.
”2. Asimismo manifiestan que la forma de gobierno que creen conveniente para España es la República Democrática Federal, con todas sus legítimas y naturales consecuencias.
La forma de gobierno conveniente para España es la República Democrática Federal, con todas sus legítimas y naturales consecuencias
”3. El Partido Republicano Democrático Federal de las expresadas provincias completará su organización en la forma siguiente. Habrá comités locales, de distrito judicial, provinciales y de Estado. Los comités locales se establecerán en todas las poblaciones, los de distrito judicial en las que sean cabeza de partido, los provinciales en las capitales de provincia y los de Estado en Barcelona, Valencia y Zaragoza, que representarán respectivamente a Cataluña, Valencia y Aragón. El comité provincial de las islas Baleares se entenderá con el comité de Estado de Cataluña.
”4. Los representantes aquí reunidos manifiestan que no consideran conveniente apelar a la fuerza material por el solo hecho de que las Cortes Constituyentes voten la forma monárquica, siempre que en lo sucesivo no se conculquen los principios proclamados en la Revolución de Septiembre, pero convencidos de los males que inevitablemente ha de producir la Monarquía, declinan toda responsabilidad de los que se ocasionen con su establecimiento.
”Hermanos y correligionarios nuestros: tales son los propósitos que animan a las provincias unidas. Éste es el pacto federal solemnemente contraído en medio de las azarosas, azarosísimas circunstancias, por que la nación atraviesa y al glorioso recuerdo de nuestra antigua historia popular; si algún día la libertad peligra, si la tormenta reaccionaria amenaza los sacrosantos derechos del pueblo y la tiranía intenta menoscabar nuestras conquistas revolucionarias, encontrará en nuestras fuerzas confederadas la más tenaz y decidida resistencia. Mientras tanto, realicemos pacíficamente nuestros destinos, cumplamos como buenos republicanos los deberes que nos impone la grandeza de la causa que defendemos y estad seguros que con esta conducta enérgica, digna y levantada, haremos imposible el restablecimiento de la tiranía, se realizarán nuestras patrióticas aspiraciones y España se regenerará bajo la égida santa de la libertad y de la justicia.
”¡Viva la República Democrática Federal!”