Ellis Island, la puerta entreabierta de Estados Unidos

Aquí empezó todo

Cuatro de cada diez estadounidenses descienden de inmigrantes que pasaron por el centro de control de este islote frente a Manhattan, en funcionamiento durante más de sesenta años

Instalaciones del centro de control de inmigración de Ellis Island, 1905

Centro de control de inmigración de Ellis Island, 1905

Library of Congress, Washington D. C.

El día de Año Nuevo de hace 131 años, Annie Moore entró en la historia con solo 15 años. Las autoridades le dieron un recibimiento de honor al desembarcar en Nueva York, entregándole incluso una moneda de 10 dólares de oro, “la primera moneda estadounidense que había visto y la mayor cantidad de dinero que jamás había poseído”, según dijo entonces el New York Times.

El motivo es que ella era la primera inmigrante en pasar por la isla de Ellis, el centro de procesamiento de extranjeros en el que se hunden las raíces de al menos un 40% de los estadounidenses de hoy.

Millones de ciudadanos europeos en viaje hacia el continente americano desembarcaban en Ellis Island, frente a Nueva York

Millones de ciudadanos europeos en viaje hacia el continente americano desembarcaban en Ellis Island, frente a Nueva York

The New York Public Library

Ellis fue la principal puerta de entrada a EE. UU. durante décadas y recibió a 12 millones de personas entre 1892 y 1954. Como en las películas, los barcos remontaban la desembocadura del Hudson, y los migrantes, hartos después de semanas de travesía, veían acercarse la silueta de los edificios del bajo Manhattan.

A los pasajeros de primera y segunda clase se les hacía una inspección exprés en el propio barco y casi siempre desembarcaban de inmediato, pero a los de tercera les esperaba un breve viaje que desandaba parte del camino. En su aproximación a Nueva York, pocos habían reparado en un pequeño islote que habían dejado atrás al pasar junto a la Estatua de la Libertad.

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Con quien primero se encontraban los migrantes en Ellis era con los médicos. En pocos segundos, los doctores del servicio de inmigración tenían que decidir si el recién llegado podía padecer alguna de las más de sesenta enfermedades que le impedirían entrar al país: una tos a destiempo podía levantar sospechas de tuberculosis y llevarte a un encierro sanitario de semanas en la misma isla, o incluso a que te mandaran de vuelta al país de origen.

La enfermedad más peligrosa era el cólera, pero los migrantes temían especialmente la tracoma, una forma de conjuntivitis que podía causar ceguera y que los médicos intentaban detectar por el dolorosísimo procedimiento de dar la vuelta a los párpados del paciente.

De izqda. a dcha., un albanés, un argelino y un bávaro en Ellis Island

De izqda. a dcha., un albanés, un argelino y un bávaro en Ellis Island

New York Public Library

Los doctores buscaban además señales de discapacidad. Una cojera podía suponer la vuelta a casa y los médicos hablaban incluso a los bebés para asegurarse de que no eran sordos. Como la ley también vetaba la entrada de “lunáticos” e “idiotas”, cualquier actitud poco común podía traer problemas.

Aunque había intérpretes, algunos antiguos empleados denunciaron que se catalogaban como “locura” muchos casos en los que simplemente el migrante no podía hacerse entender por los médicos. Para 120.000 de ellos, Ellis fue el único territorio estadounidense que conocieron antes de ser retornados a sus países.

En esa lista de rechazados no se entraba solo por razones médicas. Desde 1875 se impedía el acceso al país a prostitutas, lo que en la práctica suponía que se rechazaba a cualquier mujer joven que no fuera acompañada de un hombre o no tuviera uno esperando para recogerla.

También se prohibió específicamente en 1903 la entrada de anarquistas, un argumento que se usó años después para restringir precisamente la entrada de españoles. En palabras del congresista (nacido en Noruega) Harold Knutson, el gobierno español estaba “reuniendo a todos esos anarquistas y empujándolos a nuestro país”.

Una rutena, una noruega y una italiana en Ellis Island

Una rutena, una noruega y una italiana en Ellis Island

New York Public Library

La puerta entreabierta

El islote de Ellis, que en la infancia del país había servido de taberna de pescadores y como patíbulo para ahorcar piratas, fue creciendo según las necesidades cambiantes de la política migratoria estadounidense.

Solo en los 15 años que siguieron a su inauguración como centro de procesamiento, sobrevivió a un incendio devastador y multiplicó por nueve su extensión para acoger nuevos edificios, ampliando físicamente la isla con escombros de la excavación del metro de Nueva York y lastre abandonado por los barcos que llegaban al puerto de la ciudad.

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El primer año pasaron por allí 450.000 migrantes, y en su pico, 1907, la isla recibió más de un millón y llegó a tener casi 12.000 entradas en un solo día.

Desde Ellis se gestionaron las últimas grandes olas de inmigración “europea” antes de que la mayoría de los migrantes a EE. UU. pasaran a ser latinoamericanos o asiáticos en la década de 1960. Solo entre 1900 y 1914 pasaron por allí casi 10 millones de personas, principalmente italianos, alemanes, judíos de Europa de Este..., huyendo de la pobreza, la violencia y la persecución.

Un emigrante danés, un georgiano y un alemán en Ellis Island

Un emigrante danés, un georgiano y un alemán en Ellis Island

New York Public Library

También en Ellis se aplicaron las primeras legislaciones racistas que prohibían la entrada a chinos, a finales del siglo XIX, y las que intentaron mantener el carácter “blanco y anglosajón” del país en los años veinte vetando a españoles e italianos.

Despedida y cierre

Esas restricciones, junto a la posibilidad de que los migrantes empezaran a hacer los trámites previos al viaje en las embajadas y consulados estadounidenses en Europa, marcaron el final de la era dorada de Ellis. Entre 1925 y su cierre en 1954 “solo” pasaron por la isla 2,3 millones de migrantes, muchos menos que en los años anteriores; aun así, la mitad de todos los que entraban en EE. UU. Hoy la isla es un monumento nacional que se puede visitar, sus archivos son públicos y se pueden consultar los impresos de llegada de millones de migrantes.

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Museo Nacional de la Inmigración en Ellis Island, Nueva York 

Michael M. Santiago/Getty Images/AFP

Solo recientemente hemos sabido que, al contrario de lo que decía la leyenda popular, aquella primera adolescente irlandesa que pasó por Ellis tuvo una vida bastante dura y normal para una inmigrante de su época. Annie Moore murió en 1924 a los 47 años, está enterrada en Nueva York junto a seis de sus once hijos, que murieron antes que ella.

Del primer español que pasó por el islote de Ellis una semana después, llamado Francisco García, sabemos todavía menos. Tenía 17 años y llegó de La Habana a bordo del buque Panamá. Otra historia más entre los millones de ellas que encierra la isla de Ellis.

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