El contexto
Habría pasado a la historia como la mayor crisis de la actual democracia española de no ser porque menos de un mes después un teniente coronel de la Guardia Civil asaltó el Congreso de los Diputados. Aunque el golpe de Estado la eclipsó, la dimisión como presidente del Gobierno de Adolfo Suárez –de la que hoy se cumplen 40 años– supuso una convulsión política que, más allá del 23-F, muchos historiadores sitúan como el fin de la transición.
Cuatro décadas después no existe aún un consenso sobre las causas últimas que habrían llevado al líder de la Unión de Centro Democrático (UCD) a tomar esta drástica y aparentemente repentina decisión. Ni él mismo, en sus posteriores declaraciones ya apartado de la política, quiso concretar unos motivos que apenas aborda en el discurso que TVE y RNE emitieron la tarde de ese 29 de enero de 1981 interrumpiendo su programación y que reproducimos íntegramente.
En sus palabras llamaba especialmente la atención –y así titulaba La Vanguardia la intervención del presidente dimisionario en su edición del día siguiente– una referencia críptica a que la democracia fuese “una vez más, un paréntesis en la historia de España”. Aunque a posteriori Suárez siempre quiso dejar claro que si en ese momento hubiese sido consciente de la posibilidad de un golpe de Estado no habría dimitido. El caso es que el ruido de sables existía y ese mismo día el Ministerio de Defensa emitía una nota negando cualquier tipo de injerencia desde el ámbito castrense.
El sorpresivo anuncio no lo fue tanto para el Rey Juan Carlos I, que fue informado personalmente por el propio Suárez un día antes, ni para la clase política, que también recibió el anuncio por anticipado. Todos ellos reaccionaron inmediatamente con un mensaje de tranquilidad y normalidad, dando por hecho que se trataba de una dimisión anunciada.
También la prensa, pese a las críticas a Suárez expresadas en editoriales y artículos de opinión que se sucedieron esos días, normalizó de alguna manera la dimisión atribuyéndola a la fuerte división que existía en UCD. Una tensión acentuada por la suspensión esos mismos días de su congreso nacional, según el propio partido a causa de la huelga de controladores que dificultaba el tráfico aéreo. El presidente acabaría abandonando el partido y presentándose a las siguientes elecciones, las de 1982, por el nuevo Centro Democrático y Social (CDS).
La moción de censura que había presentado el PSOE unos meses antes, la rápida evolución de la transición con la aprobación de varios estatutos de autonomía, la tramitación de la ley de Autonomía Universitaria y de la controvertida ley del Divorcio y una fuerte tensión política acentuaron las divisiones en una formación como la UCD que carecía de la solidez de otras formaciones históricas como el PSOE o el PCE o que tenían un espacio claro como la Alianza Popular de Manuel Fraga.
A todo ello se sumaba una larga y profunda crisis económica y el terrorismo de ETA y los Grapo. El mismo día que la prensa informaba de la dimisión y sus consecuencias políticas también tenía que hacerse eco del secuestro –que acabaría en asesinato– de José María Ryan, ingeniero jefe de las obras de la central nuclear de Lemoiz, así como del atentado con una víctima mortal contra una central de Iberduero, la empresa que construía la central, en el municipio navarro de Tudela.
Así informó La Vanguardia de la dimisión de Suárez (1), (2), (3), (4), (5), (6) y (7)
El discurso
“Hay momentos en la vida de todo hombre en los que se asume un especial sentido de la responsabilidad. Yo creo haberla sabido asumir dignamente durante los casi cinco años que he sido presidente del Gobierno. Hoy, sin embargo, la responsabilidad que siento me parece infinitamente mayor.
”Hoy tengo la responsabilidad de explicarles, desde la confianza y la legitimidad con la que me invistieron como presidente constitucional, las razones por las que presento, irrevocablemente, mi dimisión como presidente del Gobierno y mi decisión de dejar la presidencia de la Unión de Centro Democrático.
”No es una decisión fácil. Pero hay encrucijadas tanto en nuestra propia vida personal como en la historia de los pueblos en las que uno debe preguntarse, serena y objetivamente, si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él.
Me voy sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto”
”He llegado al convencimiento de que hoy, y, en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia.
”Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento.
”No me voy por cansancio. No me voy porque haya sufrido un revés superior a mi capacidad de encaje. No me voy por temor al futuro. Me voy porque ya las palabras parecen no ser suficientes y es preciso demostrar con hechos lo que somos y lo que queremos.
”Nada más lejos de la realidad que la imagen que se ha querido dar de mí con la de una persona aferrada al cargo. Todo político ha de tener vocación de poder, voluntad de continuidad y de permanencia en el marco de unos principios.
No me voy por cansancio. No me voy por temor al futuro. Me voy porque ya las palabras parecen no ser suficientes”
”Pero un político que además pretenda servir al Estado debe saber en qué momento el precio que el pueblo ha de pagar por su permanencia y su continuidad es superior al precio que siempre implica el cambio de la persona que encarna las mayores responsabilidades ejecutivas de la vida política de la nación.
”Yo creo saberlo, tengo el convencimiento, de que esta es la situación en la que nos hallamos y, por eso, mi decisión es tan firme como meditada.
”He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente. Ninguna otra persona, a lo largo de los últimos 150 años, ha permanecido tanto tiempo gobernando democráticamente en España.
”Mi desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nuevo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena. Pero, como frecuentemente ocurre en la historia, la continuidad de una obra exige un cambio de personas y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.
No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”
”Trato de que mi decisión sea un acto de estricta lealtad. De lealtad hacia España, cuya vida libre ha de ser el fundamento irrenunciable para superar una historia repleta de traumas y de frustaciones; de lealtad hacia la idea de un centro político que se estructure en forma de partido interclasista, reformista y progresista, y que tiene comprometido su esfuerzo en una tarea de erradicación de tantas injusticias como todavía perviven en nuestro país; de lealtad a la Corona, a cuya causa he dedicado todos mis esfuerzos, por entender que sólo en torno a ella es posible la reconciliación de los españoles y una patria de todos, y de lealtad, si me lo permiten, hacia mi propia obra.
”Pero este profundo sentimiento de lealtad exige hoy también que se produzcan hechos que, como el que asumo, actúen de revulsivo moral que ayude a restablecer la credibilidad en las personas y en las instituciones.
”Quizás los modos y maneras que a menudo se utilizan para juzgar a las personas no sean los más adecuados para una convivencia serena. No me he quejado en ningún momento de la crítica. Siempre la he aceptado serenamente. Pero creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que se perjudica el normal y estable funcionamiento de las instituciones democráticas.
Trato de que mi decisión sea un acto de lealtad hacia la idea de un centro político que se estructure en forma de partido interclasista, reformista y progresista”
”La crítica pública y profunda de los actos de Gobierno es una necesidad, por no decir una obligación, en un sistema democrático de Gobierno basado en la opinión pública. Pero el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque, precisamente pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia.
”Querría transmitirles mi sentimiento de que sigue habiendo muchas razones para conservar la fe, para mantenerse firmes y confiar en nosotros los españoles. Lo digo con el ansia de quien quiere conservar la fuerza necesaria para fortalecer en todos sus corazones la idea de la unidad de España, la voluntad de fortalecer las instituciones democráticas y la necesidad de prestar un mayor respeto a las personas y la legitimidad de los poderes públicos.
”Yo por mi parte, les prometo que como diputado y como militante de mi partido seguiré entregado en cuerpo y alma a la defensa y divulgación del compromiso ético y del rearme moral que necesita la sociedad española.
”Todos podemos servir a este objetivo desde nuestro trabajo y desde la confianza de que, si todos queremos, nadie podrá apartarnos de las metas que, como nación libre y desarrollada nos hemos trazado.
El ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima”
”Se puede prescindir de una persona en concreto. Pero no podemos prescindir del esfuerzo que todos juntos hemos de hacer para construir una España de todos y para todos. Por eso no me puedo permitir ninguna queja ni ningún gesto de amargura. Tenemos que mantenernos en la esperanza, convencidos de que las circunstancias seguirán siendo difíciles durante algún tiempo, pero con la seguridad de que si no desfallecemos vamos a seguir adelante.
”Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes y comportamientos. Y yo quiero contribuir, con mi renuncia, a que este cambio sea realmente posible e inmediato. Debemos hacer todo lo necesario para que se recobre la confianza, para que se disipen los descontentos y los desencantos. Y para ello es preciso convocar al país a un gran esfuerzo. Es necesario que el pueblo español se agrupe en torno a las ideas básicas, a las instituciones y las personas promovidas democráticamente a la dirección de los asuntos públicos.
”Los principales problemas de España tienen hoy el tratamiento adecuado para darles solución. En UCD hay hombres capaces de continuar la labor de Gobierno con eficacia, profesionalidad y sentido del Estado y para afrontar este cambio con toda normalidad. Les pido que les apoyen y que renueven en ellos su confianza para que cuenten con el necesario margen de tiempo para poder culminar la labor emprendida.
Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes. Y yo quiero contribuir, con mi renuncia, a que este cambio sea posible e inmediato”
”Deseo para España, y para todos y cada uno de ustedes y de sus familias, un futuro de paz y bienestar. Esta ha sido la única justificación de mi gestión política y va a seguir siendo la razón fundamental de mi vida. Les doy las gracias por su sacrificio, por su colaboración y por las reiteradas pruebas de confianza que me han otorgado.
”Quise corresponder a ellas con entrega absoluta a mi trabajo y con dedicación, abnegación y generosidad. Les prometo que donde quiera que esté me mantendré identificado con sus aspiraciones. Que estaré siempre a su lado y que trataré, en la medida de mis fuerzas, de mantenerme en la misma línea y con el mismo espíritu de trabajo.
”Muchas gracias a todos y por todo.”