Sir Richard Burton, el espía que tradujo el ‘Kama Sutra’
Exploradores
Fue uno de los aventureros más eruditos del siglo XIX. Sus hazañas le hicieron popular, pero sus ataques a la moral victoriana le granjearon muchos enemigos
Ni el más avezado de los escritores románticos de la época victoriana hubiera osado imaginar un protagonista como sir Richard Francis Burton para sus novelas. Habría resultado demasiado inverosímil. Fue un explorador consumado, traductor (llegó a dominar 29 idiomas), antropólogo, militar, diplomático, científico, escritor... Y, por si fuera poco, durante buena parte de su vida actuó como agente secreto.
Algunas de sus misiones contribuyeron al derrocamiento del sah de Persia y al control británico de las provincias que hoy conforman el estado de Pakistán. Sus aventuras y desventuras inspiraron relatos de coetáneos como Thomas Wright o Rudyard Kipling.
Los siete años que pasó en India asentaron las bases de sus conocimientos sobre la vida y costumbres orientales
Vino al mundo en 1821 en un siglo crucial de la historia inglesa, marcado por el reinado de Victoria I. Su padre, Joseph Netterville Burton, teniente coronel del Ejército británico, quería que siguiera carrera eclesiástica, pero el joven se enroló en la Compañía Británica de las Indias Orientales. Al cabo de un año, en 1844, le asignaron su primera misión en Sind (India), que le permitió confundirse entre los lugareños y aprender gujarati, marathi e hindustaní, además de persa y árabe.
De misión en misión
Los siete años que pasó en India asentaron las bases de sus profundos conocimientos sobre la vida y las costumbres orientales y le sirvieron de aprendizaje para su posterior y famosa peregrinación a La Meca.
A mediados de siglo, el gobierno británico le encomendó completar el mapa de los territorios que rodean el mar Rojo para mantener bajo control el comercio en la zona. Ningún europeo como él logró penetrar en las ciudades santas en compañía de los hadgi (peregrinos musulmanes) con tanta destreza. Se disfrazó de pathan (miembro de una etnia árabe), demostró un completo conocimiento de los intrincados rituales islámicos e incluso se circuncidó para evitar cualquier riesgo de ser descubierto. Recogió sus peripecias en Mi peregrinación a La Meca y Medina, una de las cuarenta obras que dejó tras de sí.
Burton creía fervientemente en la poligamia para reforzar la estabilidad del matrimonio y acabar con la prostitución
Poco después, el Foreign Office, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, bajo el auspicio de la Royal Geographical Society, le encargó hallar las fuentes del Nilo. Tras dos años de exploraciones por las regiones del África ecuatorial, y acompañado por el capitán John Hanning Speke, dio con el lago Tanganika, y creyó, erróneamente, que de él brotaba el Nilo.
Por desgracia, cayó enfermo y no pudo proseguir la misión, que Speke completó con éxito en solitario al encontrar el lago Victoria. Burton nunca reconoció el acierto de su compañero.
Una voz polémica
En 1863 fundó con el doctor James Hunt la Sociedad Antropológica de Londres, y se sirvió de su publicación, Anthropologia, para explicar determinados puntos de vista orientales sobre el sexo que escandalizaron a la mojigatería victoriana . En sus artículos reiteraba que la mujer gozaba tanto como el hombre y reclamaba su emancipación sexual.
Burton creía fervientemente en la poligamia activa para reforzar la estabilidad del matrimonio y acabar con la prostitución.
Sus escritos sobre la sexualidad, su rechazo al “deficiente gobierno” de los ingleses en las nuevas colonias y su condena al infanticidio y al comercio de esclavos le granjearon numerosos enemigos, si bien sus hazañas le dieron gran popularidad.
Su matrimonio en 1861 con Isabel Arundell, católica, en una época en que a estos se les consideraba ciudadanos de segunda, avivó la controversia a su alrededor.
Las mil y una noches
Que cuentos como Aladino y la lámpara maravillosa o Alí Babá y los 40 ladrones formen parte del acervo popular de Occidente se debe a Burton, a quien se le reconoce, sobre todo, por traducir por primera vez al inglés Las mil y una noches .
Enriqueció los 16 volúmenes que lo componen con notas que él llamó “antropológicas” (incluían referencias a las condiciones religiosas y sociales del mundo árabe), pero que la sociedad consideró pornográficas.
Burton también tradujo obras hoy consideradas clásicas y que pusieron en boga en Europa nuevas actitudes con respecto al sexo. Es el caso de Ananga Ranga o el Kama Sutra.
La muerte le sorprendió en 1890 mientras trabajaba en la traducción de El jardín perfumado. Su viuda quemó el manuscrito para evitar que dañara aún más su reputación. Él, sin embargo, había muerto convencido de que su talento le garantizaría el paso a la posteridad. Lo escribió en su epitafio: “La inmortalidad del genio, que permanecerá como una estrella resplandeciente, guíe a los seres humanos”.
Sus restos yacen en Mortlake, en el sureste de Londres, en una tumba de piedras y mármol árabes en forma de tienda de campaña erigida por Arundell en memoria de la pasión de su marido por el mundo musulmán.
Grandes exploradores
Pese a sus dotes únicas, Richard Francis Burton no fue el único explorador que lograron pasar a la posteridad en esa época. En el siglo XIX, el Imperio británico dio al mundo otros grandes aventureros que ayudaron a la sociedad europea a conocer mucho mejor el mundo:
Mungo Park (1771-1806). La Asociación para la Promoción del Descubrimiento del interior de África le encargó encontrar el curso del río Níger. Gracias a esta misión, que ocuparía buena parte de su vida, este médico y explorador escocés trazó los primeros mapas del interior del continente negro.
David Livingstone (1813-73). Misionero, médico, explorador, científico y defensor de la abolición de la esclavitud, se pasó treinta años en África. Fue el primero en recorrer una tercera parte de aquel continente. Sus investigaciones sobre las fuentes del río Nilo facilitaron la labor de Burton y Speke.
Henry Morton Stanley (1841-1904). Pronunció una de las frases más célebres de la historia: “El doctor Livingstone, supongo”. Considerado uno de los exploradores del siglo XIX más importantes, se le relaciona con el pillaje sangriento que el rey Leopoldo II de Bélgica llevó a cabo en el Congo, así como con algunos episodios de brutalidad en el continente africano.
Este artículo se publicó en el número 444 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.