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Anita Delgado se va a la India

Perfiles

La historia de la malagueña que bailaba en un espectáculo de variedades, hasta que un príncipe se enamoró de ella y la convirtió en maharaní de un principado indio.

Anita Delgado como marajaní de Kapurthala, entre 1910 y 1915.

Domino público / Library of Congress, Washington

Parece un cuento de hadas, pero lo cierto es que un flechazo determinó la vida de Anita Delgado, nacida en 1890. Todo sucedió cuando tenía 16 años. Por entonces, esta malagueña de la calle Peña, cuyos padres eran dueños del modesto café La Castaña, había emigrado junto a su familia a Madrid en busca de mejores oportunidades.

Eran tiempos en los que la zarzuela y el sainete lírico empezaban a decaer en beneficio del teatro de variedades. Pese a las reticencias de su padre, tanto Ana como su hermana Victoria pudieron desarrollar sus aficiones artísticas.

Telonera de famosas

Habían debutado en el café Central-Kursaal como bailarinas teloneras de afamadas artistas (La Fornarina, Pastora Imperio...). En este escenario, punto de encuentro de intelectuales y artistas, las hermanas, conocidas con el nombre de Las Camelias, atrajeron la atención del público por su gracia y belleza.

En mayo de 1906, el marajá de Kapurthala (India), Jagatjit Singh, estaba en Madrid, donde había acudido para asistir a la boda del rey Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battemberg. El príncipe, un hombre alto, de tez cobriza y dientes de un blanco inmaculado, decidió ir a ver una función al Kursaal y quedó eclipsado por la belleza de Anita.

Las negativas de Anita encendieron aún más la pasión del marajá

Empezó a demostrar interés por ella y, a través del intérprete del hotel París, donde se hospedaba, le hizo llegar dos ofertas monetarias a cambio de sus favores. Pero la andaluza se cerró en banda. Como ella misma confesó en sus memorias: “Aquello parecía la venta de mi persona”.

Las negativas de Anita encendieron aún más la pasión del marajá, que envió al capitán de su escolta con una propuesta firme de boda. Alentada por el pintor Leandro Oroz, que casualmente estaba en casa retratando a su hermana Victoria, la joven escribió una carta: “Mi querido rey, malegraré cal recibo desta esté usté bien, con la cabal salú que yo pamí deseo...”.

Los alcahuetes

A partir de aquí empieza una historia rocambolesca. Oroz se dirige carta en mano a correos, pero antes de llegar se acerca al café de Levante, lugar de encuentro de los contertulios que cada noche asisten al Central-Kursaal. Es el comienzo de la conspiración.

El esposo de Anita Delgado, Jagatjit Singh, marajá de Kapurthala, c. 1915.

Dominio público

Dejando la ética a un lado, deciden leer la carta y, en un ambiente calificado por Ricardo Baroja de “cachondeo”, reemplazan la misiva de Anita por una nueva que el propio Valle-Inclán redacta con la colaboración del resto de intelectuales. Esa misma noche, Valle-lnclán, Oroz y Romero de Torres, junto a Imperio y La Fornacina, se alían como buenos alcahuetes para convencer a los padres de Anita de la conveniencia de la boda. Don Ángel, el padre, responde que todo está muy bien, pero ... “¿y la honra, qué hacemos con la honra?”.

Sugiere Valle-Inclán: “Casamos a una española con un marajá indio; van a India; allí, a instancias de Anita, el marajá arma la sublevación contra los ingleses, libera India y nos vengamos de Inglaterra, que nos robó Gibraltar”.

Una vida de ensueño

La conspiración amorosa triunfa y Anita se casa con el marajá, el 28 de enero de 1908, en una ceremonia fastuosa. Tres meses después nace su hijo Ajit Singh. El marajá construye para su esposa una réplica gemela del palacio de Versalles. Recorren Europa e India. Inspirada en estos viajes, Anita escribirá el libro Impresiones de mis viajes a las Indias.

El palacio de Kapurthala que el marajá hizo construir para Anita a semejanza del de Versalles.

Dominio público

Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial , viaja a Europa con su esposo y hacen importantes donativos a los hospitales francobritánicos. Llega a conocer a Gandhi y lucha contra costumbres retrógradas y terribles como los matrimonios infantiles o la quema en vida de viudas.

Anita lo tenía todo: un príncipe galante, palacios de ensueño, valiosas joyas, magníficos viajes... Pero era europea, y como tal contemplaba la vida. La pretensión de su marido de convertirla en esposa sumisa cae en saco roto por su talante independiente.

Sus memorias aparecen por entregas en el diario Madrid, pero de modo tergiversado y sensacionalista

En 1925 el matrimonio se separa y Anita se queda en París con su hijo. Asiste a bailes y fiestas y es cortejada por el nizam de Hyderabad. Viaja continuamente, también a su tierra natal.

La muerte de su marido en 1949 le afectará profundamente. A partir de entonces, su único deseo es escribir sus memorias y publicarlas. Estas aparecen finalmente reproducidas por entregas en el diario Madrid, pero de modo tergiversado y sensacionalista.

Indignada, Anita intenta retirarlas, pero es demasiado tarde. Fallece meses después, en julio de 1962. Será su hijo quien, tras numerosas gestiones y denuncias, logre detener su publicación. Más de cincuenta años después de su muerte, la historia de la majaraní española sigue cautivando.

Este artículo se publicó en el número 414 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.