¿Por qué fracasó la Primavera de Praga?

En 1968, los tanques soviéticos invadieron Checoslovaquia. Ponían fin a la Primavera de Praga, ocho meses en los que se intentó construir un socialismo en libertad.

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Durante la invasión soviética miles de personas salieron a las calles para pedir la libertad.

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Checoslovaquia nació como estado en 1918 al independizarse del Imperio austrohúngaro, desintegrado tras la Primera Guerra Mundial. El nuevo país estaba habitado por checos y eslovacos (66%), pero también contaba con más de un 22% de alemanes y un 5% de húngaros. La población germana se concentraba en Bohemia y Moravia (los Sudetes), circunstancia que Berlín aprovechó para anexionarse estas provincias en 1938.

Un año después, Hitler invadió el resto de Checoslovaquia. Tras la Segunda Guerra Mundial, Praga recobró los Sudetes y expulsó del país a las minorías alemana y húngara, a las que acusó de colaborar con los nazis. En 1946, el partido comunista checo ganó las elecciones. Dos años más tarde, un golpe de Estado lo convirtió, además, en la única fuerza política.

En política exterior, el país formó parte del Pacto de Varsovia, alianza militar para defender el bloque socialista contra Occidente.

La dictadura comunista implantó en Checoslovaquia la propiedad estatal de los medios de producción. En política exterior, el país formó parte del Pacto de Varsovia, alianza militar para defender el bloque socialista contra Occidente, e ingresó en el COMECON, especie de Mercado Común integrado por los satélites de la Unión Soviética. Esta justificó su preeminencia con la doctrina de la soberanía limitada, que permitía al Pacto de Varsovia intervenir en el territorio de sus miembros si el socialismo se veía amenazado.

Camino hacia la libertad

Durante los años sesenta se extendió en la sociedad checoslovaca el deseo de democratizar el socialismo. Los intelectuales fueron los primeros en manifestarse para criticar la represión del régimen. En enero de 1968, Alexander Dubcek sustituía a Antonin Novotny al frente del Partido Comunista. Muy pronto, el nuevo líder estableció la libertad de expresión. Mientras tanto, muchos disidentes perseguidos por el régimen eran liberados y/o rehabilitados.

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El líder soviético Leónidas Breznev ordenó aplacar las protestas con el uso de la fuerza militar.

TERCEROS

Según Dubcek, los comunistas no debían ocupar el poder contra la voluntad del pueblo. En consecuencia, se permitió la fundación de partidos no comunistas. Las reformas de Dubcek tuvieron un rápido eco en otros países socialistas. En Polonia, los estudiantes reclamaban un proceso de reformas similar al checoslovaco con el fin de implantar un sistema de libertades. Mientras tanto, en Yugoslavia tenían lugar otras manifestaciones en demanda de democracia.

Según un memorándum de la CIA hoy desclasificado, la prensa yugoslava comentó favorablemente lo sucedido en Checoslovaquia con la esperanza de que los cambios experimentados allí impulsaran transformaciones en otros estados del este de Europa.

Había llegado el momento de que el gobierno de Praga impusiera su autoridad sobre los rebeldes.

Los soviéticos observaron las reformas de Checoslovaquia con creciente preocupación. En mayo de 1968, varios dirigentes de este país viajaron a Moscú en un intento de conseguir el respaldo de los soviéticos a su proceso de apertura. Pero el líder ruso Leónidas Breznev les exigió que encarcelaran a los disidentes. Así, desde su punto de vista, conseguirían frenar supuestas fuerzas contrarrevolucionarias que cuestionaban el sistema de partido único y la ortodoxia marxista-leninista.

Había llegado el momento, pues, de que el gobierno de Praga impusiera su autoridad sobre los rebeldes. Si este no actuaba con contundencia, debería enfrentarse a la amenaza rusa: “Podríamos ocupar el país entero en 24 horas”. Para imprimir mayor fuerza a esta advertencia, el Pacto de Varsovia efectuó maniobras militares en territorio checoslovaco entre el 20 y el 30 de junio.

Un documento controvertido

El escritor checoslovaco Ludvik Vaculik publicó el Manifiesto de las 2.000 palabras el 27 de junio. El texto expresaba la preocupación ante una posible reacción conservadora que diera al traste con las reformas emprendidas. Para evitar este retroceso, Vaculik animaba a la población a organizar una resistencia cívica. Sin embargo, este llamamiento se convirtió en un argumento contra la Primavera de Praga, ya que los más inmovilistas vieron en él una invitación a la guerra civil.

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Los tanques, pertenecientes a cinco países del Pacto de Varsovia, entraron en Checoslovaquia.

TERCEROS

Medio millón de hombres, pertenecientes a cinco países del Pacto de Varsovia (Unión Soviética, Polonia, Bulgaria, República Democrática Alemana y Hungría), entraron en Checoslovaquia el 20 de agosto de 1968 y la conquistaron en pocas horas. La desproporción de fuerzas resultaba evidente, por lo que los dirigentes checoslovacos pidieron a la población que no ofrecieran resistencia violenta.

Por la misma razón, el Ejército tampoco actuó. Sin embargo, el descontento se expresó de diferentes maneras. En las calles aparecieron pancartas con el lema en inglés “Go home, Ivan”, que podría traducirse como “Rusos fuera”. Mientras tanto, los nombres de las calles fueron eliminados para dificultar la orientación de las tropas invasoras.

Para justificar la invasión, el gobierno de Moscú afirmó que pretendía “salvar el socialismo” en Checoslovaquia, supuestamente amenazado por fuerzas contrarrevolucionarias. Según los soviéticos, ciertos detalles revelaban inquietantes amenazas. Se habían encontrado depósitos de armas clandestinos, tanques de Alemania Federal (la no comunista) circulaban por Praga y los turistas de aquel país invadían las calles checoslovacas.

Los turistas, supuestamente invasores, procedían de la Alemania oriental, no de la occidental.

Santiago Carrillo, entonces líder del partido comunista español, facilitaba una versión opuesta: las armas descubiertas no pertenecían a ningún complot anticomunista, sino a una milicia obrera apoyada por el gobierno checoslovaco. En cuanto a los tanques, eran en realidad el atrezo de una película. Y los turistas supuestamente invasores procedían de la Alemania oriental (la comunista), no de la occidental.

Mártir de la libertad

Jan Palach, de 21 años, se suicidó prendiéndose fuego el 16 de enero de 1969 en la plaza de San Wenceslao de Praga. Con este gesto desesperado, el estudiante pretendía mostrar su más viva indignación contra la invasión de Checoslovaquia por los soviéticos, que había terminado con las reformas democratizadoras. A partir de ese momento, Palach se convirtió en un símbolo de la Primavera de Praga.

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Las barricadas pretendían dificultar la invasión ordenada desde la URSS.

TERCEROS

En una clara muestra de simpatía con su causa, numerosas personas se acercaban a dejar flores sobre su tumba. Dado el significado político de este acto, agentes de la policía secreta se turnaban en el lugar con el objetivo de identificar a los presentes. Pocos años más tarde, en 1973, las autoridades desenterraron los restos mortales del joven y los incineraron. Había que evitar que las visitas al cementerio se convirtieran en una expresión de disidencia. Hoy, un pequeño monumento honra su memoria en el lugar de su inmolación.

Aplastado el proceso de reformas, la Unión Soviética controló totalmente la vida política checoslovaca. Sus tropas permanecieron estacionadas en el país hasta la caída del comunismo, a pesar de que en un principio su presencia iba a ser “temporal”. El dominio militar permitió imponer en Praga un gobierno del agrado de Moscú, formado por comunistas ortodoxos.

Estos pusieron en marcha la llamada “normalización”, es decir, una simple vuelta al estalinismo. Dubcek, sustituido por Gustáv Husák, no tuvo más remedio que dedicarse a la jardinería. A su vez, el Partido Comunista expulsó a un 21,7% de sus afiliados, simpatizantes de la Primavera de Praga. Esta política represiva se vio acompañada de la crisis económica que afectó al país durante los años setenta y ochenta, tanto por la falta de inversiones como por la recesión mundial. Mientras, la ausencia de control sobre la industria provocaba unos altísimos niveles de contaminación.

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En la imagen, Gustáv Husák, situado en el gobierno checoslovaco para mantener sofocada la rebelión.

TERCEROS

Un grupo de intelectuales, entre los que se encontraba el escritor y futuro presidente Václav Havel, firmó en 1977 un manifiesto en que reclamaba al gobierno que cumpliera sus propias leyes en materia de derechos humanos. Adherirse a este documento, conocido como la Carta 77, se convirtió en una actividad de resistencia, castigada con el despido o con la prohibición de estudiar, por ejemplo.

Alrededor del manifiesto se creó un movimiento homónimo, de carácter informal, abierto a individuos de todas las convicciones que desearan defender los valores de tolerancia y responsabilidad cívica. Su actividad en pro de la democracia se prolongó hasta 1992, año de su disolución.

La Revolución de Terciopelo

Durante los años ochenta, el líder soviético Mijaíl Gorbachov puso en marcha un proceso de apertura política conocido como Perestroika, con el objetivo de democratizar la URSS. Este cambio impulsó en Checoslovaquia la reivindicación de una mayor libertad. El 17 de noviembre de 1989, una manifestación estudiantil en Praga fue reprimida por la policía, pero dio pie a un movimiento de solidaridad en toda la nación.

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Las manifestaciones en apoyo de los disidentes checoslovacos se extendieron por todo el mundo. En la imagen, Helsinki.

TERCEROS

Grupos opositores exigieron la liberación de los presos de conciencia y la libertad de prensa. En caso contrario, tendría lugar una huelga. Manifestaciones diarias presionaron a las autoridades hasta que el 27 de noviembre el Parlamento anuló el artículo constitucional que concedía al Partido Comunista un papel dirigente. Václav Havel, líder del Foro Cívico (coalición de organizaciones no comunistas), sería elegido presidente poco después, el 29 de diciembre.

Separación en dos países

El creciente nacionalismo eslovaco produjo el desmembramiento de Checoslovaquia en dos países, a pesar de los esfuerzos del presidente Václav Havel por evitar la división, que se consumó el 1 de enero de 1993. Por un lado, la República Checa, más rica económicamente. Por otro, Eslovaquia. Esta separación tuvo inicialmente consecuencias económicas negativas, ya que el comercio entre ambos territorios se redujo en un 50%.

La República Checa adoptó rápidamente un sistema neoliberal. Eslovaquia, por su parte, también se dedicó a privatizar sus empresas, pero sin desarrollar tanto entusiasmo por la economía de mercado. Ambos estados ingresarán en la Unión Europea en mayo de 2004.

Este artículo se publicó en el número 425 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

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