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Los otros Schindler

El filme 'La lista de Schindler' hizo famoso a Oskar Schindler, industrial alemán que salvó a miles de judíos. Hubo muchos otros no tan famosos ni tan afortunados.

Niños judíos de Polonia llegan a Londres en 1939. Foto: Wikimedia Commons / Bundesarchiv, Bild 183-S69279 / CC-BY-SA 3.0.

Los otros Schindler Refugiados Londres

En una lóbrega oficina del campo de trabajo de Plaszów, Polonia, el contable Itzhak Stern está tecleando la relación de empleados judíos que su jefe, Oskar Schindler, pretende salvar ante el inminente cierre de la instalación. Al terminar, Stern levanta los folios y le dice: “¡Mire!... Esta lista es el bien absoluto. Esta lista es la vida. Más allá de sus márgenes se abre el abismo”.

Esta era la escena culminante de La lista de Schindler , la célebre cinta de Steven Spielberg. El filme hizo célebre la figura de Schindler, industrial alemán de los Sudetes que habría dejado atrás su disoluta vida para liberar a más de un millar de judíos de un destino sin esperanza.

A lo largo de la película se mencionan otros empresarios que también ayudaron a sus empleados judíos, aunque sin llegar a las cifras de Schindler. La enormidad del Holocausto acongoja y embota toda reflexión, pero lo cierto es que fueron muchos los individuos que intentaron salvar a cuantos judíos pudieron.

Una de las fábricas de Oskar Schindler, el protagonista de La lista de Schindler.

TERCEROS

La mayoría ayudaron a conocidos, como el campesino ucraniano Pavel Gerasimchik, que escondió y alimentó en su granero a una familia vecina hasta la liberación. O como los esposos Miep y Jan Gies, que mantuvieron con vida a los Frank en el ático de la fábrica del padre de Ana hasta que fueron denunciados. O Albert Göring, hermano menor del Reichsmarschall, que utilizó su apellido para proteger, entre otros, a su antiguo jefe y su familia.

Sin embargo, otros lo arriesgaron todo por meros desconocidos. La relación de estos salvadores resulta interminable. La institución israelí Yad Vashem tiene censados a más de veintiocho mil.

Fueron hombres y mujeres que buscaron o falsificaron visados, que ocultaron a amigos o a desconocidos en sus casas o los extrajeron de los guetos, que tomaron partido para evitar su entrada en el infierno. Fueron todos un modelo de lucha desinteresada. Aquí presentamos a algunos de los más conocidos.

Paul Grüninger

TERCEROS

Paul Grüninger (1891-1972) fue jugador del SC Brühl, un equipo de fútbol de la primera división helvética, y policía. Falsificó visados para los refugiados, sobre todo judíos, que intentaban huir de la Austria ocupada por el Tercer Reich. Unas tres mil seiscientas personas consiguieron beneficiarse de ello. Sin embargo, Grüningen fue descubierto por los nazis y expulsado con deshonor de la policía. En los años noventa, la prensa y la televisión forzaron al gobierno suizo a una póstuma rehabilitación. Hoy, el campo de fútbol del SC Brühl se llama Estadio Paul Grüninger.

Nicholas Winton

TERCEROS

El londinense Nicholas Winton (1909-2015) montó una organización de ayuda a los refugiados con el objetivo de facilitar la salida de Checoslovaquia de cuantos niños pudiera. Sin embargo, ningún gobierno quería hacerse cargo de aquellos niños. Finalmente, las autoridades británicas aceptaron. Winton organizó ocho transportes (uno en avión) que salvaron a 669 niños. El noveno, que tenía que salir con 250 criaturas, nunca partió. Se perdió todo rastro de sus integrantes. El trabajo de Winton caería en el olvido hasta que en 1988 volvería a la luz de la mano de la prensa, recibiendo entonces los honores que tanto merecía.

Irena Sendler

TERCEROS

Irena Sendler (1910-2008) era una enfermera polaca que, dolorida por las extremas condiciones de vida en el gueto de Varsovia, organizó un sistema para sacar del recinto al máximo número posible de niños de acuerdo con sus padres. Tras la destrucción del gueto en 1943, salvó a unos dos mil quinientos niños. La Gestapo torturó a Sendler en octubre de 1943, pero ella no reveló quiénes eran sus cómplices ni dónde se hallaban los niños. Logró huir el día de su ejecución gracias al soborno de algunos guardias. Desde entonces pasó a una activa clandestinidad hasta el fin de la guerra.

Aristides de Sousa Mendes

TERCEROS

Cuando cayó Francia, Aristides de Sousa Mendes (1885-1954) era cónsul de Portugal en Burdeos. Durante la guerra, el gobierno portugués prohibió la expedición de visados, pero Sousa Mendes no acató la medida. En total, unas diez mil personas acabaron beneficiándose de la actividad de Sousa Mendes. Sin embargo, tanta desobediencia no se le perdonó. Fue juzgado y apartado de la carrera diplomática. Sin medios para atender a su esposa y trece hijos, malvivió el resto de su vida. No fue rehabilitado hasta 1988.

Ángel Sanz Briz

TERCEROS

Ángel Sanz Briz (1910-80) ocupaba el puesto de encargado de negocios y jefe de la legación española en Budapest. Mantuvo una silenciosa y comedida labor de ayuda a los judíos húngaros. Con la colaboración del italiano Giorgio Perlasca, Sanz Briz se las apañó para que las autoridades magiares se avinieran a permitir la expedición de 200 pasaportes para los judíos sefarditas del país. A la concesión de estos documentos siguió el alquiler de ocho casas en la capital húngara, en las que el diplomático alojaba a los perseguidos. Documentalmente se pueden precisar en 4.295 los individuos protegidos por Sanz Briz, aunque es seguro que su número fue sustancialmente mayor.

Varian Fry

TERCEROS

El periodista estadounidense Varian Fry (1907-67) montó una organización que denominó Centro Americano de Socorro. Su fin consistiría en canalizar las ayudas particulares para atender a los refugiados judíos. Agotados los visados, los falsificó. Acabados los medios legales para sacar a los refugiados de Francia, buscó otros, a menudo ilícitos. Fue detenido en dos ocasiones hasta que, en 1941, fue expulsado. Su trabajo, que había significado una esperanza para más de cuatro mil personas, de las que un millar lograron salir de Francia, no le reportó consideración alguna. Al contrario. El FBI le vigiló como sospechoso de subversión.

Chiune Sugihara

TERCEROS

Chiune “Sempo” Sugihara (1900-86) fue enviado como vicecónsul a Kaunas, la capital de la aún independiente Lituania. En julio de 1940, ocupado ya el país por el Ejército Rojo, cientos de judíos polacos y también lituanos deseaban abandonar el país. Sugihara decidió emitir los visados con la ayuda de su esposa. Ambos se pasaron las noches rellenando formularios a mano. Unas diez mil personas se beneficiaron de su medida, hasta que, en septiembre de 1940, Sugihara fue relevado de su cargo. Volvió a Japón, no sin antes haber “olvidado”, en manos de un amigo, el sello oficial y numerosos formularios con membrete para que siguiera utilizándolos.

Raoul Wallenberg

TERCEROS

El joven arquitecto Raoul Wallenberg (1912-47), miembro de una rica familia, se alió con el War Refugee Board, agencia americana de ayuda a civiles. Destinado en la embajada sueca en Budapest, obtuvo una lista de personas que proteger, 650 pasaportes y el dinero suficiente. Sin embargo, la magnitud del drama le hizo replantearse el alcance de su misión. Entonces creó un entramado, de hasta 32 edificios francos, dos hospitales y un comedor, que supuso la salvación para más de treinta mil personas. El Ejército Rojo detuvo a Wallenberg, que desapareció en el sistema policial soviético. Se supone que murió el 17 de julio de 1947.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 584 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.