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El editorial: Un botín codiciado

Durante la invasión napoleónica, tanto José Bonaparte como mariscales, marchantes y aventureros se dedicaron a saquear el patrimonio artístico español.

El nacimineto de la Virgen, de Murillo, fue saqueada y enviada a Francia. Hoy está en el Louvre.

El Editorial botín codiciado Murillo

Una sociedad en crisis y una monarquía desacreditada favorecieron los planes expansionistas de Napoleón para invadir España. Las autoridades apenas reaccionaron, pero pronto estalló la revuelta popular. Y, tras ella, el conflicto abierto, una larga y cruenta guerra que acarrearía importantes secuelas.

Miles de víctimas, un país dividido y el patrimonio artístico expoliado. Tanto por el denominado rey “intruso”, José Bonaparte, como por mariscales, marchantes y aventureros. Con la excusa de que Francia, inspirada por los ideales de la Ilustración, podía “proporcionar un asilo inviolable a obras maestras”, el saqueo artístico fue una práctica común en las campañas napoleónicas. También en territorio español.

El expolio se convirtió en el punto de partida del prestigio internacional del arte español.

Al botín de guerra se sumó el deseo bonapartista de crear en París el Museo Napoleón, la gran empresa cultural del Gran Corso, que decidió convertir el palacio del Louvre en un templo de las artes. Este centro estaba destinado a albergar los tesoros que, según las autoridades francesas, habían permanecido ocultos o ignorados en sus lugares de origen.

El mariscal Soult saqueó muchas obras de arte.

TERCEROS

Solo en la ciudad de Sevilla, las tropas al mando del mariscal Soult se incautaron de casi un millar de obras, entre ellas, múltiples Murillos y Zurbaranes.

Tras la guerra, el saldo de piezas expoliadas y su dispersión eran muy altos. Así como el grado de destrucción monumental que acompañó la retirada de tropas napoleónicas. Rehabilitar los destrozos y recuperar las piezas usurpadas fue una empresa compleja y no siempre exitosa.

Pero, curiosamente, aquel lamentable expolio se convirtió en el punto de partida del prestigio internacional del arte español. La llegada a Francia e Inglaterra de algunas de estas obras dio visibilidad a unos pintores que hasta entonces habían carecido de reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Hoy en día forman parte de los fondos de los más importantes museos del mundo.

Este artículo se publicó en el número 609 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.