El mosaico de Lod: lujo romano en Israel

El que debió de ser el exquisito suelo de una villa romana, descubierto por casualidad en Israel en 1996, destaca por su espléndido estado de conservación.

Horizontal

El mosaico de Lod fue hallado por sorpresa durante las obras de una carretera.

El mosaico de Lod entero

La ciudad de Lod se encuentra en el centro de Israel, a 17 km al sudeste de Tel Aviv. Con más de setenta mil habitantes, de mayoría hebrea pero con una importante presencia de población musulmana, destaca por ser uno de los municipios más conflictivos y empobrecidos del país. Es un ejemplo del fracaso de la gestión de las llamadas “ciudades mixtas”, donde las desigualdades económicas y sociales entre judíos y árabes dificultan enormemente su convivencia y provocan su segregación.

En este entorno degradado, al lado de una carretera y rodeado de bloques de infraviviendas, se encontró en 1996 uno de los mosaicos romanos más hermosos y mejor conservados de cuantos se conocen.

Hallazgo por sorpresa

El origen de Lod se remonta al período cananeo, en el siglo XV a. C. La ciudad, que aparece varias veces mencionada en la Biblia, era conocida por su dinamismo comercial y por ser un importante centro de estudios talmúdicos. En el año 66, durante la primera guerra judeo-romana, fue conquistada por Roma y bautizada como Lida. En el año 200, el emperador Septimio Severo la elevó a la categoría de ciudad con el nombre de Colonia Lucia Septimia Severa Diospolis.

La ciudad formó parte del Imperio romano y después bizantino hasta 636, cuando fue conquistada por los árabes. El mosaico se ha fechado alrededor del año 300. La datación ha sido posible gracias a que entre los escombros que lo cubrían se hallaron monedas y restos de cerámica de finales del siglo III y principios del IV.

Horizontal

Un equipo de arqueólogos dirigido por Miriam Avissar se encargó de la excavación. Foto: Vía Wikimedia Commons.

TERCEROS

Se dio con el mosaico de Lod de forma accidental. Ocurrió durante las obras de ampliación de una carretera en la zona oriental de la ciudad. En un principio parecía que iba a ser una labor de rutina. No era la primera vez que se encontraban restos de mosaicos romanos en esa zona (en la Antigüedad era un barrio acomodado). La arqueóloga Miriam Avissar esperaba contemplar el escenario habitual, pero su sorpresa fue mayúscula cuando lo que descubrió fue un fragmento increíblemente intacto que representaba la figura de un tigre.

Dos meses de trabajo después, la obra entera quedaba a la vista: un imponente mosaico de diecisiete metros de largo por nueve de ancho, perfectamente conservado y de una calidad excepcional. Por el lugar donde se halló y la falta de inscripciones, habituales en los edificios públicos, se cree que podría formar parte del pavimento de una rica villa romana.

Después de limpiarlo y realizar algunos pequeños trabajos de restauración (colocación de teselas sueltas, sellado de juntas...), el mosaico fue expuesto al público durante un fin de semana. Luego se volvió a cubrir cuidadosamente, a la espera de encontrar financiación que permitiera reanudar los trabajos de conservación. Hubo que esperar trece años, hasta 2009, para desenterrarlo.

Horizontal

Panel central del mosaico de Lod.

TERCEROS

¿Artistas diferentes?

El mosaico de Lod está elaborado con teselas de mármol y piedra caliza. Lo componen varios paneles. El mejor conservado y más exquisitamente trabajado es el central, que probablemente decoraba el pavimento de una sala de audiencias. Se trata de un mosaico dividido en varios triángulos y cuadrados por medio de bandas de trenzado hasta formar un octógono en el medio.

Cada uno de los compartimentos que rodean ese espacio central lo ocupan representaciones naturalistas de animales, sobre todo de aves y peces. De entre todas, destaca la de dos panteras aferradas a una gran crátera de oro, como las que se utilizaban en las casas pudientes para beber vino. En la iconografía grecorromana, la pantera se asocia al dios Dionisos, por lo que se ha especulado con que su colocación respondiera a un interés del propietario por denotar abundancia y bienestar. Dentro del gran octógono central se representan varios animales salvajes. Un elefante, una jirafa, un tigre, un rinoceronte y dos leones encaramados cada uno en lo alto de una montaña. También aparecen un toro y un Ceto, criatura mitológica marina.

Horizontal

Panel en el que se representan peces y moluscos del Mediterráneo.

TERCEROS

La singularidad y el exotismo de este bestiario, tan alejado de otros ejemplos del mismo género y del contexto geográfico en que se ubica el mosaico, resultan muy desconcertantes para los expertos. Algunos lo han interpretado como un indicio de que los artistas que lo elaboraron eran del norte de África. Otros han explicado que, salvo la jirafa y el rinoceronte, cuya representación es muy rara en la época, estos animales eran habituales en los espectáculos circenses, lo cual sugeriría que el propietario de la villa era un rico mercader relacionado con los juegos de anfiteatro. También se ha especulado con la posibilidad de que el propietario no fuera pagano o cristiano, sino judío, y que, por tanto, tuviera prohibida la representación de la figura humana.

Flanqueando este panel central se encuentran dos más pequeños de forma rectangular. El del lado norte está decorado con escenas de animales cuyo diseño remite claramente al del mosaico principal. El del lado sur, sin embargo, difiere casi totalmente. Se trata de un gran espacio diáfano, sin compartimentar, en el que se muestra una animada escena marina decorada con una amplia variedad de peces y moluscos.

Los paneles restantes, ubicados en la parte sur del mosaico, están peor conservados. No son tan armoniosos ni están tan bien ejecutados como los anteriores. La técnica parece distinta, por lo que se cree que pudieron realizarlos maestros diferentes.

Horizontal

Otro panel en el que se representan animales de varios tipos.

TERCEROS

Guiños a las visitas

El yacimiento de Lod no se agotó en 1996. A partir de 2010, las excavaciones continuaron. Pasados cinco años, en noviembre de 2015, se presentó un nuevo hallazgo: un mosaico de grandes dimensiones que decoraba el pavimento del patio central de la villa. Su diseño sigue el mismo patrón que el del primer mosaico.

Aunque su estado de conservación no es tan bueno como el del anterior, se pueden distinguir varias escenas protagonizadas por aves, peces, venados y animales salvajes. Por su contenido simbólico, destaca la imagen de un ánfora de oro llena de vino de la que beben dos palomas. Las grandes dimensiones de los mosaicos y de las estancias donde se ubican ponen de manifiesto la opulencia de la hacienda y permiten aventurar la posibilidad de encontrar más sorpresas.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 578 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com .

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...