El tesoro de Tutankhamón
Multitud de objetos colocados de forma precipitada en una tumba que no debía ser la suya. Así se enterró al faraón, y ahora pueden verse las cámaras tal como las encontró Carter.
El 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo británico Howard Carter hacía el hallazgo más asombroso de la civilización faraónica: la tumba número 62 del Valle de los Reyes, perteneciente a Tutankhamón. Se desataba así la pasión por Egipto, y pronto un halo de misterio rodeó la figura del Soberano, que alcanzó renombre mundial. Se tardó casi una década en vaciar el sepulcro, tiempo suficiente para que se gestase una le yenda mediática en torno a la excavación, aderezada con sugerentes maldiciones de ultratumba. El reparto de los objetos provocó un ambiente de crispación debido al desencuentro entre los intereses políticos, comerciales y privados de los implicados. Ni la comunidad egiptológica ni el Estado egipcio estaban preparados para gestionar el éxito repentino que supuso el descubrimiento.
Cuando los trabajadores dieron con los doce escalones que conducían al corredor de entrada pocos creían que iban a encontrar una tumba real. Todos daban por agotado el valle desde que a principios del siglo XIX se abrió la caza de sus tumbas y tesoros. El propio Theodore Davis, quinto conde de Carnarvon y futuro mecenas de Carter, había obtenido la concesión para excavarlo durante doce años, tras lo cual cesó la búsqueda. Sin embargo, a Carter le animaba el impetuoso deseo de encontrar las huellas de Tutankhamón, de quien tuvo noticias durante su primera etapa como dibujante en el yacimiento de Tell el-Amarna.
De un cambio a otro
Y es que todo comenzó en esta ciudad. En el año 7 de su reinado, Akhenatón, padre de Tutankhamón, abandonó la capital de Tebas y fundó la suya propia 250 km más al norte. Su nombre en egipcio era Akhetatón (“el horizonte de Atón”) y estaba hecha a medida del dios que iba a protagonizar la revolución religiosa más importante del antiguo Egipto. Atón, el disco solar cuyos brazos acaban en benefactoras manos, recibió una veneración absoluta. Incluso eclipsó al resto de dioses del panteón. El reino vivió, no obstante, uno de los períodos de mayor esplendor. También su arte, sumamente estilizado y naturalista.
La muerte de Akhenatón pocos años después provocó que todo su sistema político y religioso se desmoronase.
La llegada al mundo del príncipe debió de ocurrir hacia el año 15 del reinado bajo el nombre de Tutankhatón, “la imagen viva de Atón”. La muerte de Akhenatón pocos años después provocó que todo su sistema político y religioso se desmoronase. Precisamente estos años son los más desconocidos para los egiptólogos. Un vacío documental se cierne sobre las luchas internas de la corte que impusieron finalmente en el trono al único hijo varón. En un imparable retorno al orden anterior se llevó a cabo el cambio de nombre: Tutankhamón volvía a encumbrar a Amón, el dios tebano. Tras reinar unos 9 años y con apenas 16 murió en circunstancias aún no aclaradas. Su enterramiento se organizó de forma precipitada en la necrópolis tebana, y su tumba quedó fortuitamente oculta cuando generaciones después el faraón Ramsés VI excavó la suya justo encima.
Un tesoro en un cofre modesto
La suerte se pondría del lado de Carnarvon y Carter. En la que iba a ser su última campaña, se toparon con las puertas selladas de la tumba olvidada y sus tesoros prácticamente intactos. Aunque poco después de su cierre el sepulcro fue violado en dos ocasiones, los ladrones apenas tuvieron tiempo de darse a la fuga al ser sorprendidos por los guardias. A diferencia de las riquezas que contenía, la tumba en sí resulta ser de lo más modesta y con escasa decoración parietal, reducida solo a la cámara del sarcófago. Pocos especialistas dudan de que se trate realmente de la de Tutankhamón. Su inesperado fallecimiento obligó a buscar una solución de emergencia: utilizar una tumba disponible destinada probablemente a un personaje privado. La verdadera sigue siendo un misterio, aunque algunos creen que es la que acoge a su sucesor, Ay, en la zona oeste del Valle.
Carter y el resto de investigadores modernos que le han seguido repararon en que gran parte de este ajuar estaba destinado en realidad a una mujer.
La tumba se vació bajo una expectación inusitada y en cierto modo buscada. Carnarvon firmó con The Times un polémico contrato de exclusividad que desató una guerra de medios en la que afloraron las rivalidades en la profesión. Tutankhamón se convirtió en un espectáculo y en un arma política entre el Egipto más nacionalista e Inglaterra. Las tensiones incluso provocaron una huelga y el abandono de la excavación. Todo ello dificultó la ardua tarea de restauración y estudio de los miles de objetos caóticamente depositados en la tumba. Como si de un puzzle se tratara, estos aportan una información esencial para reconstruir los últimos episodios de Amarna. Carter y el resto de investigadores modernos que le han seguido repararon en que gran parte de este ajuar estaba destinado en realidad a una mujer. La sombra de una reina- faraón que habría sucedido a Akhenatón planea cada día con más fuerza. La teoría más reciente propone que bajo esa nueva identidad real se esconde Merytamón, hermana de Tutankhamón.
Este artículo se publicó en el número 496 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.