El Mesías de Händel es la pieza clásica que más se suele identificar con la Navidad. Un hit que lleva sonando casi tres siglos en muchas ciudades del mundo. Pero lo curioso es que no se estrenó en diciembre. En realidad, se concibió como una pieza de Semana Santa. Es en el siglo XIX cuando se convierte de pronto en una tradición navideña.
La propia obra deja margen para elegir. La primera parte está dedicada al nacimiento de Jesús y a las profecías que lo anuncian. Después, una segunda parte, más solemne, se centra en la Pasión. Y la tercera habla sobre el milagro de la Resurrección.
Friedrich Händel era un compositor alemán que a los 25 años se mudó a Londres, donde se hizo de oro creando música en italiano. Aunque, con el tiempo, acabaría siendo más británico que el té de las cinco. De hecho, El Mesías está escrito íntegramente en inglés. En el caso de Händel, su genio como compositor iba de la mano con su mal genio. Hay multitud de anécdotas sobre su fuerte temperamento. Como aquella vez que echó de la habitación al perro de una dama porque ladraba desafinando.
Cómo buscarse la vida en Londres
Händel se erigiría en el rey indiscutible de la ópera en Londres. Pero como solo podía ganarse la vida en la corte, se vio obligado a convertirse en empresario. Y por ello, cada estreno debía aunar arte y negocio. Había que vender entradas. Eso significaba llamar la atención de las clases altas que asistían a los espectáculos a través de grandes decorados y efectos especiales.
A principios del siglo XVIII, resultaba muy impactante que un personaje saliera volando, o que en el escenario hubiera niebla y efectos pirotécnicos. La espectacularidad marcaba también los argumentos y las tramas.
Manuscrito de la ópera 'Tolomeo'.
El Mesías tal vez nunca se habría escrito si el compositor no hubiera tenido que adaptarse a dos crisis. La primera ocurrió en 1720, cuando las acciones de la South Sea Company se desplomaron bruscamente, llevando a la ruina a las élites londinenses, las mismas que financiaban la ópera. Para colmo, el cantante estrella de Händel, el castrato Senesino, decidió constituir su propia compañía rival. El músico se encontró con más competencia y menos dinero para montar sus carísimos espectáculos.
Era cuestión de tiempo que la ópera dejara de ser rentable. Por eso, tuvo que empezar a buscar proyectos alternativos o, al menos, complementarios. La música sacra le ofreció una gran oportunidad. Empezó a escribir oratorios, un tipo de obra perfecto, sobre todo, para la Cuaresma, cuando los teatros, por motivos religiosos, debían estar cerrados.
Händel, de joven.
La gran ventaja de estas obras es que podían cantarse en inglés, cosa que resultaba mucho más atractiva para el público. Además, no requerían decorados ni vestuario, porque, al tratarse de obras religiosas, debían interpretarse con sobriedad.
Tras el éxito del Mesías en Dublín, Händel se preparó para un estreno apoteósico en Londres, en Covent Garden. Sin embargo, las cosas no fueron como él esperaba. Los sectores más conservadores se oponían a que una obra religiosa se interpretara en un teatro.
Cuando por fin se estrenó, venciendo todos los obstáculos, la acogida fue… tibia. El Mesías quedó temporalmente aparcado hasta 1750. Para entonces, Händel ya llevaba tres ictus y le faltaba poco para el siguiente, que le dejaría ciego, pero, contra viento y marea, el músico había seguido componiendo. También se había ido involucrando con una institución caritativa: el Foundling Hospital, en realidad un orfanato. Es en la capilla del orfanato donde vuelve a interpretar El Mesías, esta vez como parte de un concierto benéfico. Y, ahora sí, por fin, obtiene un éxito rotundo.
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Para aquellos que quieran saber más del tema, Isabel Margarit, directora de Historia y Vida, y la periodista Ana Echeverría Arístegui recomiendan Händel en Londres (Madrid, 2020) quizá la biografía más completa que se ha escrito sobre el músico. Es un libro escrito por Jane Glover, directora de orquesta y musicóloga. Y se puede hacer un poco de turismo musical desde el sofá con Las rutas de la música clásica (Barcelona, 2022), de David Puertas, un libro que pasea por Covent Garden y por el Támesis junto a Händel, además de visitar otras muchas ciudades de la mano de otros compositores.
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