Camino a la perdición (de Flandes)
La Tregua de los Doce Años, bien aprovechada por los holandeses, y la perniciosa obstinación de Olivares desembocaron en la pérdida de Flandes.
El monarca Carlos V había heredado de su padre las 17 provincias de los Países Bajos, más o menos lo que hoy conforma Holanda, Luxemburgo y Bélgica, más algunas zonas del norte de Francia. Los territorios eran conocidos genéricamente como Flandes . Una región sin conciencia de unidad territorial, con una nobleza muy poderosa, que se había convertido al protestantismo.
El emperador procuró pactar con las oligarquías locales, pero Felipe, su heredero, no estaba dispuesto a tolerar la herejía en sus territorios ni la contestación de la nobleza flamenca. El conflicto solo era cuestión de tiempo. Finalmente, la guerra estalló en 1567 y se prolongaría con interrupciones hasta 1648.
A partir de 1567, los combates y los focos de rebelión fueron constantes. A pesar de las victorias de las tropas españolas, la causa de los protestantes fue ganando adeptos. La brutal represión y las salvajadas del ejército español, que no siempre cobraba, hizo que la mayoría en Flandes quisiera la expulsión de España de la región. Las potencias rivales de Felipe II , además, alimentaron el conflicto.
Solo 3 de 17 provincias eran leales a España. La llegada a Flandes de Alejandro Farnesio pareció favorecer a los españoles, que recuperaron el control de siete provincias. La Corona estaba obsesionada en proseguir una guerra que iba de mal en peor. El conflicto estaba estancado debido al equilibrio de fuerzas y a la constante falta de recursos para sufragarla. En ese entonces, los rebeldes flamencos se habían federado en las Provincias Unidas, aunque empezó a denominárseles simplemente holandeses.
Una tregua era necesaria. Las negociaciones dieron lugar a la paz de 1609, que iba a durar doce años. Costó mucho firmarla, pero ninguno de los dos bandos tenía opciones de alzarse con la victoria a corto plazo. Los comerciantes flamencos querían una rebaja de los impuestos y la libertad de comerciar con las Indias. España, que necesitaba la paz para evitar el colapso, cedió en este punto, aunque evitó que en el tratado constara la palabra “Indias”. Por supuesto, se tuvo que reconocer la independencia de las Provincias Unidas.
Una mala decisión
Años más tarde, en 1621, España decidió volver a la guerra. Sin duda, fue un disparate, porque la situación social y económica del país había empeorado aún más, y, durante esos años de paz con Flandes, se había seguido luchando en Italia y Alemania en el marco de la guerra de los Treinta Años.
Los holandeses habían aprovechado la paz para hacerse con el control del comercio en las Indias, tanto las Occidentales como sobre todo las Orientales, dominadas por Portugal (que pertenecía entonces a la Corona española). España intentó forzar a los holandeses a renunciar a los privilegios comerciales, lo cual era inimaginable, así que estallaron otra vez las hostilidades.
El conde-duque de Olivares fue el otro gran factor que determinó esta errónea decisión, ya en el reinado de Felipe IV. El conde-duque consideraba indispensable salvaguardar el honor, el prestigio y el principio de autoridad de España. Pensaba que la renuncia a Flandes sería vista como una debilidad y acabaría provocando la pérdida de otros territorios, como Italia.
De todas formas, a diferencia del pasado, el objetivo de la nueva guerra ya no fue la victoria total, sino lograr imponer a Holanda unas condiciones de paz mucho más ventajosas para España, entre ellas, la limitación de su libertad comercial. Sin embargo, los múltiples frentes abiertos, la sucesión de derrotas, sobre todo ante Francia, y la quiebra económica del Estado obligaron a España a buscar la paz a toda costa. En enero de 1648 por fin se firmó, adelantándose a la Paz de Westfalia, que se rubricaría en octubre. La independencia de las Provincias Unidas quedaba reconocida y, con ella, la libertad de comercio. Al final, España tuvo que ceder en todo.
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 488 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com .