Rollo el vikingo y la creación de Normandía
De bárbaro a ‘civilizado’
Para frenar sus ataques, el rey franco Carlos el Simple convirtió al vikingo Hrólf Ganger en conde de Ruan, arranque de la futura Normandía
Los vikingos, de sitiar París a levantar Normandía
La popular serie de televisión Vikingos cuenta la historia de cómo estos sembraron el terror en Europa. El protagonista de las primeras temporadas, Ragnar Lodbrok, se embarca en busca de botín acompañado a menudo por su querido hermano Rollo, un gigantesco salvaje cuyo aspecto físico impone bastante respeto. Ese Rollo de la ficción televisiva tiene el honor de ejemplificar como nadie lo que les acabó ocurriendo a los vikingos. Cómo pasaron de ser piratas temibles a reyes temibles. Para muestra, la aventura del Rollo histórico en Francia.
Los vikingos alcanzaron París en 845 y pusieron la ciudad bajo asedio. Siete años después, empezaron a buscar en suelo francés algunos enclaves estratégicos donde asentarse y desde los que lanzar nuevos ataques, refugiarse en caso de sufrir una derrota, comerciar y almacenar caballos para generar unidades de caballerías copiadas a sus enemigos.
Hacia finales del siglo IX, los vikingos ya controlaban de forma permanente el noroeste de Francia. El impulso de estas conquistas estuvo protagonizado por dos carismáticos líderes, Rögnvaldr y Hrólf Ganger. Carlos, apodado el Simple, ascendió al trono de París por aquella época sabiendo que esos viajeros del norte habían venido para quedarse.
Una carta firmada por el monarca el 17 de diciembre de 905 así lo atestigua: “Les concederé a los vikingos un territorio sobre el que no tengo más que autoridad teórica a cambio de su conversión al cristianismo y su compromiso con la protección del valle del Sena. Tengo la esperanza de preservar así París y el corazón de mi reino de otros ataques paganos. Los escandinavos tendrán por su parte posibilidad de legalizar su presencia y la oportunidad de establecer una relación duradera y oficial con el reino de los francos”. Debió esperar seis años para hacer efectivo su plan.
En 911, las tropas de Carlos el Simple derrotaron a los vikingos, pero el rey no se creció ante el éxito. Convocó a sus enemigos y convenció a Hrólf Ganger para que se convirtiera en conde de Ruan, germen de la futura Normandía. A cambio de las tierras y del título, Ganger tendría que jurar lealtad al rey y convertirse al cristianismo, cosa que hizo, adoptando el nombre de Rollo.
Volvamos a la serie Vikingos por unas líneas. En ella, Rollo pasa también de ser un temible vikingo de larga melena salvaje a convertirse en un noble franco al servicio del rey Carlos. Lo primero que cambia es su corte de pelo, que transforma hasta darle un aire principesco. Sin embargo, bajo ese cabello liso y repeinado, Rollo seguirá ocultando la furia vikinga, algo que aprovechará el Carlos real para proteger su reino.
Rollo y sus hombres pasaron a combatir a los vikingos que llegaban a las costas de Francia, y se encargaron de levantar las ruinas de numerosas localidades que ellos mismos habían arrasado previamente. La fortaleza militar de aquellos colonos, sumada a las redes comerciales en las que involucraron a su zona de control, convirtieron aquellos territorios en un lugar próspero.
Rollo se casó con Poppa de Bayeux, una mujer franca a cuyo padre había matado él mismo. Acabó repudiándola para unirse a la hija del rey, Gisela, pero a la muerte de esta última volvería con Poppa, con quien tuvo a su heredero Guillermo. Sus hombres no le fueron a la zaga a la hora de mezclarse con la población. Muchos de ellos acabaron convirtiéndose al cristianismo y abrazando a las mujeres francas, y de aquella combinación surgió el pueblo de los normandos, los “hombres del norte”.
Para mantener el poder sobre sus nuevos siervos, Rollo recurrió a la vieja táctica vikinga de mimetizarse con el ambiente. Por un lado, adoptó el sistema administrativo franco. Por otro, importó algunas costumbres del norte, como la legislación penal y familiar o la organización marítima. En cuanto a la religión, más allá de su conversión, estableció desde el comienzo de su mandato una sólida alianza con el arzobispo local, lo que tranquilizó en buena medida a los habitantes de la incipiente Normandía.
Al enfrentarse a sus últimas horas, Rollo protagonizó un peculiar ejemplo de ese sincretismo religioso del que hicieron gala los vikingos. Decidió sacrificar a los dioses a cien cristianos al tiempo que donaba 45 kilos de oro a las iglesias de Ruan. Más vale un por si acaso que un quién lo iba a decir, debió de pensar.
Clases de integración
Guillermo I de Normandía sucedió a Rollo y siguió la estela de su padre en lo que a la integración del sistema administrativo franco se refiere. Aquello no gustó mucho a algunos de los vikingos más tradicionalistas, que se rebelaron. Guillermo consiguió someterlos, y aprovechó el prestigio de aquel movimiento para continuar con la política expansiva de Rollo y arrancar nuevas tierras al rey.
Pero la integración decisiva con los francos se produciría en la tercera generación con Ricardo Sin Miedo, el hijo de Guillermo. Tras derrotar a los rivales que inevitablemente le surgieron como heredero, Ricardo adoptó en su totalidad las instituciones francas, vinculando los vasallos de Normandía a los líderes descendientes de los vikingos. También refundó varios monasterios e hizo donaciones a la Iglesia.
Aunque Ricardo, primer duque de Normandía, reclutó a mercenarios nórdicos para sus guerras, la migración de los escandinavos empezó a decaer durante su mandato, lo que no significa que mantuviera malas relaciones con sus hermanos del norte. De hecho, consiguió que liberasen a la condesa de Limoges, que fue secuestrada en el año 1000, gracias a las buenas relaciones que mantenía con ellos.
Para entonces, los viejos vikingos estaban ya dejando de existir en el ducado. Hacia 1025 aún había quien hablaba nórdico antiguo, a juzgar por la visita que hizo un poeta islandés a Normandía, pero la mayoría hablaba ya francés. Cuando Guillermo el Conquistador se convirtió en duque en 1035, su territorio y sus gentes formaban parte plena de Francia desde un punto cultural y lingüístico.
El tapiz de Bayeux
Los casi setenta metros de longitud del tapiz de Bayeux cuentan la conquista de Inglaterra en 1066 por parte de los normandos liderados por Guillermo el Conquistador. El que el tapiz narre la invasión de un normando, heredero directo de los vikingos, hace que encontremos en la obra referencias que nos remiten a los hombres del norte, como sus peinados o los cuervos que ondean en algunos estandartes. Pero el tapiz muestra también guerreros pertrechados con caballos, cosa que no evocamos cuando pensamos en uno de aquellos vikingos originales.
El tapiz habla ya de otras gentes, de un pueblo híbrido que simboliza a la perfección cómo aquellos hombres del norte lograron sobrevivir mezclándose con culturas diversas y cómo acabaron siendo decisivos en el devenir político de Europa. No en vano, aquella guerra que ganó Guillermo el Conquistador lo enfrentaba a otros dos nórdicos, Harald Hardrada y Harold Godwinson. Buen epílogo para la aventura vikinga en Europa occidental.
Este texto forma parte de un artículo publicado en el número 617 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.