La revolución con la que Roosevelt sacó a EE.UU. de la depresión y lo preparó para la guerra
Grandes discursos del siglo XX
El New Deal inauguró el Estado del Bienestar en un país devastado por los efectos del crack del 29 sobre la economía real y el mercado laboral
EL CONTEXTO
Intervención de los mercados financieros, pensiones, garantías de depósitos, sanidad pública, derechos sindicales, financiación e inversión pública, programas agrícolas, normas de sana competencia , establecimiento de relaciones con la Unión Soviética... Los historiadores coinciden en que más allá de su independencia y su Guerra de Secesión, la gran revolución que ha vivido Estados Unidos a lo largo de su existencia fue la que trajo Franklin D. Roosevelt en su primer mandato como presidente.
Ante un país y una sociedad literalmente hundidos por los efectos que el Crack del 29 trasladó a la economía real y el mercado laboral, el candidato demócrata planteó una larga serie de reformas que se dieron en conocer como el New Deal y que ya avanzó, de forma genérica, en su discurso de investidura que se extracta bajo estas líneas, pronunciado el 4 de marzo de 1933. Una larga serie de reformas, leyes, programas de inversión pública y creación de agencias especiales aún en vigor casi nueve décadas después.
Roosevelt no sólo puso freno a un modelo de capitalismo ultraliberal, sino que estableció en el país un Estado del Bienestar que acabaría definiendo las Constituciones de muchas democracias occidentales e influyendo incluso en los regímenes socialistas. Aunque muchas de sus medidas fueron puestas en entredicho por el Tribunal Supremo por su intervencionismo, la Administración demócrata supo rápidamente readaptarlas para mantener su espíritu.
Numerosos ensayos señalan que el New Deal no fue más que un colchón social para paliar los efectos de crisis económica y financiera en la que estaba sumido el país y que la reactivación económica sólo llegó tras la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, nadie pone ya en duda el revulsivo que sobre la moral y el orgullo de la sociedad estadounidense supusieron las reformas y el liderazgo de Roosevelt.
Aunque las reformas fueron más un colchón social que la clave de la reactivación económica supusieron un gran revulsivo emocional
El recién elegido presidente, de hecho, no duda en su primer discurso tras su juramento en apelar a la reacción y la unidad de la sociedad norteamericana, ratificando su convicción de llevar adelante sus planes con la aceptación del Congreso o incluso sin ella. Criticando sin miramientos a los responsables de la gran depresión y destacando la importancia de las relaciones internacionales en un mundo que afronta las primeras consecuencias de la globalización económica.
Así informó La Vanguardia del discurso de investidura de Roosevelt (1) (y 2)
EL DISCURSO
“Presidente Hoover, presidente del Tribunal Supremo, amigos: hoy es un día de consagración nacional y estoy seguro de que mis conciudadanos estadounidenses esperan que, en mi investidura a la presidencia, me dirija a ellos con la sinceridad y la determinación que exige la actual situación de nuestro país.
”Éste, en especial, es el momento de decir la verdad, toda la verdad, con franqueza y valor. No debemos rehuir hacer frente sin temor a la situación actual de nuestro país. Esta gran nación resistirá como lo ha hecho hasta ahora, resurgirá y prosperará.
”Por tanto, ante todo, permítanme asegurarles mi firme convicción de que a lo único que debemos temer es al temor mismo, a un terror indescriptible, sin causa ni justificación, que paralice los arrestos necesarios para convertir el retroceso en progreso.
”En toda situación adversa de la historia de nuestra nación, un Gobierno franco y enérgico ha contado con la comprensión y el apoyo del pueblo, fundamentales para la victoria. Estoy convencido de que el Gobierno volverá a contar con vuestro apoyo en estos días críticos. Con dicho espíritu, por mi parte y por la vuestra, nos enfrentamos a nuestras problemáticas comunes que, gracias a Dios, sólo entrañan cuestiones materiales. Los valores han caído hasta niveles inverosímiles, han subido los impuestos, los recursos económicos del pueblo han disminuido, el Gobierno se enfrenta a una grave reducción de ingresos, los medios de pago de las corrientes mercantiles se han congelado, las hojas marchitas del sector industrial se esparcen por todas partes, los agricultores no hallan mercados para su producción, miles de familias han perdido sus ahorros de muchos años.
”Y lo más importante, gran cantidad de ciudadanos desempleados se enfrentan al triste problema de la subsistencia y un número igual trabaja arduamente con escasos rendimientos. Únicamente un optimista ingenuo negaría la trágica realidad de la situación.
”Sin embargo, nuestras penurias no se derivan de una carencia de recursos. No sufrimos una plaga de langostas. En comparación con los peligros que nuestros antepasados vencieron gracias a su fe y a su coraje, aún tenemos mucho por lo que sentirnos agradecidos. La naturaleza continúa ofreciéndonos su exuberante abundancia, y los denuedos humanos la han multiplicado. A nuestros pies se extiende una gran riqueza; no obstante, su generosa distribución languidece a la vista de cómo se administra.
”Primordialmente, esto se debe a que quienes gestionan el intercambio de los bienes de la humanidad han fracasado a causa de su obstinación e incompetencia, han admitido dicho fracaso y han dimitido. Las prácticas de los cambistas poco escrupulosos comparecen en el banquillo de los acusados ante el tribunal de la opinión pública, repudiados por los corazones y por las mentes de los hombres.
”Cierto, lo han intentado, pero sus esfuerzos se han enmarcado en el ejercicio de una práctica desfasada. A fin de hacer frente a la falta de crédito, sólo han propuesto más préstamos. Privados del reclamo de los rendimientos para inducir a nuestra gente a seguir su falso liderazgo, han recurrido a la exhortación, suplicando entre lágrimas la restitución de la confianza en ellos. Sólo se guían por las reglas de una generación de interesados. Carecen de una visión de futuro y, cuando ésta no existe, el pueblo perece.
”Los cambistas han abandonado sus tronos en el templo de nuestra civilización. Ahora debemos devolver a ese templo sus antiguos valores. La magnitud de la recuperación depende de la medida en que apliquemos valores sociales más nobles que el mero beneficio económico. La felicidad no radica en la mera posesión de dinero; radica en la satisfacción del logro, en la emoción del esfuerzo creativo.
”La satisfacción y el estímulo moral del trabajo no debe volverse a olvidar en la irreflexiva persecución de beneficios fugaces. Estos días aciagos valdrán todos los sacrificios que nos cuesten si nos enseñan que nuestro verdadero destino no es que cuiden de nosotros, sino que seamos nosotros quienes cuidemos de nosotros mismos y de nuestros iguales.
”El reconocimiento de la falsedad de los bienes materiales como baremo del éxito lleva aparejado el abandono de la falsa creencia de que el empleo público y los altos cargos políticos han de medirse sólo por el baremo del orgullo de la posición social y el enriquecimiento personal; y ha de ponerse fin a esa conducta en la banca y en el mundo empresarial que, demasiado a menudo, ha dado a una confianza sagrada la apariencia de prácticas crueles y egoístas.
”No es de extrañar que la confianza se debilite, pues ésta sólo se afianza con honestidad, con honor, con el carácter sagrado de los compromisos, con la protección insobornable, con la conducta desinteresada. Sin éstos, agoniza. No obstante, la recuperación no sólo reclama cambios en la ética. Este país exige acción, y una acción inmediata. Nuestro mayor y primordial empeño es el de poner a la gente a trabajar. No es un problema insoluble si nos enfrentamos a él con juicio y arrojo.
”Como política personal práctica, soy partidario de solucionar primero los problemas más acuciantes. No escatimaré esfuerzos en recomponer el mercado mundial mediante un reajuste económico internacional.No obstante, la situación de emergencia nacional no puede esperar a que esto se vea cumplido. La idea fundamental en la que se basan estas medidas específicas para la recuperación de nuestro país no se restringe sólo al ámbito nacional.
”Es la insistencia, como primer factor que tener en cuenta, en la interdependencia de los diferentes elementos y territorios de Estados Unidos; el reconocimiento de la vieja, y siempre importante, manifestación del espíritu estadounidense del pionero. Es el camino hacia la recuperación. Es el camino inmediato. Es la profunda convicción de que la recuperación será perdurable.
”En el ámbito de la política internacional, consagraría este país a la política del buen vecino; del vecino que se respeta a sí mismo con resolución porque, al hacerlo, respeta los derechos del resto; del vecino que respeta sus compromisos y la inviolabilidad de sus acuerdos con una comunidad de vecinos mundial de la que forma parte.
”Si interpreto bien el ánimo de nuestro pueblo, es ahora cuando comprendemos, como nunca antes lo habíamos hecho, nuestra interdependencia; que no podemos limitarnos a tomar, sino que también debemos ofrecer; que, si deseamos salir adelante, hemos de avanzar como un ejército entrenado y leal, dispuesto al sacrificio por el bien de una disciplina común porque, sin dicha disciplina, ni hay progreso posible ni ningún Gobierno resulta efectivo.
”Sé que estamos preparados y dispuestos a someter nuestras vidas y nuestros bienes a dicha disciplina porque es la que hace posible un Gobierno con miras a un bien mayor. Esto es lo que me propongo ofreceros, con la promesa de que estos propósitos supremos nos hermanarán a todos, como si se tratara de un compromiso sagrado, en una unidad en el deber sólo promovida hasta la fecha en tiempos de conflictos armados.
”Una vez hecha esta promesa, asumo sin dudar el mando de este gran ejército de nuestro pueblo, consagrado al ataque disciplinado contra nuestros problemas comunes. Con este panorama y a este fin, la acción es viable gracias a las formas de gobierno heredadas de nuestros antecesores.
”Nuestra Constitución es tan sencilla y práctica que siempre nos es posible enfrentarnos a contingencias extraordinarias mediante cambios en el énfasis y en la disposición, sin menoscabo alguno de la forma fundamental. Es por ello que nuestro sistema constitucional ha demostrado ser el mecanismo político más soberbiamente duradero que el mundo ha producido. Se ha enfrentado a todas las tensiones derivadas de la vasta extensión del territorio, a guerras fuera de nuestras fronteras, a amargas luchas internas, a las relaciones internacionales.
”Al amparo de mi deber constitucional, estoy dispuesto a recomendar las medidas que requiera una nación abatida en medio de un mundo abatido. Con el poder que me otorga la autoridad constitucional, trataré de llevar a una rápida adopción estas medidas o aquellas otras que el Congreso elabore a partir de su experiencia y su sabiduría.
”No obstante, en el caso de que el Congreso fracase en la adopción de uno de estos dos caminos, y en el caso de que la emergencia nacional siga siendo crítica, no eludiré el claro cumplimiento del deber al que habré de enfrentarme.
”Pediré al Congreso el único instrumento que queda para enfrentarse a la crisis: un amplio poder ejecutivo para librar una batalla contra la emergencia, equivalente al que se me concedería si estuviéramos siendo invadidos por un enemigo. A cambio de la confianza en mí depositada, devolveré el coraje y la entrega que requieren estos tiempos. Es lo mínimo que puedo hacer.
”Nos enfrentamos a los arduos días que nos depara el futuro con la cálida resolución de la unidad nacional, con la conciencia tranquila del que busca viejos e inestimables valores morales, con la clara satisfacción que produce el cumplimiento del deber por parte de ancianos y jóvenes por igual.
”Aspiramos a la seguridad de una vida nacional equilibrada y perdurable. No desconfiamos del futuro de la democracia fundamental. El pueblo de Estados Unidos no ha fracasado. En su momento de necesidad nos ha transmitido el mandato de que desea una acción directa y enérgica. Ha exigido al Gobierno disciplina y dirección. Me ha convertido en el actual instrumento de sus deseos. Lo acepto como si fuera un regalo.
”En este día inaugural, pedimos con humildad la bendición de Dios. ¡Que nos proteja a todos y a cada uno de nosotros! ¡Que me guíe en los días venideros!”
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