Cobrar una miseria por un trabajo que exige dedicación absoluta. Encadenar contratos temporales sin la certeza de tener ingresos el próximo mes. Ver cómo el esfuerzo y la formación no garantizan estabilidad ni un sueldo digno. La precariedad laboral es una realidad en muchos sectores, pero en el mundo del espectáculo adquiere un matiz especialmente cruel. Desde fuera, parece un oficio lleno de reconocimiento y dinero, pero la distancia entre esa imagen y la vida real de la mayoría de los trabajadores del sector es abismal.
No es un problema exclusivo de los actores, pero en su caso, el contraste con la imagen pública es demoledor. Mientras unos desfilan en alfombras rojas, otros encadenan trabajos sin continuidad, sin saber si podrán pagar el alquiler el próximo mes o cuándo llegará su próxima oportunidad en una película o serie.
Situación de invisibilidad
Ni una sola mención a la precariedad del sector
La ceremonia de los Goya, como sucedió en la pasada edición, suele llenarse de reivindicaciones, discursos emotivos y mensajes de apoyo a distintas causas. Sin embargo, la crítica llega desde dentro de la profesión. Nacho Guerreros, conocido por su trabajo en La que se avecina, no ha dudado en señalarlo: “Tengo unas contradicciones siempre después de la ceremonia de los Goya, y me siento a reflexionar si verdaderamente esa es la imagen que queremos dar de la profesión. Una imagen completamente distorsionada de lo que es el trabajo del actor”.
La industria cinematográfica española, como muchas otras, arrastra problemas estructurales que no desaparecen con un premio ni con una ovación. Por ese motivo, el actor ha querido utilizar su altavoz para dar a conocer la otra cara del sector, algo que ya han hecho Eduard Fernández o Emma Vilarasau.
El día a día de muchos intérpretes está marcado por la inestabilidad. Los contratos pueden durar semanas o incluso días, y cuando un proyecto termina, comienza la incertidumbre. “Nuestra profesión no es lo que se ve allí, el gran público se puede confundir”, advierte Guerreros, subrayando una realidad que rara vez se menciona en las galas.
Las oportunidades no abundan y, cuando llegan, no siempre garantizan una seguridad económica. Como explica el actor riojano en su discurso, la vocación y la disciplina son fundamentales en este oficio, pero no pueden ser excusas para justificar la falta de derechos laborales.
Asimismo, Guerreros apunta que las reivindicaciones en los Goya suelen centrarse en temas globales como el racismo o las guerras, dejando en segundo plano los problemas internos del sector. “Está muy bien organizar galas, está muy bien reivindicar las injusticias de los conflictos internacionales, está perfecto, pero ¿cuándo vamos a hablar de la profesión?”, cuestiona Guerreros.