Se llama Barron, tiene 18 años, es una torre de 2,08 metros y empieza a ser un mito prometedor entre los republicanos (trumpistas) estadounidenses.
Su apellido es Trump. El quinto y último hijo del presidente de Estados Unidos, el único de su matrimonio con su tercera esposa, la hoy primera dama Melania, es un adolescente en el que muchos observan un gran parecido facial con su padre, aunque hasta ahora se había comportado públicamente de una manera bastante más discreta que su progenitor.
Algo parece estar cambiando. A todos los reunidos en el Capital One, el pabellón donde se concentraron los admiradores de Trump para ver su toma de posesión, les causó gran júbilo el gesto de Barron. Tras la jura del cargo por su padre, él dio la mano a Biden y Kamala Harris.
De haber sido otro, le habrían despellejado. Pero el apellido pesa y personalidades conservadoras vieron ahí madera de líder. “Este chico será nuestro presidente algún día”, hicieron correr en las redes.
Barron parece imitar los orígenes de su padre. Y antes que político, ha de ser inmobiliario, tarea en la que aseguran que ya está metido. En vísperas de ser estudiante de primer curso en la escuela de negocios de la Universidad de Nueva York (NYU), Barron fundó el pasado verano una empresa inmobiliaria de lujo junto a dos socios, uno de ellos, experto en el sector.
Barron, de 18 años, mide casi 2,10 metros y ya montó una empresa inmobiliaria de lujo en la senda de su padre
Los tres, bajo la denominación Trump, Fulcher & Roxburgh Inc., hicieron un adelanto de su empresa el pasado 15 de julio en Wyoming, aunque disolvieron la compañía cuatro meses después, el 14 de noviembre, una vez que se produjo la victoria en las urnas del mandatario republicano. Uno de los socios, Cameron Roxburgh, compañero de bachillerato de Barron, declaró que pausaron el negocio para evitar la atención mediática por las elecciones.
El objetivo de su mercado se centraba en proyectos inmobiliarios de alta gama, incluidos campos de golf y propiedades en Utah, Arizona e Idaho.
Querían volver esta primavera, según la cadena Fox, pero finalmente todo queda en el aire.
El menor de los Trump es otro niño de la Casa Blanca de las últimas décadas, donde llegó con diez años (2017) en el primer mandato de su padre.
Los otros 'niños' de la Casa Blanca
Al margen de las gemelas Bush (Jenna y Barbara), que eran universitarias en Texas al llegar su padre al 1600 de la avenida Pennsylvania de Washington, Chelsea Clinton, de 44 años, hoy involucrada en diversas organizaciones, entre otras, la familiar, y autora de libros infantiles, tenía doce años cuando entró en la Casa Blanca (1993). Y en el 2009, Sasha Obama, con siete años, fue la persona más joven que vivía en esa residencia desde John F. Kennedy jr. Su hermana Malia tenía diez. Hoy, las dos hermanas comparten piso en Los Angeles. Malia, de 26, es cineasta y escritora; Sasha, de 23, estudia en la Universidad del Sur de California.
En ninguno de estos casos, en los que coinciden que los descendientes son todas mujeres, las hijas han seguido la senda de sus progenitores. Barron Trump sí que apunta a eso del tal palo tal astilla, aunque de momento con más timidez.