El pasado 29 de agosto el Tribunal Provincial de Samui (Tailandia), halló al español Daniel Sancho culpable del asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta. Sancho, hijo del conocido actor Rodolfo Sancho y la analista Silvia Bronchalo, fue condenado a cadena perpetua como consecuencia del fallo.
Una sentencia que termina con la investigación que ha llevado más de un año a la Policía tailandesa, que detuvo a Sancho el pasado 3 de agosto, después de que él mismo se entregase en la comisaría de la vecina isla de Phangan tras confesar haber cometido el crimen en la madrugada del día anterior.
Este ha sido uno de los casos más mediáticos de los últimos años, y si bien Daniel Sancho ha evitado la pena máxima -la condena a muerte todavía es legal en Tailandia- por su colaboración en los inicios de la investigación, según el juez; eso no ha evitado que el fallo haya suscitado todo tipo de reacciones.
El equipo de la defensa de Sancho en España ha tratado en todo momento tratar de demostrar que nunca existió la premeditación. Sin embargo, la sentencia deja claro que es algo por lo que el juez no tuvo duda alguna, vistas las pruebas presentadas por el equipo de investigación de la Policía tailandesa.
Tal y como se puede leer en la sentencia de 47 páginas, ya entregada a las respectivas partes y hecha pública, Daniel Sancho “golpeó” a Edwin Arrieta con “intención de matar” al cirujano colombiano y “preparó” el crimen con la compra previa de cuchillos, una sierra y bolsas de plástico. Estas adquisiciones suponen una “preparación que indica que el acusado planeaba matar y descuartizar al fallecido”.
La sentencia también indica que “el acto del acusado de golpear la cabeza del fallecido contra el borde del fregadero” demostraría la “intención de matar”, en contraste con el argumento de la defensa de que Arrieta murió debido a un accidente.
El texto también señala que “las pruebas presentadas tanto por la acusación como por los codemandantes refuerzan la conclusión de que el acusado fue responsable de la muerte de la víctima, aunque no pudieron determinar con precisión la causa de la muerte”, pues la autopsia no fue concluyente al faltar partes clave del cadáver como el tórax.
Tal y como se supo gracias a la investigación, el cuerpo de Arrieta, de entonces 44 años, fue descuartizado y sus restos repartidos por varios lugares de la isla de Phangan, incluido el mar.
Entre las posibles motivaciones de Daniel Sancho, en la sentencia se apunta a que Arrieta no aceptara que Sancho pusiera fin a su relación meses antes de su fallecimiento y que amenazara al acusado con “revelar secretos” y matarlo. Además se desmiente la postura de “defensa propia” de Sancho ante un presunto intento de violación por parte de Arrieta, ya que quedó “establecido que el fallecido y el acusado mantenían una relación romántica, que incluía una relación sexual”.
Otro de los aspectos a señalar es que, a pesar de lo que declaró Sancho, sí obtuvo la pertinente asesoría legal y de interpretación durante sus declaraciones iniciales, y que esta y otras circunstancias hacen creer que “la cooperación y las confesiones del acusado se hicieron voluntariamente y no bajo coacción”.
La sentencia incide en la “veracidad” de la confesión inicial de Sancho, de la que luego se desdijo
Precisamente, esta colaboración y su confesión inicial habría sido atenuante de su condena final y el motivo de que evite la pena capital. El juez destaca la confesión del acusado como atenuante para rebajar el castigo por el descuartizamiento de 4 a 2 meses de prisión, del que Sancho se declaró culpable durante el juicio, y la pena por el asesinato premeditado, que admitió frente a la Policía inicialmente.
Daniel Sancho ya ha sido trasladado a la prisión de Surat Thani, situada en una zona casi despoblada a unos 600 kilómetros al sur de Bangkok. Este centro acoge alrededor de diez veces más presos que la de Koh Samui, según el Departamento de Correccionales.