Durante un tiempo, en aquella España del pelotazo y en la que Marbella era el destino vacacional por excelencia no solo de la jet sino también de políticos, nobles y arribistas, llegó a correr el rumor de que el propio Jesús Gil había regalado La Gaviota a Encarna Sánchez. No fue así, tal como explica el periodista y escritor Julián Fernández Cruz, el mayor experto en la vida y obra de la inmortal locutora: La Gaviota fue construida en la urbanización Los Monteros, la más exclusiva en la Marbella de los 90, pero sobre un terreno destinado a infraestructuras de saneamiento. Y ese defecto inicial nos ha traído hasta aquí, 30 años después.
La Marbella del pelotazo
Llegó a correr el rumor de que el propio Jesús Gil había regalado La Gaviota a Encarna Sánchez
Según explica el periodista y escritor Julián Fernández Cruz, biógrafo de la locutora, Encarna Sánchez adquirió los terrenos en 1995 a través de una sociedad mediante un contrato de permuta: la locutora entregaba a cambio un chalé en la urbanización Marbesa, 15 millones de pesetas en metálico y un Jaguar. El trato fue firmado en la oficina de Planteamientos 2000, que dirigía nada menos que Juan Antonio Roca, y Encarna recibió licencia para edificar en aquel terreno, más dos apartamentos y un local en Marbella. Cuando Encarna falleció –abril de 1996– la mayor parte de sus bienes fue heredada por Pilar Cebrián y entre otras propiedades, figuraba La Gaviota.
Contrato de permuta
El trato fue firmado en la oficina de Planteamientos 2000, que dirigía nada menos que Juan Antonio Roca
Relata Fernández Cruz que Antonio Banderas estaba interesado en adquirir una casa en la Costa del Sol y el Ayuntamiento de Marbella puso en su conocimiento distintas propiedades disponibles, entre ellas, La Gaviota. La compra se cerró en verano del año siguiente. El problema con que se encontró el actor era un verdadero nudo gordiano: la parcela sobre la que edificó Encarna estaba calificada en parte como edificable y en parte como infraestructura de saneamiento, por su proximidad a la depuradora de la urbanización.
Mucho dolor tras sus paredes
Encarna se desmoronó en el mismo porche de la mansión cuando vio en una portada a Isabel y María del Monte. Juntas. Solas en la playa
Desde el principio aquella compra tuvo mal fario sobre su techo: la comunidad demandó, se cruzaron recursos contencioso-administrativos y en 2003 la licencia de construcción fue anulada por un tribunal. Banderas recurrió ante el TSJ de Andalucía para tratar de evitar la orden de derribar parte del chalé. No tuvo éxito. Tampoco ante el Constitucional.
El amargo trago por el que ha atravesado el actor recuerda al que la propia Encarna vivió allí mismo. Recién estrenada La Gaviota, la residencia que soñó para disfrutar de los veranos marbellíes junto hasta su entonces íntima amiga Isabel Pantoja se convirtió en un mausoleo: Encarna se desmoronó en el mismo porche de la mansión cuando vio en una portada a Isabel y María del Monte. Juntas. Solas en la playa. Verano de 1995. Así lo recordaba a quien esto firma Carmen Jara, muy próxima a la locutora e integrante de su tertulia radiofónica: “Ella le tenía preparada a Isabel una habitación en la planta de arriba, lacada en blanco y oro y tapizada en rosa. La mandó tapizar como ella quiso. Era preciosa, con un salón inmenso. Encarna estuvo todo el fin de semana con la revista en la mano. Subía a su habitación, bajaba… Estaba para encerrarla. Perdió el norte”.
Ahora, Antonio Banderas ha perdido su casa.