Desde ese acontecimiento que ya parece tan remoto llamado pandemia, alrededor de un millón de británicos han dejado de trabajar por problemas de salud de larga duración, o porque aprovecharon la coyuntura para jubilarse, o porque se dieron cuenta (en principio, contra su voluntad) de que podían vivir con mucho menos, ya sea el sueldo del otro miembro de la pareja o los subsidios estatales, y de esa manera disfrutar más de la familia y de la vida. En total, ese colectivo son ya cuatro millones. El paro en el Reino Unido es casi inexistente, debido a que una parte muy importante de la población en edad laboral no busca trabajo y se encuentra al margen de las estadísticas. Mientras tanto, las empresas privadas y el sector público se quejan de que falta mano de obra, ya sean camareros, enfermeras o asistentes sociales, y la productividad es una de las más bajas de Europa.
Catalina está de baja de larga duración como cuatro millones de británicos
Catalina se encuentra de baja desde principios de año. Primero, su regreso al trabajo (si es que lo que hacen los royals puede ser considerado trabajo) estaba previsto para Semana Santa; ahora, para después del verano. Su enfermedad (sobre la que no se siente obligada a dar explicaciones) ha despertado toda la simpatía que cabía esperar, y la prensa, incluso la sensacionalista, ha dejado de especular sobre su condición. Pero lo cierto es que se va a pasar por lo menos seis meses desaparecida en combate, fuera de foco, sin que pase absolutamente nada. La princesa de Gales (cara bonita de la monarquía) está en su casa, el rey Carlos funciona a medio gas, la reina Camila está cansada de cubrir a unos y otros, Guillermo está más preocupado de su mujer y de sus hijos que de ir a cócteles y recibir dignatarios, cada vez juegan más los suplentes, y aquí paz y después gloria. Estas ausencias tienen un lado bueno, que los Windsor y la nación pueden funcionar en piloto automático. Y uno malo (para ellos), que demuestran que Catalina y la monarquía son elementos decorativos y en absoluto imprescindibles.