Dice Corinna, nacida Larsen, ascendida a princesa Zu Sayn-Wittgenstein , y fracasada aspirante a señora Borbón , que no hay derecho que la comparen con Wallis Simpson , la mujer que hizo perder el trono de Inglaterra a Eduardo VIII , o con Meghan Markle , la actriz que no supo interpretar el papel de duquesa de Sussex . Primera contradicción, pues defendiendo su papel de enamorada desinteresada, otorga a las otras dos mujeres el de arpías capaces de hacer de sus hombres unos peleles. No, nuestra Corinna, que lo es porque hay que ver como nos esta complicando la vida, es una dulce paloma que sólo buscaba el amor y se ha encontrado con una conspiración y 65 millones de euros en el bolsillo. Tiene razón cuando afirma que, por lo general, siempre se defiende a los hombres cuando, al lado de una mujer, cometen tonterías a quien acaba culpabilizándose de los desatinos.
No serían las responsables, pero si los detonantes. Eduardo VIII era un frívolo a quien le venía grande el puesto de rey y de buena se libraron los ingleses porque sus veleidades fascistoides les hubieran llevado al desastre o quien sabe si a toda Europa si, aliándose con Hitler hubiera cambiado el curso de la historia. Eligió casarse con Wallis Simpson cuando su primer ministro, Stanley Baldwin , le comunico ( lo explicó en sus Memorias), que el consejo de ministros no autorizaba su boda, así que él mismo. Porque eso es lo que hacen los jefes de gobierno en las monarquías parlamentarias velar porque los reyes, que lo son por herencia familiar, se sometan de algún modo a la soberanía popular.
Si de verdad estaba tan enamorada del rey Juan Carlos lo que debía haber hecho es haberle influido para dejar el trono y refugiarse juntos
Al joven príncipe Enrique nadie le impidió casarse con Meghan Markle , finalmente tenía que pasar una catástrofe que acabara con la vida de su padre, de su hermano y de sus tres sobrinos para que se le presentara la ocasión de llegar al trono. Quizá fue él quien le dijo a Meghan: ”Tranquila, actúas un ratito de princesa y luego, nos vamos” y es verdad, que ella hizo el papel pero no tuvo nada que ver en la espantada. En cualquier caso, tanto Wallis como Meghan tuvieron en su mano haber dejado a sus hombres cumplir con su deber. Tanto Eduardo como el biznieto de su hermano Jorge, disfrutaron hasta sus respectivas bodas de una vida de privilegios y si algo de democrático tiene el sistema monárquico es que los miembros de las familias reales se deben a la ciudadanía que les otorga una posición de privilegio. No se puede escapar, lo siento.
Y volvamos a Corinna. Claro que no se la puede comparar con Wallis y Meghan; éstas hicieron salir a sus hombres del círculo real pero también les acompañaron en su nuevo destino plebeyo, pero mi Cori pretendía entrar y con todos los honores, para convertir la Corona de España en su cortijo. Si de verdad estaba tan enamorada del rey Juan Carlos lo que debía haber hecho es haberle influido para dejar el trono y refugiarse juntos en una granja de ovejas de Nueva Zelanda. Una vida sencilla y anónima en la que seguir haciendo barbacoas.