Enamoró a Charlton Heston, a Marlon Brando, a Frank Sinatra, a Jorge Negrete, a Cantinflas... Con 20 años se convirtió en la novia de España y una década después se permitió el lujo de dar la espalda a Hollywood y a un suculento contrato de cinco años en la meca del cine. Aún sigue siendo uno de los personajes más queridos del público español, aunque ella ya no lo recuerde. Hoy Carmen Sevilla cumple 90 años sumida en la niebla del alzheimer, una enfermedad que se llevó a su madre con 100 años, justo el mismo día del 2004 en el que la artista se convertía en abuela.
María del Carmen García Galisteo, sevillana con chispa del barrio de Heliópolis, no recuerda nada de lo que fue, aunque todos se acuerden de ella. Con 14 años bailó para Estrellita Castro, para la que su padre y su abuelo componían coplas, entre otras artistas de la época . Carmencita cantó, bailó, hizo publicidad, protagonizó una setentena de películas y no se apeó de los escenarios hasta que un marido celoso la quiso sólo para él.
El público comenzó a enamorarse de su belleza, su sonrisa y de una irresistible ingenuidad pícara en 1948, cuando compartió pantalla con Jorge Negrete en Jalisco canta en Sevilla. Cuatro años más tarde llegó otro de sus grandes papeles, Violetas imperiales , con Luis Mariano. Hubo tanta química que después rodaron El sueño de Andalucía y La bella de Cádiz . A partir de ahí se hizo imprescindible en televisión, cantando, bailando y actuando. Como Elisabeth Taylor, fue Cleopatra y Yul Brynner, su Marco Antonio, en 1972.
En el 2013 empezó a olvidar quién fue. Ya no recuerda que se casó dos veces, con Augusto Algueró (1961) y con el que ella misma ha definido como el gran amor de su vida, Vicente Patuel (1985). El músico le dio un hijo, Augusto, y muchos disgustos. Era celoso y llegaba a cronometrar la duración de los besos que Carmen daba en sus películas. Compuso Te quiero vida mía , que cantaba Nino Bravo, pensando en Carmen. Pero también Noelia, pensando en otra… En 1974, la artista dijo basta y, pese a sus fuerten convicciones religiosas, pidió el divorcio.
El empresario Vicente Patuel, al que conoció en 1948, salió al rescate de su tristeza. Se casaron en 1985 y se acabaron las películas para Carmen, que aceptó gustosa y enamorada encerrarse en el campo extremeño.
Era tan mediática Carmen Sevilla que por su boda cobró 30 millones de pesetas, una barbaridad para la época. Para preservar la exclusiva y el fastuoso vestido de novia goyesco que lució, al enlace no acudió ni siquiera el hijo de la artista. Patuel se enorgullecía de que había tenido a la estrella exclusivamente para él durante 20 años, pero en 1991 Carmen volvía a televisión. Las 300.000 pesetas que ganaba por programa presentando el Telecupón en sustitución de Belén Rueda no tardaron en convencer a su segundo marido celoso.
Mediática
Carmen Sevilla hizo del error y las metedoras de pata un hallazgo televisivo
Carmen Sevilla hizo del error y las metedoras de pata un hallazgo televisivo y los espectadores se encariñaron con su faceta de presentadora entrañable, de sus “ovejitas” y de su “cuponsito” Condujo concursos como El juego del zodiaco y compartió labores de presentadora junto a Agustín Bravo. El nuevo siglo le regaló Cine de barrio y las campanadas del 2003, en TVE. En el 2005 se atrevió a bailar hip hop en Mira quién baila.
La estrella alternaba su presencia nocturna en televisión con la cría de ovejas en una explotación ganadera en Herrera del Duque (Badajoz), la finca en que se quedó sola tras la muerte repentina de Patuel en el 2000.
Sus divertidos despistes se transformaron en el triste alzheimer y en el 2010 tuvo que dejar Cine de barrio , a los 80 años, un año después de que le diagnosticaran la enfermedad. Dejó la pequeña pantalla y toda su actividad pública y pasó a ser paciente de una residencia especializada en la localidad madrileña de Aravaca, donde sólo recibe la visita de un amigo y de su hijo, Augusto, celoso guardián del declive de la artista, y que ha sido criticado por su decisión de proteger a su madre del escrutinio público.
Hoy, la carismática y risueña Carmen Sevilla, dada por muerta en un desafortunado error el pasado domingo en Twitter, no será capaz de soplar las velas de su 90.º cumpleaños, pero seguro que todo un país lo hará por ella, como en sus mejores épocas.