Antonio de la Torre: “¿Otro Goya? Apenas un 8% de los actores vivimos de esto. Ese es mi mayor premio”

Festival de Sitges

El actor malagueño, ocho nominaciones y una estatuilla, estrena ‘Que Dios nos perdone’, donde interpreta a un policía a la caza de un asesino en serie

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Antonio de la Torre entre el director Rodrigo Sorogoyen y su compañero en la película;Roberto Álamo.

Job Vermeulen

En los últimos tiempos su presencia se ha hecho imprescindible en lo mejor del cine español. Desde el Goya por AzulOscuroCasiNegro, recibido en 2007, lo hemos visto en películas tan aclamadas como Gordos, Lope, Primos, Los amantes pasajeros y La isla mínima, que arrasó hace dos años, entre otras muchas. De ahí que su nombre haya aparecido hasta en ocho nominaciones al máximo galardón del cine español. No se siente maltratado; al contrario, cree que vive en un privilegio por el mucho trabajo que la industria le ofrece. Su último filme es Que el cielo nos perdone, donde Antonio de la Torre (Málaga, 1968) interpreta a un policía con disfemia que trata de dar caza a un asesino en serie durante los días que generaron el Movimiento 15-M. Antonio charló con La Vanguardia durante la fiesta que ofreció ron Bacardí con motivo de su premio Espíritu Indomable.

Estando en Sitges la primera pregunta es obligada. ¿Te gusta el género fantástico y de terror?

Me encanta, me flipa. Con decirte que mi película favorita es El exorcista… Me encantaría que me llamasen para hacer una pero nada, que no me llaman.

Quizá es que en nuestro país sigue siendo un género minoritario.

Ese un debate porque yo creo que hay una falsa idea del cine que se hace en España. Una idea que yo he oído muchas veces que solo se hace cine de la Guerra Civil y un informe europeo publicado hace cosa de dos años demostró que de la Guerra Civil había ocho. Lo que ocurre que suelen ser muy significativas. Cuando he viajado por Europa he notado que tenemos prestigio en el cine de género. La gente tiene en la boca a Balagueró y Amenábar continuamente.

Has presentado en Sitges Que el cielo nos perdone. ¿Cómo has afrontado tu papel?

La mayor preocupación que tenía era interpretar a un disfémico, una persona con tartamudez, un tema suficientemente delicado como para caer en un cliché o una caricatura. El director y el productor, Rodrigo Sorogoyen y Gerardo Herrero, me ofrecieron el papel y tardé casi un año en decidirme. Entiéndeme, no es que estuviese en mi casa decidiéndome, sino haciendo mi vida. Pero había algo de riesgo en ello que…

¿Qué te hizo asumir el reto finalmente?

Por suerte apareció Isidoro Ruiz, uno de los portavoces de la Sociedad Española de la Tartamudez. Un hombre muy cinéfilo que se sumó a la película supervisando el rodaje y fue clave para que me atreviese. Para mí ha sido lo más difícil, un plus extra a desempeñar bien un papel.

Cuéntanos cómo fue el trabajo de tu coach.

Isidoro, que vive en Sevilla, se vino a Madrid y estuvimos conviviendo todo el período de la película con el visto bueno del director. Trabajábamos en casa y en el rodaje íbamos toma a toma. Si él no lo veía claro me decía “Antonio, así no es creíble” y sugería los cambios necesarios. Fue como mi alter ego. Nos zampamos la peli entre los dos. Elena, una persona de la Asociación me dijo: “Interpretar a una persona con disfemia no es solo hablar con dificultad, es más profundo. Tiene que ver con la frustración de tratar de expresarte y no conseguirlo”.

Tienes una filmografía larguísima a tus espaldas y vas apareciendo en la quiniela de nominados a los Goya, pero no acabas de llevarte el segundo. ¿Cuándo la Academia reparará esta injusticia?

¡Te niego la mayor! Mi primera nominación fue en 2007 por AzulOscuroCasiNegro y lo gané. He recibido ocho nominaciones y es una barbaridad. Es muy difícil ganarlo y ser nominado es un premio. Estoy en la pomada (risas). El otro día leí que solo un 8 % de los actores viven de esto y yo estoy en ese 8 %. Ese es mi mayor premio.

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