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Los tesoros ocultos del Cercle del Liceu

Joyas que llevan décadas olvidadas

Ilustraciones de Alexandre de Riquer, partituras con firma, revistas modernistas... La biblioteca del club sale a la luz

Son cerca de 4.000 volúmenes los que encierra la biblioteca del Cercle del Liceu, en uno de los pisos de este club privado que comparte edificio en la Rambla con el Gran Teatre. Llevaban décadas completamente olvidados en sus vitrinas, hasta que la comisión de música de la entidad le ha encargado a uno de sus socios, el joven historiador Òscar Ferrer, que inventaríe su contenido aprovechando el encierro pandémico. Así es como se han comenzado a redescubrir volúmenes decimonónicos –el club se fundó en 1847– que aguardan, pacientes, en sus no menos añejos gabinetes de madera.

No se trata de una biblioteca que quisiera aglutinar el saber universal sino más bien de un gabinete de lectura con novelas y poesía, y muchas revistas de la época. La hemeroteca es espectacular, con colecciones completas encuadernadas de las revistas ilustradas de finales del XIX y principios del XX, momento en que las artes gráficas irrumpieron con estilo en el mundo industrial.

De esta forma, más allá de que su almanaque de gotha permita constatar la relación entre el Círculo y la nobleza, o el origen nobiliario de su primer presidente, el quinto Marqués de Sentmenat, o incluso la visita de reyes nacionales como Isabel II y aristócratas extranjeros como los príncipes de Baviera en 1906, lo que arroja este tan necesario inventario es el redescubrimiento de perlas del Modernisme. El Cercle adquiría cosas como un ejemplar de Del meu tros , que La Renaixensa le publicó a Emili Vilanova.

“Uno de los grandes tesoros bibliográficos y que da muestra de la gran exquisitez de su autor es el poemario Anyoranses , escrito e ilustrado por Alexandre de Riquer, figura clave del modernismo quien por cierto diseñó alguno de los muebles que hay en el Círculo”, dice Ferrer mientras se pone la mascarilla y el guardapolvo para recibir a la visitante. Hace calor en la sala.

A parte de este poemario del 1901 con ilustraciones florales en sus páginas, Ferrer cuenta que se conserva la partitura de la ópera Tannhäuser editada en catalán por la Associació Wagneriana de Catalunya... con diseño de Riquer en la portada. Y también son suyos los dibujos de Ilustración Artística de 1898 con los que ilustra El sueño de las calaveras de Quevedo: murciélagos, calaveras con mariposa o ese estilo prerrafaelita que él introdujo en el país.

En la revisión del contenido de esta biblioteca –“calculé que en un mes estaría todo listo, pero llevo ya tres”–, el joven historiador ha hallado por ejemplo un plano original del Pla Cerdà de Barcelona, “lo que nos recuerda lo curioso que resulta que un socialista utópico fuera socio del Cercle”, comenta. Otros socios del pasado dignos de mención son un general del imperio ruso, el médico de Isabel II o los entonces futuros presidentes de la Primera República española, Emilio Castelar o Estanislao Figueras.

La hemeroteca es espectacular, con colecciones completas de las revistas ilustradas de finales del XIX y XX

Mané Espinosa

Mané Espinosa

La música, en todo caso, no deja de estar presente en las estanterías: un hallazgo han sido los cuatro volúmenes de la ópera Garín , del salmantino Tomás Bretón, dedicada al Cercle con generosidad: “Este libro demanda humildemente un techo en la biblioteca del artístico patriótico y liberal Círculo del Liceu de Barcelona para que recuerde la eterna gratitud de Tomás Bretón...”. El Cercle, que conserva con su sello La verbena de la paloma y La Dolores , prestó esa partitura a la Exposición Universal de 1929... Lamote de Griñón o Jaume Pahissa son otros compositores de los que se guarda aquí firma de puño y letra. Y la Associació Wagneriana es la editorial más prolífica musicalmente hablando en esta biblioteca, con libretos y partituras de calado. El crítico musical Joaquim Pena, presidente de la primera Associació, decantó la balanza en la pugna entre bretonianos y wagnerianos.

La hemeroteca, por su parte, reúne medio centenar de títulos de los años del Modernisme y el Noucentisme en distintas lenguas. “El Cercle no es ajeno al desarrollo europeo de las artes gráficas. Aquí hay números de la primera revista ilustrada de la historia: The Illustrated London News , que fue imitada en todo el mundo y que influyó en Alemania o en Italia, con la bellísima Scena illustrata ”, apunta Ferrer.

Pero el club era más bien afrancesado. La capital cultural de la época era París y se conservan La Vie Parisienne , más otras satíricas o de moda. “Y la totalidad de los números de la primera revista ilustrada de importancia editada en España, El Museo Universal , y la que le sucedió, Ilustración Española y Americana , de las más importantes del momento. En ella publicaron Unamuno, Valle-Inclán o Zorrilla, que también era miembro del Círculo. Blanco y Negro , de gran belleza, también está presente”.

Mané Espinosa
Mané Espinosa
Mané Espinosa
Mané Espinosa
Mané Espinosa

Hablamos de revistas editadas en Madrid, pero Barcelona no tardaría en erigirse en capital de las artes gráficas españolas, recuerda Ferrer. Es en la ciudad del Cercle donde surgen algunos de los tesoros aquí conservados. Hermenegildo Miralles y Miquel Seguí editaron Hispania y Álbum Salón , en lengua castellana. “Se trataba de unir en un solo producto la Barcelona manufacturera y la artística”, dice Ferrer.

En catalán, Ramon Casas, el pintor modernista más representado en el Cercle, financió Pèl & Ploma , un verdadero medio de difusión modernista que contaba con el crítico Miquel Utrillo. La Il·lustració Catalana fue la primera revista ilustrada en catalán, y aparecían tanto artistas catalanes como un Rubens. El Cercle es además testigo de cómo surgió Feminal , la primera revista feminista de la Península.

Sin embargo, en 1924 dejaron de llegar revistas. Primo de Rivera había prohibido el juego, la verdadera fuente de financiación del Círculo (círculo, club, casino eran equivalente), con lo que probablemente hubo que cancelar suscripciones.

La catalogación no está terminada pero ya deja ver los lazos del Círculo con la cultura europea y su compromiso con la Barcelona de la época, una gran ciudad hecha a sí misma. De hecho, el mismo Josep Pla se ofreció en su día a ser el bibliotecario a cambio de que le dejasen dormir allí. Quería salir luego por la Rambla. Le dijeron que no, y cuando años más tarde se lo ofrecieron, consideró que ya era viejo para estas cosas.