“La edad cambia el cerebro, no lo deteriora”
El neurólogo Pascual-Leone cree que se puede envejecer con la cognición intacta
Asociamos envejecimiento a un cúmulo de deterioros y pérdidas de capacidades en el cuerpo y en la mente. Sin embargo, el profesor de Neurología de la Escuela Médica de Harvard y director científico de la Barcelona Brain Health Initiative (BBHI), que lleva años investigando el cerebro, asegura que el deterioro cerebral no es ineludible, que se puede envejecer con la cognición intacta porque los años no estropean el cerebro, simplemente lo cambian.
“Naces y a lo largo de toda tu vida el cerebro va cambiando, de modo que ciertas conexiones y capacidades aumentan y otras se van perdiendo, pero sin que la suma total sea negativa, sin que por el hecho de hacerte mayor acabes perdiendo; en un cerebro sano, con los años solo cambia la forma de funcionar”, asegura el investigador.
A modo de ejemplo comenta que a medida que sumamos años vamos sumando vocabulario, conexiones de información, relaciones, etcétera, que dan lugar a un sustrato de sabiduría que no se tiene a los siete años, mientras que a esa edad los niños tienen más capacidad de asociar palabras a objetos, y eso proporciona una capacidad de aprender más eficaz.
“No hemos de pensar en el deterioro cognitivo como algo obligatorio, como algo asociado a la edad; lo que hemos de entender es que con los años cambia la forma de funcionar del cerebro, ganamos unas capacidades y perdemos otras, y lo que hay que hacer es optimizar las que se tienen a cada edad”, afirma Pascual-Leone. En este sentido, enfatiza que el reto no es tener a los 60 años el mismo cerebro a que a los 18, sino tener el cerebro de los 60 funcionando óptimamente.
De ahí sus estudios dirigidos a averiguar qué hay que hacer para promover esa funcionalidad, para minimizar el riesgo de que el cerebro enferme y con ello potenciar también el envejecimiento saludable. Porque, como explica Pascual-Leone, un cerebro sano, además de mantener las capacidades cognitivas, promueve la salud de todo el organismo, ayuda a prevenir las enfermedades neurológicas y, gracias a la reserva cognitiva, permite sobreponerse mejor si estas ocurren.
Las enfermedades neurológicas son uno de los principales problemas de salud pública en los países desarrollados y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2030 las discapacidades neurológicas derivadas de ictus, accidentes de tráfico, enfermedades degenerativas, demencias y depresión, entre otras causas, afectarán ya a más de 25 millones de europeos, registrándose unos dos millones de casos nuevos cada año en Europa. De ahí que el estudio de los mecanismos que rigen estas enfermedades se haya convertido en una prioridad de las políticas científicas tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, con proyectos a gran escala como Human Brain Project y Brain Initiative, respectivamente.