Una adolescente se juega la vida por una foto en la azotea
Rescatada por los Mossos al quedar atrapada en la cornisa
El egocentrismo digital no entiende de escarmientos. Las historias se suceden y el último capítulo de esta moda que triunfa en las redes sociales (hacerse fotos en situaciones extremas) la ha protagonizado una adolescente de 14 años, a la que los Mossos tuvieron que rescatar después de colgarse de una viga a cuarenta metros del suelo, en una azotea del Eixample de Barcelona.
La chica accedió a la terraza del inmueble, de ocho plantas, con un amigo y un plan muy arriesgado. La adolescente iba a colgarse de una de las vigas que sobresalen de esa azotea y su compañero le sacaría fotos. Una temeridad, visto el escenario elegido. La chica, según informaron ayer los Mossos, no dudó en colgarse de una de esas vigas ancladas a un muro de la azotea. La primera parte del plan salió como estaba previsto. La adolescente consiguió esas fotos con el cuerpo suspendido al vacío y las manos asidas a la viga.
El problema llegó cuando quiso regresar de nuevo a la azotea. Las fuerzas le fallaron y no pudo volver a la terraza arrastrando las manos por la viga mientras seguía suspendida. Así que la única opción para evitar la caída era dejarse caer a la cornisa que tenía bajo sus pies. Es lo que hizo. Pero no calculó que una vez tuviese los pies en ese estrecho pasillo de hormigón tendría que saltar una pared casi tan alta como ella para acceder a la azotea.
En cuestión de segundos se pasó de esa mala entendida diversión que sólo busca exhibirse en las redes a la angustia. La adolescente, indican los Mossos, “se asustó y sufrió un ataque de nervios al ser consciente de que era incapaz de trepar hasta la terraza, además de percatarse de que su amigo no podía ayudarla y darse cuenta de que su conducta la había puesto en una situación de peligro extremo”. Los Mossos y la Guardia Urbana fueron avisados de la situación (la alerta informaba que una adolescente atrapada en una cornisa de un inmueble de ocho plantas) y varias dotaciones se desplazaron hasta esa azotea. Calmaron a la adolescente –estaba muy nerviosa– y la subieron a pulso hasta la terraza. Allí mismo fue atendida por un equipo del SEM de diversas heridas leves en los brazos y después se avisó a familiares de la chica que se personaron en pocos minutos al lugar para llevársela a casa.
Los hechos ocurrieron el pasado 11 de marzo y no fue hasta ayer cuando los Mossos hicieron pública esta historia con la siguiente pregunta: ¿Vale la pena jugarse la vida por una foto? En este caso ese egocentrismo digital basado en el riesgo extremo no ha pasado de un susto y la protagonista podrá contarlo. Un final muy diferente a las últimas historias conocidas y relacionadas con este tipo de fotos que acabaron en tragedia.
Desde el pasado mes de diciembre constan al menos media docena de muertes (en los últimos cinco años se habla de más de medio centenar de fallecimientos) relacionadas con fotos o selfies tomadas en escenarios de riesgo. Una de las más sonadas, entre la lista de las últimas tragedias, fue la de Wu Yongning, un youtuber de 24 años de China conocido por sus fotos a lo alto de rascacielos. En su última selfie (el pasado mes de diciembre) se precipitó al vacío desde 190 metros. Un final idéntico tuvo el pasado mes de enero un universitario malasio, de 30 años, que cayó desde lo alto de una azotea cuando se hacía un autorretrato vestido de Spiderman. A finales del 2017 otro hombre murió al ser embestido por un elefante cuando se acercó al animal para hacerse una selfie. Capítulo a parte merecen los recién descubiertos youtubers de la Sagrada Familia... Suma y sigue.