“Como patrono de Fundación Exit, veo a diario las dificultades que enfrentan las organizaciones sociales para justificar su trabajo y demostrar su impacto. Muchas de estas barreras vienen de cómo entendemos la ayuda al prójimo”, sostiene el profesor de escuela de negocios Pablo Foncillas. Dan Pallotta, activista humanitario, plantea que la filantropía no es un lujo, sino una parte esencial del sistema económico. La llama un “mercado de amor” que atiende necesidades que no se pueden monetizar, como la compasión.
Sin embargo, lamenta el divulgador, seguimos tratando al sector social “con desconfianza”, imponiéndoles restricciones absurdas y exigiéndoles operar con austeridad, como si hacer el bien implicara renunciar al triunfo. “Es aceptable” lucrarse vendiendo videojuegos donde se asesina a gente, pero no liderando de manera próspera proyectos para curar enfermedades o educar niños.