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Iberdrola

Las primeras 24 horas tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca han sido toda una revolución para los intereses empresariales externos a Estados Unidos, aunque no suponen ninguna sorpresa para los empresarios españoles allí instalados. Trump es un viejo conocido para las empresas españolas que mayor presencia tienen en aquel país, entre las que destacan sectores como la energía, la construcción y la industria. En total, las empresas españolas acumulan inversiones que rondan los 80.000 millones.

Atendiendo a las grandilocuentes afirmaciones de Trump, todo indica que la mayor afectación será para las empresas de energía renovable, pero en el sector hay tranquilidad. Lo prueba incluso su comportamiento en bolsa de ayer. “El susto estaba descontado”, aseguran en el sector energético.

Iberdrola, Repsol, ACS, Ferrovial o el Santander tienen importantes intereses en el país

Empresas como Iberdrola , Acciona Energía o Repsol y Naturgy llevan años instaladas en EE.UU. Y no solo allí, sino también en múltiples países del mundo en los que lidian con líderes “incluso más complicados que Trump”, aseguran en el sector.

La sensación generalizada en el mundo de la energía es que este asunto es uno más a gestionar en sus negocios. Ibedrola, por ejemplo, posee activos por valor de 46.000 millones de euros, el 80% en redes. “Un área en la que existe un enorme potencial.Nuestro objetivo es seguir construyendo allí”, aseguran desde la compañía.

Para Repsol o Naturgy tampoco se atisba un gran impacto. La tercera parte de la producción de hidrocarburos se localiza en EE.UU. y van a seguir invirtiendo. También en la misma línea están los planes en renovables de Naturgy y Acciona. Entre otras cosas porque la mayoría de las decisiones de inversión están en los estados y no en el gobierno central.

Para las que exportan componentes a EE.UU. la situación se repite. Por ejemplo, en el anterior mandato de Trump se impusieron aranceles del 75% para tramos de las torres con las que se construye la eólica offshore. “Se cayeron todos los proyectos y nuestras empresas supieron adaptarse y reorientarse hacía otros mercados. Aun así, en la anterior administración Trump fue cuando más eólica se construyó en EE.UU.”, explica Juan Virgilio Márquez, director de la Asociación de Empresas Eólicas.

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“La inercia de las energías renovables como la energía más barata es de tal calibre que no se puede parar, incluso aunque EE.UU. apueste por las energías fósiles mientras consigue armar una industria interna que no le haga depender de nadie en el sector renovable, que en realidad es lo que busca”, explica Mázquez.

Por otro lado, las empresas de construcción tienen una presencia relevante en Estados Unidos, con ACS convertida, a través de filiales como Turner o Flatiron, en el grupo más activo en el país. Mientras ACS se adjudicaba recientemente en el país proyectos como el de los centros de datos de Meta, valorado en 9.500 millones de euros, Ferrovial encaraba la construcción de la nueva terminal en el aeropuerto JFK de Nueva York. Por su parte, Acciona participa en grandes obras como la del puente New Calcasieu; OHLA trabaja en la accesibilidad del metro de Nueva York y Sacyr está en la autopista I10.

Al operar a nivel local, e incluso al cotizar en el Nasdaq como es el caso de Ferrovial, las empresas españolas pueden beneficiarse de las bajadas de impuestos anunciadas. Una de ellas recuerda además que Trump tiene también un plan de infraestructuras, en su caso centrado en carreteras y desarrollos urbanos, a diferencia del de Biden, más enfocado hacia renovables.

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También hay empresas industriales en el país con producción local, como Acerinox en siderurgia, Viscofan y Ebro Foods en alimentación o Gestamp, Cie y Antolin en automoción. Con los aranceles, podrán producir más y a mejor precio, según indican desde una de ellas.

Los intereses españoles los completa el Santander, a través de Openbank y de su filial de seguros de coches. Los analistas creen que el impulso a las grandes empresas dará también brío al negocio de los bancos. La desregulación es un arma de doble filo que, al menos a corto plazo, puede impulsar la actividad bancaria.

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