No es fácil saber si la nueva etapa de Donald Trump acelerará el declive del imperio americano o al revés. Lo que sí parece seguro es que los americanos dan miedo. “Yankees go home!”, de nuevo. Ni son buenos amigos, ni aliados para nadie, y menos aún para Europa. Como afirmó el ya ex alto representante de la UE para la Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, “la seguridad de Europa no puede depender cada cuatro años del humor de los electores norteamericanos”.
Tal vez este distanciamiento nos permita acelerar la construcción del proyecto europeo. Es imprescindible que la UE tenga su propio ejército y política exterior, igual que tiene su moneda. Hay que recordar que en su primer mandato Trump se posicionó a favor del Brexit apoyando a Boris Johnson, quien ha llevado al Reino Unido al borde del precipicio. Hoy pocos se acuerdan y vuelve a aparecer.
El futuro de Europa en general y de España en particular no pasa por la extrema derecha
A la vista de las injerencias de los nuevos altos cargos de la Administración de EE.UU. en los asuntos internos del Viejo Continente, da la impresión de que tratan de enfrentar a los socios para terminar con el euro, como ha hecho Elon Musk. El sueño europeo nunca les ha gustado y siempre han preferido el dólar.
No se trata de llevarnos mal con ellos, sino simplemente de no depender de un país que ha tomado unos derroteros muy inquietantes. No da tanto miedo el nuevo presidente, quien esperemos que tome decisiones que sean supervisadas por los mecanismos de control interno, como los millones de ciudadanos que le votan.
Ha sido el propio presidente saliente Joe Biden quien ha alertado del peligro que supone la toma del poder por parte de “una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que amenaza nuestra democracia, nuestros derechos y nuestras libertades básicas”. Da miedo escucharle decir que “los americanos están siendo sepultados bajo una avalancha de desinformación, lo que permite el abuso de poder”. Las primeras medidas anunciadas tras ocupar el despacho oval confirman que ese temor no es injustificado.
Tal vez no sea el lobo tan fiero como lo pintan y cuando pase el arreón de los primeros meses el agua vuelva a su cauce. Lo cierto es que la economía norteamericana va bien si se exceptúa el fuerte endeudamiento que tienen y que les obliga a sanear sus cuentas públicas si quieren hacer frente a China, su gran rival.
Tal vez sea esto lo que justifique el nacional populismo que ahora tratan de potenciar, especialmente en materia económica. Crecen al 3%, tienen pleno empleo y la inflación está en fase de ser controlada. Con los republicanos en el poder, a los americanos les irá bien al principio. Para los europeos no tanto y las cosas se nos van a complicar sobre todo si Trump considera que sus aliados son Meloni, Le Pen, Orbán o Santiago Abascal. Si esto sucede así, habrá que dar la razón a Pedro Sánchez porque el futuro de Europa en general y de España en particular no pasa por la extrema derecha.