Un empresario de ensueño

Adiós a Isak Andic

Un empresario de ensueño
Maurici Lucena
Presidente de Aena

Me siento muy afortunado de haber sido amigo de Isak Andic y, tras conocer su súbito fallecimiento, escribo estas palabras con el corazón helado. La asombrosa historia personal, profesional y empresarial de Isak Andic parece extraída de un sueño. Probablemente, gracias a su gran inteligencia innata, Isak era consciente de ello y por esta razón su manera de relacionarse con la vida era agradecida, generosa, honesta y natural.

Judío sefardí, adscripción cultural de la que se sentía orgulloso, Isak Andic nació en Estambul en 1953, hijo de una familia turca de clase media que emigró a Barcelona a finales de la década de 1960 en busca de un mejor futuro profesional. Isak se propuso estudiar educación secundaria en La Escuela Americana de Barcelona y, aunque su coste desbordaba las posibilidades económicas de sus padres, el adolescente recién llegado a Barcelona consiguió persuadir al director de la Escuela de que excepcionalmente le cobrara a él solo la mitad. Esta anécdota ilustra claramente que ya entonces existía un formidable empresario en ciernes.

A principios de la década de 1970, Andic intuyó acertadamente que los vivos colores y el hechizo de los tejidos y diseños de su Turquía natal gustarían a unas nuevas generaciones de barcelones, catalanes y españoles que empezaban a abrirse al mundo tras la oscuridad de la dictadura franquista. Empezó a importar ropa de Turquía de manera un tanto heterodoxa, viajando con su coche repleto de ropa sin regresar jamás a casa sin vender todo el género; continuó la aventura con sus primeras tiendas en Barcelona y, casi sin pretenderlo, a golpe de genio y mucho trabajo, edificó en los siguientes lustros una enorme multinacional de diseño, fabricación y comercialización de prendas de vestir. Mango es hoy una de las compañías del sector textil más prestigiosas y exitosas del mundo y un emblema empresarial y estético de Barcelona y Catalunya.

El perfil público de Isak Andic fue siempre llamativamente discreto, elegante, sin apenas presencia en los medios de comunicación y voluntariamente antagónico a cualquier exhibición de éxito económico y social. Esta modestia contrastaba con la pasión con la que disfrutaba sus aficiones y, sobre todo, el tiempo compartido y las conversaciones con sus siempre queridos amigos. Isak Andic fue, en suma, uno de los empresarios más importantes de Catalunya y de España del último medio siglo y una persona a la que, por su manera auténtica de amar la vida, será imposible no echar de menos.

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