No son imágenes de la Revolución Cultural de Mao, sino de la China de Xi Jinping. El expresidente del Banco de China, Liu Liange, de riguroso azul marino pero despojado ya de americana y corbata, escuchó ayer martes, flanqueado por dos policías, como un tribunal popular le condenaba a muerte por corrupción.
El juzgado de Jinan, en la provincia oriental de Shandong, deja la sentencia en suspenso durante dos años, debido a que el reo habría colaborado con la justicia y expresado remordimiento. De modo que sería conmutada a cadena perpetua, antes de 2027, mientras no haya reincidencia. Asimismo, los bienes del ejecutivo bancario han sido confiscados para resarcir al erario público y deberá pagar una multa suplementaria de 150.000 yuanes, cerca de 20.000 euros.
El tribunal considera probado que el reo aceptó sobornos por más de 121 millones de yuanes (16 millones de euros) y concedió préstamos de forma irregular por un valor de 436 millones de euros, a sabiendas del perjuicio para los bancos que dirigía, que se elevó a unos 25 millones de euros.
Asimismo, Liu Liange, que el año pasado fue expulsado del Partido Comunista de China (PCCh), ha sido privado de sus derechos políticos de por vida.
Si no hay reincidencia
La condena debería ser conmutada a cadena perpetua dentro de dos años
En febrero pasado, la Fiscalía Suprema Popular procesó a Liu por “abuso de poder", entre 2010 y 2013, período en que ocupó cargos directivos en el Banco Popular de China -el banco central- y también en el Export-Import Bank, antes de ser nombrado presidente, en 2019, del también público Banco de China, cuarto del país y del mundo en volumen de activos.
Su procesamiento forma parte de una reactivación de la lucha anticorrupción en el sector financiero, anunciada a principios de año por el presidente Xi Jinping. Liu es el banquero de mayor perfil en ser investigado hasta ahora por la Comisión Central para la Inspección de la Disciplina, el poderoso órgano anticorrupción del PCCh.
Tras su llegada al poder en 2012, el actual secretario general del PCCh y presidente del país, Xi Jinping, comenzó una campaña anticorrupción en la que numerosos altos cargos, también de empresas estatales, han sido condenados por aceptar sobornos millonarios. Dicha campaña afectó al ministro de Defensa, Li Shuangfu, que estuvo varios meses desaparecido, antes de ser fulminado. Este miércoles, el diario británico Financial Times asegura que su sucesor, Dong Jun, también sería objeto de una investigación por prevaricación.
El celo anticorrupción de Xi es visto con simpatía por la mayoría de la población, incómoda por la aparición de fortunas escandalosas en una sociedad formalmente comunista. Pero sus detractores lo consideran una forma de mantener a raya a sus rivales dentro del partido, cuando no purgas.
A mediados de 2022, Xi clamó victoria prematuramente en la campaña anticorrupción en el sector bancario, iniciada un año antes. Pero su reactivación este año, con tres condenas sonadas, indicaría que es una batalla con todavía mucho recorrido.
Banqueros en el banquillo
Los expresidentes de China Merchants Bank y China Citic Bank precedieron a Liu
Entre los represaliados este año se cuentan Tian Huiyu, expresidente del China Merchants Bank; Sun Deshun, expresidente de China Citic Bank; y Wang Bin, expresidente de China Life Insurance. La lista, sin embargo, alcanza cientos de nombres desde que Xi Jinping se hiciera con las riendas del poder en 2013.
Aunque el castigo habitual consiste en multa, confiscación y encarcelamiento, algunos individuos, como el antiguo presidente de China Huarong Asset, Lai Xiaomin -en 2021- han sido sentenciados a muerte por corrupción y ejecutados.
La campaña moralizante de Xi Jinping no tiene la codicia como único objetivo. Algunos ejecutivos de firmas occidentales han comprobado las consecuencias desagradables que puede acarrear, por ejemplo, aterrizar en China después de haber consumido drogas. Un alto directivo de Volkswagen, a su regreso a China desde Bangkok, fue detenido el mes pasado y deportado a Alemania, después de que un control aleatorio revelara que habría consumido cocaína y cannabis. Asimismo, las peluquerías con servicios clandestinos no anunciados en la lista de precios también han sido severamente perseguidas cuando no erradicadas en muchas grandes ciudades chinas.