Más arriba todavía. El Banco Central Europeo (BCE) volvió este jueves a subir el precio del dinero por octava vez seguida (contando desde el inicio del ciclo alcista hace poco más de un año).
El tipo de interés de las operaciones principales de financiación ya es del 4%: es el nivel más alto de los últimos 22 años. Y atención: ¡los aumentos no han terminado todavía!Tal como admitió en la posterior rueda de prensa su presidenta, Christine Lagarde, durante la reunión de este jueves “no se habló de una pausa en las subidas en ningún momento”, ni “ha llegado la hora de pensar en ello” (y además parece, según ella, que hubo un amplio consenso sobre este punto).
“¿Ha concluido el viaje? No. No hemos llegado a nuestro destino”
Por lo tanto, el instituto emisor europeo sigue los pasos de la Reserva Federal (Fed), que el pasado miércoles dejó los tipos sin variación después de 15 meses.
Es verdad que el BCE arrastra cuatro meses de retraso, comparativamente con EE.UU. , a la hora de abordar el cambio de ciclo. Pero Lagarde dio por sentado que en julio habrá otro incremento. Aunque en el comunicado no hay mención oficial sobre los futuros pasos, la francesa volvió a decir que “todavía hay camino por recorrer”. “¿Ha concluido el viaje? No. No hemos llegado a nuestro destino”, afirmó la presidenta. “Puedo ir más allá: salvo que haya un cambio material que afecte a nuestra base, es probable que se dé el caso de que sigamos incrementando los tipos en julio, lo que no les sorprenderá”, respondió a la pregunta de un periodista.
¿A qué se debe esta dureza del Banco Central Europeo pese a que la eurozona ha entrado técnicamente en recesión en el primer trimestre y la inflación ya está lejos de los máximos alcanzados en la guerra de Ucrania?
Pese a la leve recesión, el mercado laboral sigue siendo sólido y eso tensiona la inflación subyacente
El factor decisivo ha sido la revisión al alza hecha por el BCE sobre los datos de la inflación subyacente (es decir, aquella que no contempla los elementos más volátiles como la energía y los alimentos), que seguirá siendo elevada debido principalmente a la fortaleza del mercado laboral y al fuerte aumento de los salarios y de los costes laborales unitarios.
En una palabra, Lagarde está preocupada por el alza de los sueldos, aunque precisó que no estamos ante una espiral o los temidos efectos de segunda ronda. Todavía. Los datos confirman que la tasa de desempleo en la eurozona está en mínimos históricos (un 6,5%) y –ojo– las previsiones apuntan a que el paro en la eurozona podría bajar todavía más (a un 6,3%). ¡Y eso que la economía está en recesión! “Es un enigma”, reconoció Lagarde.
Esta descripción de un mercado laboral dinámico debería ser en teoría (y no sólo) una buena noticia. Pero la paradoja es que, desde el punto de vista de política monetaria, no lo es tanto.
Porque si la economía está estancada (leve recesión) y se siguen creando empleos (un millón de puestos de trabajo en la eurozona en el primer trimestre), las remuneraciones van necesariamente al alza. “Se prevé que los salarios crezcan a tasas muy superiores a la media histórica, tanto en el sector público como en el privado, reflejando la compensación de la inflación y la rigidez del mercado laboral: un 5,3% en 2023, un 4,5% en 2024 y un 3,9% en 2025”, dice el BCE. Y “las presiones salariales, aunque sean pagos puntuales, se están convirtiendo en una fuente de inflación cada vez más importante”, afirmó Lagarde. “Además, algunos sectores han podido mantener unos beneficios relativamente altos”, recalcó.
Ahora Frankfurt cree que la inflación subyacente en el 2024 estará medio punto por encima de lo previsto. Pronostica que se alcanzará el 5,1% en 2023, antes de descender al 3% en 2024 y al 2,3% en 2025. Unos porcentajes que siguen siendo demasiado altos y “no satisfactorios”, teniendo en cuenta que el objetivo del BCE es el 2%. Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac, preguntado por este diario, introduce el siguiente matiz. “Creo que a los halcones del Banco Central Europeo lo que le interesa ahora no es tanto que los tipos de interés suban más, sino que se queden altos durante un tiempo prolongado antes de bajar demasiado pronto”.
Estos analistas explican, a modo de paradoja, que una recesión en las economías occidentales es inevitable y, en cierta manera, casi deseable. La tesis es que la inflación, que inicialmente se disparó ante la crisis de oferta de materias primas, la congestión postpandémica del comercio marítimo y el encarecimiento energético con la guerra de Rusia, ahora se mantiene viva por dos componentes.
Uno es justamente la subida de los salarios, alimentada por un desajuste en el mercado laboral, en el que hay más oferta de empleo que demanda y con una tasa de paro todavía muy baja. La otra son los márgenes empresariales elevados, reflejo de la subida de precios de bienes y servicios, apoyados en unos robustos flujos de caja de las compañías en sus balances. “Las economías están demostrando una resiliencia superior a lo esperado”, argumentan en Carmignac. Y es que la demanda sigue impulsada también por el exceso de ahorros acumulado durante el confinamiento de la covid. Y eso tensiona los precios. Y los salarios. ¡Vaya!
Hipotecas
Los aumentos llegan al 40%
La Asociación Española de Consumidores lamentó ayer que el Banco Central Europeo (BCE) “ahogue” a las familias y las empresas españolas con su decisión de subir en 25 puntos básicos los tipos de interés, que consideró “muy perjudicial”. “Esto supone un nuevo endurecimiento de las condiciones económicas de las familias, en tanto que conllevará un elevado pago de las hipotecas, a la vez que influiría negativamente en la concesión de nuevos préstamos hipotecarios”, sentenció, para puntualizar que esta situación está suponiendo “un problema” en la compra de viviendas, que ha descendido desde que se produjo esta “escalada” de subidas. Porque si se incrementan los tipos de interés del BCE, también aumenta el índice de referencia para las hipotecas Euribor, que mide el interés que se cobran los bancos entre sí cuando se prestan dinero. En diciembre de 2021, el Euribor estaba en el -0,5%. En abril de 2022 volvió a terreno positivo tras seis años en rojo. Actualmente ronda el 4%, el más alto desde la crisis del 2008. Una hipoteca media de 150.000 euros a 25 años y a un interés de Euribor+ 1% de diferencial tenía una cuota en junio del año pasado de 625,03 euros al mes. Ese mismo préstamo tendrá hoy una cuota de 876,89. Esto supone un incremento del 40% en un año. Pero si vamos más atrás, en el último año y medio el préstamo medio para la vivienda se ha encarecido un 64,5%. Hoy quien solicita un préstamo hipotecario a tipo fijo puede llegar a pagar intereses del 4%. En 2021 se podía rozar el 1%.