Ante los retos presentes y futuros a los que se enfrenta el planeta, la sociedad y las personas que vivimos allí –tanto a escala global como local–, creo que coincidimos en qué no los podremos resolver únicamente con la ayuda de la tecnología. En este sentido, tenemos múltiples acciones y políticas para promocionar las vocaciones STEM (science, technology, engineering, and mathematics), áreas que requieren capacidad de estudio y de esfuerzo para adentrarse en la investigación y la innovación. Tenemos un país y una sociedad rica en estas disciplinas de hace siglos, con excelentes profesionales, pero a la vez poco valorados en términos salariales y muy poco presentes en los órganos de poder y decisión.
Hace falta el reconocimiento –también el salarial– de los trabajos y aportaciones intelectuales en estas materias por la sociedad, el mercado y las administraciones. Las sociedades más adelantadas saben que la fórmula de éxito es saber retener el talento y tener capacidad de importar. Y aquí hay que apelar a nuestras administraciones y su doble responsabilidad: a la hora de incorporar a sus profesionales de perfiles técnicos; y al situar al frente de sus unidades y organismos a profesionales formados en las materias que tienen que administrar.
Hace falta que las administraciones públicas convoquen nuevas plazas cuidando de las competencias para las cuales los profesionales se han formado en sus etapas universitarias. La confusión generalizada sobre las competencias de los grados y de los másters es, una pérdida de eficiencia colectiva al generar desajustes entre la formación y las funciones a desarrollar en el ámbito público. Pero todavía es más preocupante el mensaje que se envía a los jóvenes profesionales cuando se nombran para cargos relevantes y de poder que tienen que tener un impacto transformador a personas con una formación que no se adecua a las competencias que el cargo en cuestión exige. Si queremos transmitir a nuestros jóvenes que nos hacen falta ingenieros e ingenieras, pongámoslos a liderar los proyectos públicos de elevado contenido técnico y tecnológico.
Fromación
La confusión sobre las competencias de los grados y de los másters es una pérdida de eficiencia colectiva
Disponer y utilizar adecuadamente el talento es una de las mejores estrategias y de más impacto a corto plazo. A la larga, como país, nos hace falta un trabajo conjunto entre administraciones, empresas, colegios y centros formativos para impulsar nuevas generaciones de profesionales con conocimientos y capacidades –pero también las oportunidades– para liderar ciertas áreas de las administraciones, como órganos de gestión y decisión de la sociedad, y ayudar a hacer crecer las empresas, tanto las que ya están aquí como las que se quieren establecer.
Porque lo que atrae las inversiones productivas es saber que más allá de buenas infraestructuras ferroviarias o aeroportuarias, se encontrará el talento que les hace falta, y que las decisiones de las administraciones locales se tomarán con rigor y conocimiento técnico.