Las primeras semanas del año han traído consigo una importante relajación de las restricciones por covid en China. Y los mercados financieros de este país y de todo el mundo lo han celebrado. No en vano, la apertura en China implica la recuperación de su consumo doméstico, que ya estamos viendo en ciudades como Pekín, Tianjín o Chendgú. La vuelta de los turistas chinos, primero a los países cercanos, y después al resto del mundo, y sobre todo, una progresiva recuperación de la producción del país, debería ayudar a relajar los continuos problemas de suministro de algunos productos, como los chips.
Y aunque es cierto que las celebraciones de la llegada de este nuevo año, denominado del Conejo, podrían traer consigo un incremento puntual de las infecciones, parece que el camino hacia la apertura es ya irreversible y se debería traducir en una importante aceleración del crecimiento de China a partir del segundo trimestre.
Estampa festiva en la ciudad de Guangzhou, este viernes
El Gobierno chino sigue además apoyando el crecimiento con intensos programas de estímulo monetarios y fiscales, sin perder de vista, eso sí, la reestructuración y control de sectores clave, como el inmobiliario o el tecnológico. El próximo 5 de marzo se abrirá el 14.º Congreso Nacional Popular, en el que veremos sus planes para este nuevo año, un buen momento para que los inversores internacionales reconsideren su actual infraponderación en este mercado.
Y aunque creemos que el 2023 será un buen año para las bolsas asiáticas en general, la china podría ser la gran ganadora, dada la aceleración prevista en el crecimiento económico del país, con unas valoraciones casi un 20% más baratas que el resto de las emergentes y un potencial de crecimiento de los beneficios de sus empresas casi 20 puntos por encima que el resto de empresas de la región. Todo ello la convierte en una de las favoritas en este nuevo Año del Conejo.