La desaceleración de China abona el cambio de ciclo de la economía global

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El gigante asiático baja tipos para estimular un crecimiento cada vez más débil

Los confinamientos por la covid, como el vigente en Shanghai, lastran el crecimiento chino

Los confinamientos por la covid, como el vigente en Shanghai, lastran el crecimiento chino

Qilai Shen/Bloomberg

China también sucumbe. La segunda economía mundial da signos de flaqueza, y su banco central salió este lunes al rescate con una rebaja de los tipos de interés que busca estimular el consumo y la inversión tras los decepcionantes datos de ventas minoristas, producción industrial e inversión del mes de julio, acrecentados por culpa del confinamiento de grandes núcleos para contener la covid. Como respuesta, y en un movimiento que sorprendió al mercado, el banco central recortó en diez puntos básicos, hasta el 2%, la tasa aplicada a las operaciones de recompra inversa (repos) con vencimiento a siete días, mientras que situó en el 2,75% el interés aplicado a los préstamos a medio plazo con vencimiento a un año.

Acompañado de nuevas inyecciones de liquidez, el banco central realizó así su primer recorte de tipos en ocho meses ante el empeoramiento de las perspectivas. El objetivo oficial de crecimiento del PIB sigue en el 5,5%, pero en la práctica se da por perdido y, según la media de los economistas consultados por Bloomberg, China no crecerá más del 3,8% este año.

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Con Estados Unidos ya en recesión técnica y la eurozona a punto de una caída del PIB, el panorama se nubla

La ralentización china sigue los patrones del recalentamiento clásico de una economía, con una demanda interna débil que acusa el impacto de los precios desbocados en el inmobiliario y una inversión por parte de las empresas que no puede mantener el ritmo por el sobreendeudamiento al que están sometidas. Por eso, la bajada de tipos tendrá, según los expertos, un efecto relativo al menos a corto plazo. Algunos bancos de inversión, como el japonés Nomura, creen que China crecerá un 3,3% en el 2022. Y otros, como TD Securities, ni siquiera confían en que llegue al 3% a pesar de los nuevos estímulos.

El pinchazo de China se suma al freno o el retroceso de otras grandes economías globales. Estados Unidos encadena dos trimestres de contracción –lo que se considera una recesión técnica, pese a su pleno empleo– y la eurozona apunta a una caída del PIB en el tercer trimestre, de acuerdo con los datos de los gestores de compras (PMI) de julio. La altísima inflación, que ha obligado a los bancos centrales a abandonar su política monetaria ultraexpansiva, empezará a remitir en la medida en que la economía pierda fuerza.

El petróleo, un indicador adelantado clásico, caía un 4% cerca del cierre, hasta los 94 dólares el barril de Brent y después de llegar a los 92. En marzo, no hace tanto, la cotización se disparó hasta los 130 dólares, y es evidente que el repliegue no ha tenido demasiado que ver con los poco significativos cambios en la oferta de crudo.

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Los mercados reaccionaron a la nueva incertidumbre china descontando las consecuencias futuras. Con la desaceleración o la recesión muy descontada por los analistas, las bolsas apenas se inmutaron. Las ligeras bajadas de las primeras horas enseguida se cambiaron por beneficios moderados.

Sin China insuflando más gasolina al mundo, la inflación claudicará antes, y eso puede frenar las subidas de tipos o adelantar las bajadas futuras. Es lo que se reflejó en el mercado de bonos. Los de Estados Unidos, donde se sigue apostando por nuevas alzas de tipos de interés en septiembre, ganaron atractivo, y las compras provocaron un repunte de los precios y una caída de la rentabilidad.

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