Al frente desde 2018 de Naturgy, la primera empresa gasista de España y la tercera eléctrica del país, Francisco Reynés defiende a la turbina de gas como parte de la solución en plena transición energética. Y tranquiliza sobre el papel de Argelia como principal suministrador de gas de España: “El contrato es hasta 2032 y con voluntad de las partes de renovar”.
Más coordinación
“La necesidad de una política energética común en la UE se ha hecho más evidente”
¿El sector energético está inmerso en una tormenta perfecta?
Sería como decir que no puede ir a peor y no lo sabemos porque hace 100 días, antes de la invasión rusa de Ucrania, no nos podíamos imaginar dónde estaríamos ahora. Hay que ponerle realismo. La energía está en el centro de muchos de los debates porque ha habido una escalada de costes y de precios muy rápida en todos los frentes: gas, petróleo, electricidad, derechos de CO2. Y la invasión rusa de Ucrania nos ha hecho abrir los ojos sobre la importancia de la diversificación de aprovisionamientos. Podríamos pensar que Europa tiene una posición energética diversificada y es verdad: tiene nuclear, centrales de ciclo combinado, ha apostado por la hidroeléctrica, la solar… está entrando en el hidrógeno, fomentando el biogás, las interconexiones.. Pero si nos adentramos país a país, cada uno ha apostado por un modelo diferente. La necesidad de una política energética común en la Unión Europea se ha hecho aún más evidente.
¿Cómo ve la energía en Europa de aquí a cuatro o cinco años?
Se seguirá transformando hacia una mayor sostenibilidad. Y el sector energético,como responsable de una parte importante de las emisiones, tiene que hacer algo, lo está haciendo y lo va a tener que seguir haciendo. En segundo lugar, el sector algo más homogéneo va a ser. Es necesaria una mayor coordinación. Y en tercero, va a haber una mayor diversificación de las fuentes de suministro de Europa. El 60% del gas que consume Alemania o el 40% del que consume Italia vienen de Rusia, pero los dos países ya están trabajando para cambiar eso. Aparte, después de haber vivido lo que estamos viviendo, seremos mucho más conscientes de la necesidad de una garantía del suministro. Eso nos hará ser mucho más realistas, más conscientes del rol de ciertas tecnologías de generación que hoy no están tan bien vistas. Me refiero a la turbina de gas. Al gas hoy lo vemos como un problema y dentro de unos años veremos que puede ser parte de la solución. El biogás, todos los gases de origen renovable y más a largo plazo, el hidrógeno, tendrán una hoja de ruta más ambiciosa. La UE ya ha identificado el biogás como palanca de oportunidad. Catalunya y España tienen muchísimo potencial en ese ámbito.
La turbina de gas, que puede ser perfectamente utilizada con gas de origen renovable y por lo tanto no emite CO2, tiene la ventaja de que en el momento en que fallan otras tecnologías de generación renovable, en menos de 60 minutos está disponible para dar toda su potencia nominal. No hay otra tecnología así.
En los próximos años
“El mundo está condenado a que los precios del gas sigan subiendo”
Y en términos de interconexiones, ¿cómo será Europa?
Cuanta más interconexión exista, no solo en el gas, sino en términos generales, más se consolida un proyecto europeo de zona común. Lo que ocurre es que las interconexiones requieren coordinación e inversiones cuantiosas. Tenemos muchas conexiones paradas porque los territorios por donde deben pasar no están de acuerdo o ponen muchas condiciones. Así que pensar que en el corto plazo las interconexiones nos van a resolver una parte importante del problema no es muy realista. Después están los problemas técnicos, la capacidad de abordar esas grandes obras. Esta semana estuve con el presidente de Nigeria, de visita en España, y le preguntaba por los dos grandes proyectos que tienen para conectar por tubo el gas nigeriano y traerlo a Europa. Uno en superficie que atravesaría 13 países del África subsahariana hasta Marruecos y de allí conectaría con España. Son más de 2.000 kilómetros, atravesando países con graves problemas políticos, terrorismo… El otro es un gasoducto por mar, de 5.800 kilómetros. Me estuvo hablando de inversiones de 30.000 millones de euros…. Son proyectos a largo plazo, un mínimo de 20 años.
A corto plazo, en España tenemos algunas ventajas. Una es un potencial importante de regasificación y la otra una conexión privilegiada con Argelia. Lo importante es asegurarnos contratos de suministro a largo plazo.
Midcat
“Técnicamente podría estar en tres años, pero tener los permisos locales es complicado”
Queda claro que en cualquier caso la solución del desarrollo de infraestructuras requiere un tiempo para ser operativa…
Requiere algunos años. La conexión del Midcat, por ejemplo, que conectaría España con Francia. Técnicamente se puede construir en tres años, pero atraviesa 50 municipios de la provincia de Girona. Conseguir permisos es complicado. Y luego del lado francés.
Ante el alza de los precios, algunos plantean ralentizar la transición energética. ¿Qué opina?
Por nuestra generación y por las que vienen, el compromiso con la transición energética debe ser total. Y ningún hecho coyuntural nos tiene que hacer perder de vista el objetivo a largo plazo. Dicho esto, hace falta pragmatismo. Para mí es muy pragmático no denostar el rol del gas, por ejemplo. Pensar en su sustitución total no es realista.
Y quiero recordar que en el 2018 Naturgy fue la primera compañía eléctrica de España que decidió cerrar toda la generación por carbón, que es la que más CO2genera. Los accionistas aceptaron una amortización anticipada de más de 4.000 millones. Eso es una demostración de un compromiso serio con la transición energética. El segundo lo hemos explicado hace un año con un plan de inversión de 14.800 millones en dos ámbitos: la generación de electricidad renovable y la adecuación de las redes de distribución.
Interconexiones
“La conexión con Nigeria es un proyecto a muy largo plazo, un mínimo de 20 años”
Ha habido una serie de elementos geopolíticos que están interfiriendo en la negociación de Naturgy con Argelia por la revisión del contrato. Por un lado, un acercamiento político entre el gobierno español y el marroquí que en Argelia no ha sentado muy bien. Y por otro lado Italia también está buscando mejores condiciones y ampliar su suministro. ¿Cómo les está afectando?
Sonatrach es una compañía muy bien gestionada, pero que tiene como accionista al Estado argelino y por lo tanto la toma de decisiones tiene al final un componente político. Y Argelia dijo públicamente que el acercamiento a Marruecos se interpretaba como una decisión no amistosa que tendría una repercusión más global.
Dicho esto, nuestras relaciones llevan ya 30 años y han sido siempre cordiales. El contrato que tenemos con Sonatrach tiene dos partes, una son los contratos de precio y otra el contrato de cantidades. Este es de largo plazo y como tal ni está ni nos han dicho que vaya a estar en ningún momento bajo sospecha o revisión. Es decir, que la decisión que ha tomado el Gobierno argelino respecto a su interpretación del problema marroquí no tiene por qué afectar ni está afectando para nada el contrato de suministro vigente, hasta el año 2032 y con voluntad de las partes de que se pueda renovar.
Transición energética
“Por nuestra generación y por las que vienen, el compromiso debe ser total”
¿Hasta el 2032 las dos partes están obligadas?
Obligadas y además con un contrato take or pay y garantías. Es decir, que tú te tienes que llevar el gas o lo tienes que pagar igualmente. Los contratos de precios se regulan con un acuerdo entre las partes cada tres años.
Se hace así por la volatilidad a que están sometidos los precios, ya antes de la crisis actual. La renegociación del contrato para el período que va de enero del 2022 a diciembre del 2024, lo empezamos a trabajar desde noviembre del 2021. Y esto no tiene nada que ver con la invasión de Ucrania ni con Marruecos. Ya venía trabajándose, pero ponerse de acuerdo en un escenario de precios como el actual no es fácil, porque las referencias van cambiando día a día.
Pero Argelia avisó de que el precio subiría.
Sí, el primer ejecutivo de Sonatrach dijo que subiría. Pero a la vista de como evolucionan los índices es evidente. Nadie duda de que el gas hoy es más caro que hace tres años.
¿Y la competencia de Italia influye?
Italia tiene una ventaja y es que el gasoducto que la une a Argelia no estaba utilizado al 100% de su capacidad. Eso les ha dado una posibilidad de contratar volúmenes adicionales. En nuestro caso, el tubo de conexión, el Medgas, va a tope. Lo que sí hemos hecho es poner en marcha una nueva estación de compresión que permite aumentar su capacidad.
Pero Argelia también tiene sus limitaciones para el suministro. El primer cuello de botella es su capacidad de exploración y extracción. Y en los últimos años, no solo Argelia, sino el mundo del gas, ha invertido poco porque los mensajes que le estábamos lanzando desde la UE era que prescindiríamos muy rápido de su gas.
Está definiendo un escenario en el que el proveedor tiene ahora la sartén por el mango.
El poder de negociación de los que tienen el recurso escaso, en este caso el gas, es mayor del que habían tenido en otros momentos. Ahora queremos huir de tener que negociar con alguien que tiene las primeras reservas de gas del mundo (Rusia).
Con lo cual están condenados a sufrir una importante subida del precio, ¿no?
Yo diría que el mundo está condenado a que los precios del gas en los próximos años sean superiores. Estamos trabajando para que la subida sea lo menos importante posible, para trasladarla así a nuestros clientes.
Y en este contexto, el Gobierno diseña un mecanismo que topa el precio del gas para reducir la factura de la luz…
Un marco de precios elevados no es bueno para nadie. Ni para el consumidor ni para las compañías, porque se habla mucho de que todo esto repercutiría de una forma desmesurada en los beneficios de las compañías y perjudica la reputación. Tampoco es bueno para los gobiernos y para los reguladores.
¿Y cómo se pagará la diferencia entre el precio real y el que fija el Gobierno?
La factura incluye muchos más factores que el coste de la energía. El precio bajará por la energía, pero tendrá que haber un cargo a todo el mundo donde se compense el coste real del gas. Pero el neto de toda la factura va a bajar, estimamos que alrededor de un 15%.
¿Qué opina de este sistema?
Intervenir un mercado tiene muchos efectos colaterales y aunque tenga una justificación debido al exorbitado precio, todas las consecuencias son difíciles de prever.
La opinión pública tiene la impresión de que las compañías energéticas se están forrando…
No es así, y ahí están nuestros resultados. Si hubiera habido todos estos beneficios caídos del cielo de los que se habla, hubieran sido infinitamente mejores. Porque estamos en una coyuntura muy compleja, con unos precios de aprovisionamientos inciertos, como he explicado antes por Sonatrach, con unos costes del CO2, subiendo. En el caso de Naturgy, hemos hecho dos acciones de compromiso social. Una es una tarifa eléctrica a precio fijo por tres años a 65 € el megavatio en septiembre,y hace poco una tarifa de gas a 55 € megavatio para la industria por tres años. Demostramos nuestro compromiso y sensibilidad social.
¿Se ha parado el proyecto Géminis de división de Naturgy en dos compañías?
No. Géminis tiene un racional estratégico claro, que empezó con la regulación hace muchos años, que te obliga a separar transporte y distribución y aislar las actividades de distribución respecto al resto. Y esto por una directiva europea. Segundo, el perfil de riesgo de estas dos actividades no tiene nada que ver, ni tampoco la capacidad de apalancamiento, el apetito o el tipo de inversor al que le puede gustar una u otra actividad. Trabajar de forma separada tiene todo el sentido. Ahora bien, nosotros anunciamos el inicio del proyecto, no fijamos una fecha en concreto y diez días después Rusia invadió Ucrania. Siempre dije que la ejecución del proyecto iba a estar sujeta a los mercados, a la coyuntura y a agencias de rating, pero seguimos trabajando en ello, no hemos parado.