La economía ucraniana no podrá sostener una guerra prolongada

Consecuencias del conflicto

Con sus grandes puertos cerrados o bajo control ruso, el gran reto para Ucrania es sacar del país sus principales productos: trigo, cebada, girasol y otros cereales

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Campo de trigo. La exportación de cereales es uno de los más importantes activos económicos de Ucrania

JOEL SAGET / AFP

Pese a ser el responsable de gestionar la economía en medio de una invasión, Serguíy Márchenko hace gala de un optimismo desconcertante. Los rusos han ocupado o bloqueado los principales puertos de su país y forzado el cierre de la mayoría de las empresas, pero el ministro de Economía de Ucrania irradia calma. "La situación es muy difícil, no pretendo quitarle importancia", dice mientras toma un café con leche en una elegante cafetería cerca del ministerio. "Pero podemos manejarla". Una sirena antiaérea interrumpe la entrevista, aunque él sencillamente no le hace caso.

Las razones para no ceder al pánico son bastante numerosas. Ucrania entró en la guerra en buena forma, con la economía creciendo a un ritmo intertrimestral anualizado de casi el 7%; unos precios firmes en las exportaciones de cereales, hierro y acero; un sector bancario bien regulado; y un déficit público inferior al 3% del PIB el año pasado. La deuda estaba situada justo por debajo del 50% del PIB, una cifra con la que muchos ministros de Economía sólo pueden soñar. Posee un sistema fiscal y de prestaciones sociales con un impresionante grado de digitalización que permite que los ingresos sigan llegando sin problemas desde las partes de la economía que aún funcionan. Las pensiones y los sueldos públicos se siguen pagando, incluso en las zonas bajo ocupación rusa, gracias a unos sólidos sistemas digitales y una internet sorprendentemente intacta. En su mayoría, las empresas siguen pagando a sus empleados, aunque no puedan operar con normalidad, o no pueden hacerlo en absoluto. De manera asombrosa, los impuestos sobre las nóminas sólo han bajado un 1%, afirma el ministro.

Hay razones para no ceder al pánico: déficit y deuda bajo control, y los sueldos públicos y pensiones se siguen pagado

Sin embargo, no es algo fácil. Según el Banco Mundial, el PIB de Ucrania podría reducirse un 45% en 2022. ("Nuestra estimación es del 44%", dice Márchenko con una mueca.) Ambas estimaciones son, por supuesto, de lo más inciertas. Los ingresos aduaneros, una parte importante de los ingresos fiscales, se han reducido a una cuarta parte del nivel anterior a la guerra debido a la reducción de las importaciones y la suspensión de muchos derechos. Los salarios de los militares son otra gran carga. Todo ello se traduce en un déficit de financiación de unos 5.000 millones de dólares mensuales, afirma. Es decir, un 5% del reducido PIB ucraniano por cada mes que dure la guerra.

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¿Cómo cubrirlo? En parte, detalla Márchenko, haciendo que el banco central imprima más dinero. En parte, también, mediante la emisión de unos bonos de guerra por los que el gobierno paga hoy en torno al 11% de interés, un porcentaje inferior a la tasa de inflación. Sin embargo, la principal fuente tendrá que ser extranjera. Y a eso, explica el ministro de Economía, dedica la mayor parte del día, a presionar a los gobiernos extranjeros para que lo ayuden. Sus mayores esperanzas están puestas en Estados Unidos. El 28 de abril, el presidente Joe Biden anunció que pediría al Congreso autorización para dedicar a Ucrania otros 33.000 millones de dólares en fondos nuevos, puesto que el instrumento anterior ya casi se ha agotado. La Cámara de Representantes ha votado a favor de aumentar la cantidad a 40.000 millones de dólares. La mayor parte del dinero se destinará a armamento, pero al menos 8.500 millones serán para apoyo económico. "Es una buena noticia, pero ¿cómo será el paquete estadounidense y cuándo llegará? No lo sabemos", dice el ministro.

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El ministro de Finanzas ucraniano Sergiy Marchenko, durante una entrevista

GENYA SAVILOV / AFP

El Fondo Monetario Internacional también colabora. Ha animado a Estados Unidos y otros países a hacerse cargo de parte de la asignación de derechos especiales de giro de Ucrania en el fondo, con lo que en la práctica las divisas fuertes se canalizan hacia el gobierno de Kyiv. Con todo, el resultado final de semejantes llamamientos es que, en el segundo trimestre de este año, Ucrania sólo ha recibido subvenciones por un total de 4.500 millones de dólares, frente a un déficit fiscal de 15.000 millones.

No es algo sostenible, admite Márchenko, que teme que si la guerra dura más de otros "tres o cuatro meses", serán necesarias medidas dolorosas que supondrán enormes subidas de impuestos y fuertes recortes de gastos. El temor real es que lo que ha sido en los últimos años una economía espontánea y bastante impulsada por el mercado quede sometida a una oleada de nacionalizaciones que deshaga años de un progreso arduamente conseguido.

Para cubrir la economía de guerra no bastará con imprimir dinero o emitir bonos, hará falta ayuda extranjera, en especial de EE.UU.

Y ahora brota, de modo literal, un problema aún más inmediato. Ya ha finalizado en todo el país la temporada de siembra de trigo, cebada, girasol (para aceite) y otros cereales y productos básicos. De modo sorprendente, se ha podido plantar un 80% de la cosecha habitual; una cosecha sembrada en ocasiones por valientes agricultores provistos de chalecos antibalas. Pero ¿qué hacer con ella? La recolección no debería suponer un gran problema, ya que los frentes han retrocedido y parece poco probable que Rusia consiga ganar más terreno. Lo difícil será sacar los productos del país.

La presencia de la armada rusa en el mar Negro, así como el despliegue defensivo de minas por parte ucraniana, significa que Odesa, el principal puerto del país, está completamente cerrado. Lo mismo ocurre con el segundo y el tercer puertos, situados en las cercanías. Berdiansk y Mariúpol, el cuarto y quinto, se encuentran bajo control ruso. Y tampoco es que pueda almacenarse mucho grano; los silos del país están casi todos llenos con la recién recogida cosecha de invierno, que en condiciones normales se habría enviado ya al extranjero.

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Barcos de la Armada de Ucrania frente a las costas de Odesa, en el Mar Negro. El principal puerto del país está cerrado por el asedio ruso 

YULII ZOZULIA / EP

Mustafa Nayyem, antiguo periodista y activista convertido en viceministro de Infraestructuras de Ucrania, es el encargado de resolver el problema. Si el grano no puede salir por mar, tendrá que viajar por carretera y ferrocarril, a través de Polonia, Rumanía y Hungría. Sin embargo, abundan los problemas, dice. Las carreteras no pueden soportar tanto tráfico pesado; los puertos alternativos tienen una capacidad libre limitada.

Lo peor de todo es que cruzar las fronteras de Ucrania con la Unión Europea es complicado. Los controles aduaneros y fitosanitarios ya provocan colas de 10 kilómetros en los puntos fronterizos. Las normas del club comunitario establecen que, al no ser Ucrania un Estado miembro, el número de camiones que puede entrar es limitado. La burocracia contribuye a atascar todas esas labores; si no se desbloquean, Ucrania, Europa y el mundo entero se enfrentarán a una grave escasez de alimentos tras la cosecha de septiembre. "Necesitamos que todos los países de Europa permitan el libre acceso a nuestros camiones", afirma el ministro. "No parecen ser conscientes de la gran cantidad de trigo que está a punto de llegarles".

Si la guerra se alarga otros "tres o cuatro meses", serán necesarias medidas dolorosas: subidas de impuestos y recortes de gastos

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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