La guerra ha instalado definitivamente el pesimismo sobre la evolución de la economía mundial y, mucho más, sobre la europea, donde se espera una ralentización del crecimiento -quizás, una recesión-, con menos consumo e inversión, nuevos desequilibrios en las finanzas públicas y afectación importante sobre el empleo. Tras una semana de fuerte volatilidad, con días de caídas y subidas muy acusadas, el bombardeo de una central nuclear en la madrugada del viernes ha despejado las pocas dudas que podía haber: Putin no se va a detener.
Hoy, el día en los mercados ha reflejado lo que hay a la vista: una tragedia de dimensiones todavía desconocidas. Las bolsas europeas han caído a plomo. El Ibex, que el pasado mes de mayo superó los 9.300 puntos en su nivel máximo tras la pandemia, ha cerrado hoy por debajo de los 7.800 puntos, un 17% por debajo de esos máximos. Está al borde de entrar en lo que se conoce como un mercado bajista, cuando cae un 20% o más desde su máximo anterior.
Cataclismo europeo
La bolsa de Milán ha liderado las pérdidas, con un 6%, seguida de París y Amsterdam
El resto de las bolsas europeas ha vivido la misma tónica. Una estampida indiscriminada en la que las ventas dominan con mucho a quienes se inclinan por la oportunidad de entrar o fortalecer sus carteras a precios muy bajos. El Eurostoxx, el índice europeo de referencia, se ha desplomado casi un 5%, 100 puntos menos que la bolsa de Milán (-6%). Las bolsas de París, Amsterdam, Varsovia, Frankfurt y Viena han cosechado números rojos de entre el 4% y el 5%.
El Ibex, por su parte, ha caído cerca de un 4% para cerrar en el entorno de los 7.700 puntos. Banc Sabadell (-9%) y ArcelorMittal, Amadeus y Meliá Hotels (-8%) han vivido una jornada negra en la que ha habido para todos, lamentablemente. Solo se han salvado de la quema un puñado de compañías -Naturgy, Enagas, Grifols, Red Eléctrica, Solaria y Cellnex- que han actuado como refugio de la estampida de los inversores.
En estas circunstancias, y después de conocerse los datos de empleo que muestran una gran fortaleza de la economía de Estados Unidos, el dólar ha seguido ganando posiciones frente al euro. La moneda única, que el pasado mes de mayo se cambiaba por 1,21 dólares, pugna ahora por mantener los 1,09 dólares. El dinero vuela al dólar, como suele suceder en las crisis, también por la perspectiva de subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal mucho antes que en la eurozona.
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